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Pedro Javier Martín Pedrós

Hablar de la poesía de Pedro Javier Martín Pedrós significa para mí necesariamente evocar lugares, espacios, tiempos y situaciones compartidas. Esto es así porque el nacimiento de su actividad poética (de la que fui testigo privilegiado) va ligado de manera indisoluble a recuerdos de la primera juventud. Plaza de las monjas, paseo de Santa Fe, orillas de playas arenosas, tascas llenas de herrumbre y otras referencias urbanas (algunas ya desaparecidas) jalonan ese recorrido a través de la memoria.

Pero no es el recurso sentimental al tiempo pasado lo que quiero, aquí y ahora, traer a colación. Porque aunque la crónica personal y biográfica de un autor siempre es un instrumento válido para acercarse al conocimiento de la obra de ese mismo autor, también es verdad que se corre el riesgo de perderse en lo anecdótico, en el dato coyuntural, o lo que es peor, en el puro sentimentalismo.

Deseo evitar, pues, esos peligros y en este brevísimo acceso a la poética de Pedro Javier Martín Pedrós, me limitaré exclusivamente a trazar algunas de las líneas maestras que considero conforman la estructura esencial de sus textos.



La determinación estilística más importante y más originaria de la poesía de Martín Pedrós creo que puede decir que es el surrealismo. Un surrealismo espontáneo, no premeditado, ingenuo incluso, nada teórico, y por eso, auténtico. Un surrealismo que brota por sí mismo a través de la feracidad metafórica de la imagen. En efecto, la imagen surrealista se impone de una manera patente desde la primera lectura y va tejiendo de sorpresa en sorpresa, la textura del texto poético. Por ello lo metafórico se impone siempre sobre lo conceptual o reflexivo en la poesía de Pedro Javier.

Así, pues, este surrealismo colorista (tan cercano, por otro lado, a una sensibilidad meridional) lo podemos considerar la principal clave interpretativa de la poesía que estamos comentando. Un surrealismo en el que la imagen metafórica se convierte en la protagonista casi absoluta, sirviendo de vehículo expresivo para todos los motivos que animan al poema.


Otra de las referencias poéticas a las que quiero aludir es el humor. Algo que por otro lado nos conecta también con el surrealismo, pues ya sabemos cómo desde sus inicios programáticos en los años veinte del siglo pasado, los surrealistas reivindicaron el humorismo como un elemento fundamental de su movimiento. Y así sucede en la poesía de Pedro Javier Martín Pedrós. Aquel estallido metafórico que mencionábamos más arriba casi siempre aparece inseparable de lo inesperado, de lo sorprendente, de todo aquello que supone una ruptura con la realidad rutinaria y habitual. Este humor poético no tiene nada que ver con el chiste (casi siempre de un humorismo dudoso), ni con lo chocarrero (sin ninguna relación con el auténtico humorismo). Se trata del humor que se produce ante la novedad que introduce la mirada poética a través de la imagen literaria. El humor de la poesía de Martín Pedrós es lo insólito hecho cotidiano, lo inusual convertido en acontecimiento ordinario.


Y lo cotidiano se nos presenta como la tercera línea de fuerza que atraviesa la obra del poeta onubense. Pues, en efecto, la imagen surrealista y el componente humorístico de esta poética acaecen no en el vacío, no en un espacio o tiempo artificialmente construidos ni tampoco en la dimensión de lo extraordinario sino en medio del acontecer cotidiano. La potencia de algunas metáforas desplegadas a lo largo de los textos adquiere su pertinencia precisamente gracias a que se desenvuelven en lo cotidianeidad del día a día, y así el choque de lo insólito e inusitado resulta, poéticamente hablando, de un impacto certero.

Algo que consigue esta confluencia de imagen surrealista, no exenta de humor a veces, y cotidianeidad es el descubrimiento repentino, como en un instante privilegiado, de una parcela olvidada u oscura de la realidad. El lenguaje metafórico de esta poesía logra hacer estallar lo consuetudinario para que aflore lo inesperado, lo que yace bajo las apariencias de un lenguaje trivial y esclerotizado.


Las tres instancias mencionadas las podemos comprobar desde los orígenes mismos de la actividad literaria del poeta. Imaginería surrealista, humor y cotidianeidad son elementos básicos de la poesía de Martín Pedrós porque la constituyen de alguna manera. Pero a partir de un momento dado, el poeta comienza a introducir otro factor en su escritura. Me estoy refiriendo al compromiso social y a la denuncia cívica (incluso profética, dada la religiosidad que impregna a muchos de sus textos).

Sin que aparezcan como contradictorios con todo lo anterior, compromiso y denuncia se añaden a la lista de los elementos conformadores de los textos de Pedro Javier, dando lugar a una escritura plural y variada, en algunos momentos política incluso. ¿Qué motivos pueden haber llevado al poeta a insertar esta novedad en su obra Indudablemente, cuestiones de índole personal, un compromiso individual y colectivo que le llevan a plasmarlo poéticamente, a dejar constancia de él. Pero no entraremos en estos temas. Ya dije antes que quiero mantenerme en los límites de lo estrictamente literario.


Abarcando todo lo dicho hasta ahora, y de alguna forma penetrándolo y determinándolo, se encuentra la impronta lírica. Porque tanto el surrealismo, como el humor, como el tratamiento de lo cotidiano y de lo comprometido están transidos de lirismo e intensidad emocional en la poesía de Pedro Javier Martín Pedrós.

Por tanto, el lirismo del poeta se nos revela como una síntesis de todo su quehacer literario. La preeminencia de lo lírico sobre cualquier otro factor otorga a la poesía de Pedro Javier un carácter de sincera emotividad más allá de cualquier consideración formal. En el fondo es toda una concepción del mundo la que trasluce su poesía. Una concepción del mundo que no se quiere exponer de manera sistemática, ordenada, conceptual sino precisamente de manera poética, lírica. Ahí radica esa secreta aspiración de todo poeta de convertir su lenguaje en lenguaje universal, es decir, de reencontrar con su poesía el lenguaje más puro y prístino.


No he pretendido, desde luego, con estas breves notas definir la poesía de Pedro Javier Martín Pedrós ni mucho menos dar cuenta de ella. Tan sólo he trazado algunas líneas que no tienen otra intención que apuntar algunas claves de comprensión. Y aunque el análisis hubiera sido exhaustivo, siempre queda la parte principal, insustituible: la lectura directa de los textos a los que nos estamos refiriendo. Pues la poesía, toda poesía, es constante apertura a la comprensión y a la experiencia.



José Antonio Antón Pacheco