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Los que le conocieron de cerca le podrán recordar con emoción y los que no lo hicieron lamentarán su suerte. Porque tratar a una persona como Pepe Plato es de las cosas que levantan el ánimo y alimentan la virtud. Por su bonhomía, su curiosidad y su profundo sentido del humor. Cualidades no exentas del recto sentido del deber y del espíritu de sacrificio con que impulsó una vida y formó una familia. La que hoy le recuerda agradecida y orgullosa. Como lo hacen sus amigos de siempre. Los de antaño y los más recientes; pues todos se sentían de siempre al intimarle, que era, sin posibilidad de escapatoria, quererle.