¡Hola Araceli! Acabo de entrar en vuestra web y me ha sorprendido mucho cómo habéis redactado este fragmento: "que no basta por sí sola para explicar un fenómeno tan complejo en el que pueden participar, como agentes agresores, tanto hombres como mujeres y homosexuales" ¿No sería más correcto decir "tanto heterosexuales como homosexuales de ambos sexos"? Es que si no da la sensación de que los homosexuales no son ni hombres ni mujeres. :-) |
Gracias por el apunte David. Desde un punto de vista neutro o ajeno al contexto que genera esa frase, estaría de acuerdo contigo. Sin embargo, en este caso he puntualizado lo de "tanto hombres como mujeres y homosexuales" por una cuestión: trato de fundamentar que la violencia de pareja no tiene su origen en el machismo, aunque éste participe a menudo en escenarios de violencia y que, a diferencia de lo que opinan muchos de que éste es un problema de los hombres contra las mujeres, se trata de un problema que ejercen hombres y mujeres, pero también homosexuales. Incido en mencionar "hombres" y "mujeres", porque es esta condición biológica a la que se le atribuye un rol determinado de agresor y víctima, respectivamente, mientras que en mi trabajo defiendo que ni la condición biológica (hombre/mujer) ni la tendencia sexual (homosexualidad) define la propensión a desarrollar una personalidad maltratadora. De haberlo expresado, en cambio, como tú propones, parecería que hablo de un problema entre heterosexuales y homosexuales. Lo meditaré más detenidamente de todas formas. Un saludo, Araceli. |
Hola Araceli, Particularmente, no comparto la opinión de que todos los maltratadotes/as sean personas que padecen una enfermedad no diagnosticada hasta ahora, desvinculando tales comportamientos de la influencia social, del entorno y circunstancias vividas o de la educación y valores transmitidos. ¿Podríamos considerar a todas las personas que, por ejemplo, participan directa y activamente en legislar, aplicar la ley y ejecutar la pena de muerte por lapidación a una mujer acusada de adulterio como enfermos no diagnosticados?
Un saludo.
Alejandro |
Hola Alejandro, encantada de leerte por aquí. Pues a tu pregunta respondo que NO, no se pueden equiparar ambos fenómenos, al igual que no se debe equiparar violencia de género (en la que entraría la lapidación, trata de blancas, ablación, etc.) con la violencia de pareja (la ejercida dentro de un contexto de pareja sea quien sea agresor y víctima). En mi opinión, hablar de la posibilidad de que "muchos" o, incluso, la mayoría de agresores y agresoras padezcan un trastorno de la personalidad no diganosticado todavía, no debe implicar, en ningún caso, un atenuante en su pena, si es esa tu inquietud final. Esta sería una cuestión a resolver, para que el hecho de considerarlos enfermos en algún grado, no suponga una menor condena, ya que siguen siendo peligrosos y a su vez, conscientes y consecuentes con sus actos. Sin embargo, si se consigue demostrar que padecen un trastorno determinado, se averigua cómo se origina, cómo funciona y las terapias que requiere, lograríamos aislar al verdadero enemigo en esta lucha y combatirlo mejor. Porque seamos realistas: ¿podemos encarcelar a todos los maltratadores y maltratadoras? ¿podemos confiar en que cuando salgan de la cárcel no seguirán siendo un peligro? ¿podemos garantizar que nuestra sociedad dejará de generar, algún día, personas así? y ¿resuelven algo los medios empleados hasta ahora para neutralizarlas? Supongo que compartimos la respuesta negativa a estas preguntas. Entonces, ¿podemos permitirnos rechazar propuestas alternativas en esta lucha?. Eso es lo que ofrezco y creo que de un modo razonable. Gracias por tu opinión, un saludo, Araceli. |
Hola de nuevo Araceli,
La verdad es que el tema de las penas no ha despertado mi inquietud. Respecto a la equiparación de los fenómenos de violencia de género y pareja, albergo bastantes dudas respecto a su disociación. Sin descartar los trastornos que pueden sufrir un determinado número de personas, en mi modesta opinión, las ideas, costumbres o conductas dominantes en el entorno donde crecemos y nos desarrollamos tienen una influencia insoslayable en nuestro futuro comportamiento, y más cuando la falta de entusiasmo o la discrepancia es valorada como una falta de entrega, una personalidad débil, una disidencia o una traición hacia la moral y corriente reinante. Felicidades por plantear un tema interesante.
Un saludo y dejo paso a otras personas.
Alejandro |
Gracias, aprendo de todas las opiniones y todas las tengo en cuenta, pues mi trabajo, dado lo controvertido y novedoso de su contenido, sigue en evolución. En este caso, entiendo lo razonable de tu postura y pienso, como tú, que debemos seguir combatiendo el contexto sociológico y cultural que favorece o justifica la violencia. Pero como ese enfoque ya lo trabajan infinidad de instituciones y he observado grandes lagunas bibliográficas sobre el contexto psicológico que genera al futuro maltratador de pareja (al margen de su sexo), sigo confiando en que la clave para lograr una remisión visible de muertes reside, en gran parte, en la hipótesis que planteo en este libro. Un saludo, Araceli. |