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IVETTE CASTILLO

Soy una típica soñadora que busca cumplir un sueño desde la infancia; escribir un libro.

Durante mi etapa en primaria, recuerdo escribir pensamientos en mis diarios, debo admitir que eran muy tristes.

En la secundaria, comencé a escribir poemas de lo que me encontrara en el camino, desde cosas, hasta problemas y vidas de mis compañeros. Recuerdo que en tercero, los de una escuela privada fueron a darnos una inducción, yo me emocioné porque tenían intercambio a Italia, siempre he querido viajar allá. Esas personas se mostraron interesadas en mí y me preguntaron la causa de la emoción tan grande que reflejaba, inmediatamente contesté que quería ser escritora e Italia era un país que se tomaba la lectura en serio. Esto ahí quedó.

Los poemas que escribía solo se los mostraba a personas de mi entera confianza, mis mejores amigos y uno que otro cómplice poético. Las cosas para mí en esa época me parecieron imposibles, sentía que me comería al mundo y comencé a soñar con un premio Nobel de Literatura.

Cuando dejé esa etapa, y entré a la preparatoria, mi espíritu de seguir escribiendo poesía me llenaba cada vez más, pero ésta vez hablaba de la sociedad en general, de la miseria humana que esclaviza a México, de sus políticos de mierda. En esa época se me despertó la conciencia por ser una persona de provecho y ejemplo para mujeres mexicanas, que son sometidas bajo el yugo masculino.

Desafortunadamente ese ferviente deseo se colapsó en mis últimos meses de preparatoria, estaba más enfocada en un bienestar económico, me decía a mí misma que de escritora no recibiría lo suficiente como para mantener a mis padres; así que hice trámites a la Universidad de Guadalajara, Trabajo Social fue mi carrera elegida.

Dentro de la facultad ese sueño se despertaba otra vez, sentía que podía hacer todo, creía que podía comerme al mundo otra vez. Pero esta vez, el sueño acumulaba un factor literario, las novelas; así que inicie con la primera Temiqui.

Ahora que soy egresada, pero no titulada, quiero hacer realidad ese sueño, ser escritora y hacer soñar a las personas, empoderar a la mujer mexicana, darle ese valor que en la actualidad está perdiendo. Pero las cosas no me han sido fáciles, he sido rechazada por muchas editoriales, otras me tienen en lista de espera.

Más sé que tengo a unas personas que esperan ansiosas mis obras, seguiré escribiendo para ellas, para todos, para mí, para calmar esta sed de escribir y crear mundos, vidas y sueños nuevos.