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kikorosique

Un ensayo crítico que replantea el debate nacionalista abierto en España desde la refutación de la premisa de la que parten todos los bandos: la idea de nación. Argumenta, en general y en el caso concreto de españoles, catalanes y vascos, que, aunque los nacionalistas pretendan que su nación lo es porque sus habitantes comparten una identidad, una lengua, una cultura y una Historia, todos estos elementos son en realidad la consecuencia de la presunción previa de que la nación existe. Ello convierte el razonamiento en circular y por tanto no válido para sustentar afirmaciones verdaderas ni emprender iniciativas políticas en su nombre.

Todos los nacionalismos manejan el mismo lenguaje y los mismos axiomas, y por eso su enfrentamiento conduce a un eterno empate y al llamado cheque de trenes, donde prevalecerá el más fuerte política, social o militarmente.
No se puede desautorizar a un nacionalismo desde el nacionalismo contrario, que lo que hace es encresparlo y realimentarlo, pero sí se puede refutarlos a todos a la vez.

Una vez hecha tabla rasa de la premisa fundamental, este trabajo sugiere cuál sería la única forma coherente de abordar el debate territorial, distinta a las que se defienden desde Madrid, Barcelona o Vitoria, porque ni se ampara en la legalidad constitucional ni acepta una autodeterminación que, en realidad, no se fundamenta en la democracia sino en la insostenible idea de nación.

En cualquier caso, quizá el desenlace óptimo, aunque posiblemente quimérico, sería que los ciudadanos españoles, catalanes y vascos, incluidos los nacionalistas no excesivamente fanatizados, comprendieran que el único motivo del debate territorial es la falaz idea de nación. Que no tienen motivo para sentir identificación, lealtad, ni obligación para con su patria, porque las naciones no existen. Y que denuncien que es un delito de lesa humanidad que desde niños se nos enseñe a creer que el mundo está compuesto por ellas, se nos inculquen filias, fobias y prejuicios artificiales y se nos imponga una agenda política dictada por mitos que no sólo son falsos, sino también perversamente dañinos.