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Elicio Medrano Alvarado

Elicio Medrano Alvarado


“El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Creo que aquí, modestia aparte, encajo yo, en esta sabiduría de Winston Churchill.

Bueno, mi vida: de buen ritmo activo, soledad buscada, pero siempre placentera. 61 años cumplidos y buena energía, constancia y pasión en lo que hago.

Estudié siete años en el Conservatorio Nacional de Música de Quito, por la tarde, y en la noche, saqué mi bachillerato en el Colegio Universitario Odilo Aguilar. Todo esto, mientras ayudé a trabajar a mi madre en su negocio de frutas y a mi padre en la agricultura, en Guayllabamba, parroquia del Distrito Metropolitano de Quito, de donde soy.

La primaria lo hice en mi pueblo. A los 18 años y meses entré a primer curso de secundaria al Colegio Nacional Guayllabamba, donde pasé dos años maravillosos. Esta fue una parte trascendental en mi vida, porque ahí gané el primer premio del Concurso Intercolegial del Libro Leído, sin haber leído nunca un libro, ahí aprendí a tocar la guitarra y ahí, me enamoré a lo bestia. Lo mejor aún de eso dos años, fue que al pueblo bajaron dos compañeros del Colegio Nacional Mejía a enseñarnos el Marxismo-Leninismo. Nos hicieron parte del Movimiento Izquierdista Revolucionario, nos llevaron a reuniones clandestinas a Quito, de donde salimos a las carreras perseguidos por la policía, lloré mucho con los gases lacrimógenos; pero lo más grandioso que aprendí de ellos, fue la conciencia por la vida, eso tan hermoso que es saber compartir, el sueño de la equidad universal y el amor por la lectura, porque uno de ellos puso en mis manos el primer libro de mi vida de lector: Novelas cortas, de Anton Chejov.

En la conscripción, poniendo a un lado las palizas que nos dieron, pasé once meses como en un sueño paradisíaco en el Pastaza, Región Amazónica, donde nació la inspiración para mi segundo libro PATAS ARRIBA, que habla de la vida de un conscripto enamorado y las nostalgias por una muchacha preciosa mientras cumple con el servicio militar.

El Odilo, adonde fui a parar por casualidades de la vida, aunque repudiado por creerle Revolucionario, fue ese sendero trazado que me condujo a las bibliotecas y de ahí, a la cima de mi Montaña de gritar, porque eso fue mi gran colegio: un lugar libre de opresión, donde el derecho a decir lo que se piensa, fue lo primordial.


Luego se dio el viaje a España, impelidos por la caída de los Bancos en Ecuador. Educamos a nuestros dos hijos aquí, donde residimos desde hace 18 años.

En Navarra, adonde fui en el 2008 y pasé cinco fructíferos años trabajando en unos viñedos, escribí mi primer libro COMO UNA GOTA DE ROCÍO, doscientas páginas de PATAS ARRIBA, libro inédito revisado cinco veces; mi Suite para Guitarra y Orquesta de cuerdas, un buen número de poemas, un par de ensayos, bastantes canciones y pequeñas  piezas para guitarra sola.

Actualmente resido en Madrid y me dedico a lo literario y musical. En esto último escribo música orquestal de género andino, en fusión con instrumentos autóctonos.