Tristeza otoñal —Esta vez se ha ido para siempre. —Pero, mujer, todos los años dices lo mismo y luego… —No, no, sé que nunca más volverá, lo sé. Gustavo la miró sonriendo. ¡Tantos años la misma escena y en primavera la sonrisa volvería a su rostro entristecido! —¿Cómo puedes saber algo así? —Este ha sido su quinto año, Gustavo y las que crían no viven más. —Verás como no es así —pero se levantó pensativo. Gustavo se fue recapacitando sobre las palabras de su mujer. Se sentó ante su máquina y empezó a escribir: Volverán las oscuras golondrinas En tu balcón sus… |
Testamento - Esta vez se ha ido para siempre. Se quedaron en silencio, viendo su perfil inmóvil sobre la cama. Luego habló Almudena: - Con la casa me quedo yo, que para eso la he cuidado mientras vosotros… - De eso nada, hermanita –intervino Julián-, recuerda que soy el mayor. - ¿Pero es que no dejó nada, ni una voluntad? –dijo la recién llegada. - No –contestó secamente Almudena-. Ayer abrió los ojos y dijo: “Sois unos lobos”. No ha dicho nada más. |
No es bueno pasarse de listo — Esta vez se ha ido para siempre — ¿Y tú cómo puedes estar tan seguro? — Seguro no estoy, pero intuyo que se ha ido y no piensa volver más. Mejor. Se miraron un instante y luego siguieron rellenando bolsitas. Primero pesarlas, luego precintarlas. Ni un gramo más, ni uno menos. Precisión. Algunos se creen muy listos. Carlos sabía que luego, como siempre, le tocaría a él arreglarlo. Se miró las uñas. Con la punta del cuchillo las limpió de la tierra negra adherida en ellas. No estaba tan seguro de nada como de que no volvería nunca más. |
Entre las lápidas «Esta vez se ha ido para siempre», se dijo. Lo supo cuando, desde el interior de aquella caja de madera en la que se escondió durante su huida, apreció los pasos de su perseguidora alejarse en la distancia. Lo supo cuando el silencio de la noche conquistó sus oídos y la amenazante hoja de la guadaña dejó de arar surcos en la tierra cercana. Lo supo cuando al reemprender su fuga tropezaron cajón y él, todo uno, hacia una zanja. Lo supo al exhalar aquel estéril grito de auxilio. Eterno, que aún hoy día se confunde con aullido de manada. |
Adiós Esta vez, se ha ido para siempre. En este momento de su entierro sé que nunca más saldré a pasear con él por las tardes. Ni volveré a ir a hacer la compra mientras está cortándose el pelo. Ni le prepararé su comida favorita. Tampoco me esperará en casa cuando llegue. Ni me besará. No volveré a acariciarle ni abrazarle. Ni haré planes con él para el finde o las vacaciones. Adiós al footing por el parque y a los baños juntos en la playa. Ahora sé que es cierto que el perro es el mejor amigo del hombre. |
Momoko -Esta vez se ha ido para siempre -murmuró Azuki con un tono de voz frío y distante -¡Cállate! ¡No vuelvas a decir eso! -gritó Momoko fuera de sí-. ¡Vete de aquí! ¡Déjanos solos! Azuki inclinó la cabeza y abandonó el dormitorio del que había sido su amo. Momoko se abrazó sollozando al cuerpo del profesor. Ahora comprendía todo cuanto le había explicado durante aquellas semanas. Su base de datos por fin había aprendido a asimilar qué era la Muerte y aquellas palabras que él le había susurrado antes de morir: "A donde yo voy no puedes seguirme, amor mío". |