¡HORROR! Este es el 76º CONCURSO DE MICROS, no el 75º
Ruego me disculpen. Acepten el hilo tal y como está, con las salvedad de que, de hecho, esta es la 76ª edición. Sorry, desolé.
Abierto queda este hilo. Cuando lleguen vuestros micros como mensajes al MdC, que soy yo, los iré subiendo.
Recuerdo la frase de�inicio: "Pase, señora, pase... estoy listo"�
Un día más -Pase, señora, pase... estoy listo... La funcionaria de prisiones le puso las esposas mientras dos compañeros vigilaban cualquier movimiento extraño. Salieron de la celda y anduvieron por el corredor. Se oía la lluvia rebotando fuertemente contra los cristales. En la esquina del pasillo vieron aparecer al alcaide. Cuando se toparon, éste observó como al condenado le caían grandes gotas de sudor por los surcos de la cara y que temblaba como un árbol raquítico sacudido por el viento. En el momento de firmar le reventó el bolígrafo y se ensució el papel. Ordenó que por hoy no le trajeran otro. |
De compras. -Pase, señora, pase... estoy listo -me lo dijo sin convicción y con ese aire de superioridad irracional de los que aún piensan que la juventud y la belleza son eternas-. Son doscientos cincuenta, por adelantado. -Desnúdate primero –repliqué guiñándole un ojo-, quiero ver antes por lo que pago. |
El divorcio � — Pase, señora, pase… estoy listo. — ¿Eso te dijo? –sonrió Carmen. — Sí. Cuando entré, me comía con los ojos. — Seguro que irías con un escote… — Un escotazo –asintió, satisfecha. — ¡Ay! –terció la pudibunda de Paquita—. A mí me parece demasiado joven… — Cuanto más joven, mejor –resolvió ella. — Beneficiarte al abogado con el que firmas tu divorcio, no sé yo… — ¿Y qué? –insistió Carmen. — Cuando lleguen los papeles del juez, ha dicho que él mismo me los acerca a casa. — ¡Joder! –exclamó Paquita—. ¡Eres un putón! "Envidiosa", pensó mientras le sonreía. |
Examen de conducir Pase, señora, pase… estoy listo si pienso que voy a aprobar después de esto. La última frase, la que sigue a los puntos suspensivos, fue tan sólo un susurro, mirando de reojo al hombre que iba en el asiento de atrás. Yo había detenido el coche justo en medio del paso de cebra y la señora que intentaba cruzar dio un salto creyendo que iba a atropellarla. |
SIEMPRE
—Pase, señora, pase... estoy listo. —¿Listo para qué? Además... yo no quiero pasar. —No comprendo. ¿A qué ha venido entonces? —No he venido. Yo ya estaba aquí. —Oh... En ese caso... ¿Ahí fuera? ¿Está segura de que estaba ahí fuera? Tiene que haber venido, no puede ser que siempre haya estado ahí fuera. —Siempre. Al menos desde que puedo recordar. Estoy segura. —¿Y no puede ser que se le haya olvidado que ha venido? —Ahora que lo dice... pudiera ser. —Eso lo explica todo. Pase, señora, pase. Estoy listo para comenzar con su terapia de recuperación de la memoria.
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Agotamiento existencial
—Pase, señora, pase... estoy listo. Hombre caucásico, 1,78 metros de altura, rostro cansado... A esas alturas, preguntar por la edad era una estupidez. —¿Está seguro? —le pregunté mientras preparaba el instrumental—. Recuerde que todavía está a tiempo de reconsiderarlo. —No, no... Así está bien, gracias. Sigamos adelante, por favor. El proceso fue instantáneo. A los pocos segundos el paciente ya había expirado. Habían pasado varios siglos del triunfo del ser humano sobre la Muerte. Teníamos toda la eternidad para cumplir nuestros sueños... pero ni en nuestras peores pesadillas imaginamos que, al cabo de un tiempo, llegaríamos a cansarnos de vivir. |