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romi
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El rio azul verde

30 de Enero de 2015 a las 20:52
Bubok

428- EL RÍO AZUL VERDE

Estuvo un tiempo estudiando en Granada, después volvió a su país unos meses, al curso siguiente se fue a Canadá para seguir estudiando y, al tercer año, volvió a España pero en esta ocasión, a la ciudad de Bilbao. Y aquel año, cuando el otoño llegó, un poco antes de la Navidad, lo llamó y le dijo:
- Aprovechando que estoy en España, en las vacaciones de Navidad, regresaré unos días a la ciudad mágica.
Y él le contestó:
- Será como un sueño volverte a ver. Desde que te fuiste, nada es igual por los rincones de la Alhambra.

Y desde ese instante, su pensamiento solo se ocupaba en el momento del encuentro. Se decía: “La recibiré con mi mejor abrazo porque ella siempre fue buena conmigo. Y, en toda ocasión en aquellos días, me regaló su mejor sonrisa. Mi corazón salta de gozo solo pensar en ella y hasta la luz y el aire de esta ciudad me sabe a nuevo. Tengo que llevarla a los paisajes del río azul y verde que tan bello es y tampoco conoce”.

Llegó a Granada un día gris de invierno aunque algo soleado y con poco frío. Le regaló su sincero abrazo y ella lo recibió con la mejor sonrisa al tiempo que dijo:
- Mi encuentro contigo y con mi amiga aquí en Granada, es lo más dulce que ocurre en mi vida desde que me fui de este lugar. No quiero de vosotros y de esta ciudad más regalos pero sí que estoy deseando conocer y recorrer los paisajes que tanto a ti te fascinan y no pude ver en aquellos días. ¿Vas a llevarme a esos lugares?
- Ahora mismo nos ponemos en camino y te llevo a los lugares que tantas veces ya te he dicho.

Él a su derecha y la amiga a su izquierda, recorrieron las calles de Granada observados por los que llegaban. Y mientras caminaban con el corazón henchido de gozo y exultantes por la alegría del encuentro, la que llegaba, no paraba de sonreír y regalar a los amigos su dulzura diciendo:
- Me parece sueño sentir el calor de vuestros cuerpos acariciando mis brazos. A los dos os quiero como nunca mi corazón ha querido a nadie en este mundo. Sois para mí una bendición del cielo.
Y él y la amiga de Granada, le correspondían con palabras también muy amables y apretando más y más sus brazos contra ella. Al llegar a las calles próximas a la Alhambra, la vieron más misteriosa que nunca por la luz que en ese momento el sol derramaba sobre las torres y palacios. Algunas nubes negras con bordes blancos y como bañados en oro, la coronaban y al fondo, aun el misterio parecía más grande, hondo y como expectante.

Salieron de la ciudad de Granada y, por los caminos que llevan a las montañas de Sierra Nevada, caminaron durante algunas horas. Y llegaba el día a su centro cuando por fin pisaban la hierba de la llanura por detrás de la vieja casa. Al ver el paisaje, con las altas montañas de Sierra Nevada al fondo, el arroyuelo deslizándose limpio por el centro de la llanura y los otros arroyuelos bajando por los lados, la que volvía a Granada, gritó alborozada y corrió pradera abajo en la dirección de las aguas y con los brazos abiertos al tiempo que decía:
- Nada en el mundo hay comparable a esto.
Y entonces él le dijo:
- Pues espera un momento y ya verás en cuanto volquemos el cerrillo hacia el río.
- ¿Qué hay ahí?
- Tienes que verlo para comprobarlo.

Atravesaron la llanura de la hierba, dejando la vieja casa a la derecha, remontaron el cerrillo y al asomarse, vieron el río. Allá en lo más hondo y como alejándose hacia el corazón de las altas montañas. Por lo más alto del puntal, descendieron al encuentro de las aguas y al llegar donde un gran charco alargado se remansaba, se acercaron todo lo que pudieron. Por la misma orilla caminaron hacia la amplia curva y la junta de los arroyos y mientras avanzaba, la que había vuelto a Granada, de vez en cuando se paraba, miraba fijamente a la corriente y luego comentaba:
- Nunca en mi vida he visto yo ni siquiera en sueños, transparencias y colores tan delicados y puros como lo que este río refleja. ¿De dónde sale esto?
- Pertenece a los misterios más profundos de Granada y que tienen conexión con la Alhambra pero que muy pocas personas conoce.
- ¿Y por eso queréis que los vea?
- Por eso y para que, ahora que después de tanto tiempo vuelves, conozcas y veas lo que en otras ocasiones no pudiste.

Saltaron la corriente del arroyuelo, caminaron unos metros más y, al poco, se encajaron en la pequeña llanura de las tres encinas. Una especia de entrada hacia el río donde el terreno era por completo llano, la hierba cubría espesa, varios rincones ofrecían tonos singulares y las encinas eran gruesas y muy frondosas. Caminó él hasta el borde mismo de las aguas y le pidió a la que había llegado que mirara. Frente al río que se alejaba como hacia el levante, descubrió la masa de agua azul verde. Serena, muy transparente y como reflejando los colores del cielo, el blanco de las nieves en las cumbres y, al mismo tiempo, la serenidad y un misterioso mundo bello.

De nuevo dijo la que había llegado:
- Regalo como este no me lo imaginaba.
Y confirmó él:
- En Navidad, además de comidas, felicitaciones, abrazos entre las personas y pensamientos nobles hacia los pobres de la tierra, es también muy importante esto que ahora mismo tenemos ante nosotros.
- Nunca nadie ni me enseñó ni me dijo nada igual. Quedémonos aquí esta noche y vivimos una Navidad diferente. ¿Os apetece?
Preguntó la que había llegado. Y los dos amigos respondieron:
- Para que veas y sepas que en Granada hay monumentos únicos y se viven sensaciones que muy pocos conocen.
- Y para que a partir de ahora me sienta más orgullosa de teneros por amigos.
Confirmó ella.