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F Javier Casado Merediz

¿Qué hace un bioquímico metiéndose a escribir una novela Eso mismo me pregunto yo desde hace casi un año. Profesionalmente, he sido siempre un científico vocacional, lo suficientemente afortunado como para poder convertir esa vocación en una profesión y vivir de ella. Y así había vivido muy tranquilo, dedicado a las dos componentes habituales de mi trabajo, la investigación y la docencia, hasta que hace cinco años, el decano de la facultad tuvo la buena (o mala) ocurrencia de iniciarme en la gestión universitaria, ofreciéndome un puesto de vicedecano en su equipo. Pocos meses después, quedó vacante el decanato y asumí el reto de dirigir la Facultad de Biología en uno de sus momentos más críticos, la adaptación al nuevo Espacio Europeo de Educación Superior. Fueron cuatro años apasionantes pero agotadores. Como vía de evasión de los problemas que me suponía el cargo, en los escasos ratos libres que me quedaron fueron tomando forma la idea, primero, y los apuntes iniciales, más tarde, de una novela que habría de escribir en un futuro que no tenía fecha fija. Y la oportunidad se me presentó nada más acabar mi mandato, a finales de 2008. Como compensación a la dedicación de esos cuatro años como decano, la Universidad me ofreció una licencia de un semestre sin obligaciones docentes, que aproveché para darle cuerpo de novela a aquellas notas inconexas que habían proliferado en mi ordenador. Hacia el verano de 2009, estaba acabada una primera versión y, para final de año, la cuarta y definitiva de momento.

Y eso es lo más extraño, no ya que me haya embarcado en una aventura como ésta, sino que haya conseguido concluirla. Nunca he destacado por mis capacidades artísticas, era una auténtica nulidad con los encargos de la clase de Pretecnología (lo juro, había una asignatura en mi época que se llamaba así, una forma elegante de referirse a los trabajos manuales de toda la vida), mis únicos suspensos durante la EGB y el BUP en el Colegio San Miguel fueron en dibujo y nunca gané el premio de la Coca-Cola a la mejor redacción de Catalunya. Mis inclinaciones artísticas, que las tengo como buena parte de mi familia, me llevan más hacia el teatro de aficionados, en el que supliendo mi falta de talento por casi veinte años de práctica he acabado alcanzando un cierto grado de solvencia. Supongo que la experiencia de tener que meterme en tantos personajes diferentes, de tener que asumir puntos de vista a menudo diametralmente opuestos a los míos, me ha facilitado las cosas a la hora de crear mis propios personajes. Eso, y que nací en Gr cia

Porque, si no es así, me cuesta explicarme de dónde he sacado la inspiración para escribir una novela. Si bien no le tengo pánico a la página (o a la pantalla) en blanco, no soy un escritor compulsivo que haya iniciado mil proyectos literarios abandonados por los cajones, aunque sí soy un lector compulsivo desde hace más de cuarenta años, de gran memoria para los datos y notable imaginación para las historias. Durante años, esa memoria y esa imaginación las he puesto al servicio de la ciencia. Ya he dicho antes que fui un buen estudiante desde niño y siempre tuve muy clara mi inclinación por las materias de ciencias. Ya en la universidad, obtuve mi licenciatura en Biología con nota suficiente para obtener una beca de doctorado. La reforma universitaria del primer gobierno González me abrió la posibilidad de desarrollar mi carrera científica en la universidad y así acabé ganando mi plaza de profesor titular, tras varios contratos eventuales, en el año olímpico de 1992. Desde entonces, me he dedicado al estudio de la regulación de los sistemas de transporte a través de membrana (podría escribir libros enteros sobre el tema, si de verdad le interesa a alguien que no sea otro bioquímico excéntrico como yo), lo que me ha granjeado un nombre relativamente bien conocido a nivel internacional entre los especialistas del ámbito, multitud de artículos sobre nuestras investigaciones al respecto (nuestras, porque el trabajo científico casi siempre se hace en equipo) y algunas conferencias en foros internacionales, además de una patente sobre la posibilidad de que estos sistemas de transporte estén implicados en la resistencia a los tratamientos antitumorales.

Me parecía que éste era un buen momento para empezar un nuevo proyecto en mi vida