Cincuenta contra uno
Para lo cotidiano, cuando los límites son difusos y flaquean las fuerzas tenemos el refugio de lo verosímil. Como la hoja de una navaja, en su lado afilado y cortante tiene “la verdad”, capaz de diseccionar la vida pero también de matar; mientras, en su lado romo, el “símil”, la redondez amable de la metáfora. Lo verosímil, influido por la mirada y, gracias a ella por el recuerdo, es contingente y cotidiano. Verdad y símil necesitan de la palabra. La verdad, para ser proclamada y codificada, para ser siempre singular, para su reconstrucción [...]