El dilema del prisionero

Galardonado en el VIII Certamen de textos teatrales de Torreperogil.

 

Cuatro jóvenes adinerados de vacaciones atropellan y matan a una niña de seis años a la entrada de un pequeño pueblo. A raíz del accidente los habitantes del pueblo quieren linchar a los turistas, pero el alguacil consigue llevarlos a la comisaría, allí en un ambiente extraño, tenso, cargado y de agobiante calor la comisaria les incomunica en cuatro celdas mientras los habitantes del pueblo indignados intentan irrumpir con violencia para lincharles. Los jóvenes han hecho un pacto antes de ser aislados: durante los interrogatorios deben mantenerse unidos y no delatar a la persona que conducía el coche. Pero al encerrarles por separado ninguno conocerá las declaraciones que harán los demás, y no podrán estar seguros en sí confiar entre ellos, cada uno tiene un dilema, confiar en que todos se mantendrán unidos y salvarse al no saberse quién es el culpable o delatar al culpable y perder mucho. Ese es el dilema de cada prisionero.

Los interrogatorios comienzan  mientras se van desvelando las personalidades de los supuestos amigos, la hipocresía de sus relaciones y los motivos que les llevan a callar y no hacer una confesión real del accidente. Los jóvenes son,  un hombre y tres mujeres, todos sin escrúpulos:  MARIA, sufre las secuelas psicológicas de un aborto tras el abandono sentimental  de DIEGO, amoral, machista y mujeriego;  SILVIA,  de carácter fuerte y desafiante es la actual compañera de DIEGO;  ELENA, inteligente, oscura e interesada, es la mejor amiga de SILVIA.  El hilo de sus declaraciones va desvelando cómo la noche anterior, tras una fiesta en la que consumen alcohol, SILVIA sorprende a DIEGO y a ELENA manteniendo relaciones sexuales en la playa. Esto provoca una violenta discusión que termina cuando DIEGO golpea a SILVIA, esta obliga a los cuatro turistas a cambiar la ruta planeada y en vez de ir a visitar unas ruinas cambian de camino para ir a una ciudad industrial cogiendo el coche antes de lo previsto sin apenas haber dormido.  Durante ese viaje atropellan a la niña que estaba esperando el autobús para llevarla a una escuela especial, pues era ciega. La tensión entre la fuerza, integridad y verdadero sentido de la justicia de la mujer luchadora que es la Comisario, y el miedo encubierto de arrogancia, esnobismo y superioridad de cada detenido es asfixiante a cada momento. El ambiente se vuelve aún más denso cuando en medio de los interrogatorios irrumpe el padre de  la niña fuera de control con la intención de matar a los asesinos de su hija, el padre de la niña intenta convencer a la comisario que debe de ser el pueblo el que ejerza la justicia y mate a los turistas, pero con un golpe de efecto la Comisario consigue evitarlo.

Durante el último interrogatorio, y tras haber mostrado la cara más despreciable de los cuatro detenidos, la Comisario averigua quién ha asesinado a la niña. Todo se vuelve aún más insoportable e impactante cuando se descubre que la niña era la hija de la comisario que debe tomar una decisión pues cada vez la multitud está más enfurecida: llevar a los prisioneros a un lugar seguro … o tomarse la justicia por su mano.  Mientras, la gente del pueblo, colérica por el brutal asesinato, termina por incendiar la comisaria para obligarlos a salir, es en ese momento cuando la comisario debe tomar una rápida decisión: si los salva sabe que saldrán indemnes al ser gente muy importante, pero su instinto de madre le dice otra cosa.  El final sorprenderá.