Esta web, cuyo responsable es Bubok Publishing, s.l., utiliza cookies (pequeños archivos de información que se guardan en su navegador), tanto propias como de terceros, para el funcionamiento de la web (necesarias), analíticas (análisis anónimo de su navegación en el sitio web) y de redes sociales (para que pueda interactuar con ellas). Puede consultar nuestra política de cookies. Puede aceptar las cookies, rechazarlas, configurarlas o ver más información pulsando en el botón correspondiente.
AceptarRechazarConfiguración y más información

Foro para escritores de Bubok

Para participar en los foros de Bubok es imprescindible aceptar y seguir unas normas de conducta básicas. Puedes consultar estas normas aquí
X
pcordero87
Mensajes: 1
Fecha de ingreso: 19 de Octubre de 2015

Dioses del Vacío

26 de Enero de 2016 a las 8:32

Buenos días a todos

Hace poco publique mi primer libro en Bubok y me interesa promocionarlo. Siendo este mi primer post me gustaría dejarles una muestra de mi estilo de escritura, así que les dejó una historia corta que escribí hace poco y se ambienta en el universo del libro.

Saludos y espero la disfruten.

PD. Entre más críticas mejor


Una Puerta Hacia la Nada

  

Un par de ojos entrometidos viajaban por la inmensidad del espacio, saltando de sistema en sistema, buscando por todos los rincones del sector Savensis cualquier rastro que pudiera llevarlos a la flota nómada. La persecución había sido incansable, y tras realizar el último salto al hiperespacio, el piloto de la sonda de exploración volteó a ver a su oficial al mando, que se encontraba parado tras de el; al joven Adiran, tribuno del acorazado Grypus, nave insignia de la décima flota Ileni, y le preguntó con serena marcialidad:

–¡Tribuno! La sonda de exploración acaba de realizar el salto al hiperespacio y tardará una hora en llegar a su destino. ¡Solicito permiso para abandonar el puente y buscar algo de comer!

–¡Puede retirarse Decano! Tiene quince minutos. –Respondió Adiran tranquilamente. El Decano se levantó de su asiento y estiró el brazo hacia el frente en señal marcial, y se retiró del puente de la nave. Adiran observó detenidamente a aquel Decano, oficial que conocía de su tiempo en la academia estelar en el planeta Udine, y al que consideraba sumamente competente.

 

Con el pensamiento de la flota nómada se dirigió a su asiento, desde el que se veía el enorme puente de la nave, completamente iluminado por el brillo esmeralda de las consolas holográficas, y se sentó a meditar mientras contemplaba las oscuras profundidades del espacio. Los reportes que habían recibido eran estremecedores; relatos de una flota de enormes naves plateadas que  causaban estragos en los puestos mineros y apartadas colonias del sector Savensis. «¿Quiénes son? ¿Serán hostiles? ¿O solo será confusión por el primer contacto?» Se preguntaba Adiran constantemente. Su duda no era vana, el contacto de los Ileni con las otras especies que formaban la Unión Galáctica había sido igual de turbulento. Sin embargo deseaba que fuera lo contrario, ansiaba por combatir y probar su valía en el ardiente crisol de la guerra.

La hora pasó rápida  y un fuerte pitido se escuchó en todo el puente de la nave, seguido de la voz del decano que controlaba la sonda de exploración, que exclamó:

–Tribuno, la sonda de exploración salió del hiperespacio a dos millones de kilómetros de la boya hiperespacial del sistema Syagrius. He comenzado a escanear y espero órdenes para adentrarla en el sistema. –Adiran encendió la consola holográfica de su asiento y le pidió a la computadora que mostrara un mapa del sistema Syagrius, que apareció un par de segundos después. El sistema se componía de una estrella clase G,  que era orbitada por una enana café y un par de estériles planetas.

–¿Alguna señal de la flota alienígena? –inquirió Adiran entusiasmado, abrumado por la sensación de la adrenalina, efecto de su nuevo cuerpo al que aún no se acostumbraba.

–Los sensores de la sonda detectan una veintena de señales de calor en el espacio que hay entre la estrella del sistema y la enana café que la orbita, así como rastros de antimateria y de una aleación desconocida.

–¿Qué tipo de señales?

–Una de ellas es potente Tribuno, su tamaño y potencia de fuego debe ser superior a la de cualquier acorazado de la Unión; dos de ellas encajan con lo que clasificamos como cruceros; y las demás tienen emanaciones de calor similares a las de nuestros destructores y fragatas.

–¡Una flota poderosa! Pero algo no encaja, son muy pocas naves para haber desolado el sector en tan poco tiempo –razonó Adiran poco preocupado, por lo que le ordenó al Decano–: Dirija la sonda rumbo a la enana café y despliegue el satélite de vigilancia cerca de uno de los campos de restos de alguna estación minera, con suerte la radiación de la enana y los demás restos impedirán que los alienígenas detecten el satélite. Tan pronto complete esa tarea, acerque la sonda lo más que pueda a la flota alienígena y obtenga todos los datos que estén a su alcance, los vamos a necesitar si queremos emprender un ataque exitoso.

–¡A la orden Tribuno!  –Tras dar aquella orden Adiran se quedó en su asiento observando el mapa del sistema Syagrius, meditando sobre la potencia de la flota enemiga, ansioso de entrar en combate.  La noche paso lenta, entre ansias y dudas que lo carcomían y volvían cada minuto más largo que el anterior.

 

La guardia nocturna terminó con el sonido de trompetas y tambores que se escuchó repetidamente por todo el puente de la nave, seguido del incesante traqueteo de la tropa que se dirigía a relevar a Adiran y al resto de los tripulantes. Las puertas del puente se abrieron y dieron paso al Legado de la nave; un tozudo Ileni en cuerpo Sindar llamado Atilius, seguido de cerca por una docena de tripulantes marchando todos en perfecto orden. Adiran se levantó de su asiento y se dirigió al encuentro del Legado, al que recibió con un saludo marcial, estirando el brazo hacia el frente. El Legado regresó el saludo y le preguntó en voz alta:

–¿Qué noticias me tiene de la guardia nocturna Tribuno?

–La prospección del sistema Syagrius ha sido un éxito Legado ¡Hemos hecho contacto con la flota alienígena! –le informó Adiran entusiasmado. La noticia alteró la apacible mañana del Legado y lo abrumó por completo, endureció su rostro y lo dejo en silencio.  Al no obtener respuesta de su oficial al mando, Adiran continúo hablando-: La sonda de exploración descubrió una veintena de naves ancladas a cien millones de kilómetros de la estrella del sistema, las imágenes de la sonda de exploración revelaron que estas se encuentran protegiendo una gigantesca estructura en construcción de forma esférica.

–¿Alguna idea de lo que es?

–No estoy seguro Legado, los sensores revelan que está compuesta de varias capas, cada una fabricada con diferentes aleaciones ferromagnéticas y superconductoras, así como una serie de satélites que orbitan la estrella del sistema. Me tomé la libertad de enviar los datos al decano encargado de la cubierta de ingeniería y me comentó que los materiales usados en esta y la cantidad de energía producida por los satélites debería ser suficiente para crear un agujero de gusanó.

–¿Un portal? Eso no tiene sentido… ­–razonó el Legado bastante preocupado–. Estabilizar un agujero de gusano consume demasiada energía, hay formas más eficientes de viajar por la galaxia. 

–A no ser que no planeen un viaje por la galaxia. La flota Alienígena ha utilizado nuestra red hiperespacial para devastar el sector  sin problema alguno, si están construyendo un portal capaz de estabilizar un agujero de gusano es porque planean viajar de algún lugar muy lejano, los Dioses sabrán de dónde.

–Lo que sugiere es desconcertante Tribuno pero no puedo negar su razonamiento, le comunicaré sus hallazgos al Pretor, el decidirá el curso que tomarán las flotas. Por cierto ¿Qué pasó con la sonda de exploración? –Adiran percibió la terrible preocupación que sentía el Legado, pues el mismo había pensado en todas las implicaciones que aquel posible portal representaba. Si veinte naves habían devastado el sector Savensis, no quería pensar en lo que podría hacer lo que fuera que aguardara tras aquel portal hacia la nada.

–Fue destruida por una de las fragatas alienígenas tan pronto se aproximó a doscientos mil kilómetros de la estructura –respondió Adiran tranquilamente–. La salva provino de una batería láser, su descarga fue de una frecuencia de 450 nanómetros y su potencia fue equivalente a 35 toneladas de alto explosivo. Una capacidad destructiva similar a las baterías de protones de nuestros destructores.

–Entonces avanzaremos sobre el sistema a ciegas…. ¿Cree que debemos?

–No Legado, ordené que la sonda desplegara su satélite de vigilancia, hasta este momento la flota alienígena no lo ha detectado. –Atilius suspiró, se veía muy turbado y Adiran notaba claramente un rastro de miedo en los ojos del Legado, trazas que antes apenas había percibido en aquel sujeto. Aquello preocupó al joven Tribuno, pues le confirmó lo que siempre había temido.  Adiran salió del puente, momento en el que fue abrumado por el cansancio y se dirigió rumbo a su camarote  a descansar, suponiendo con gusto que su bautizo de fuego era inminente.

 

Una semana tras el descubrimiento de la flota alienígena en el sector Savensis y tras haber obtenido autorización de la jerarquía, la fuerza de ataque Ileni  se puso en marcha a encontrarse con el enemigo.  Adiran estaba asombrado con la eficiencia que la jerarquía había mostrado con respecto a las incursiones de aquellos alienígenas, no habían llevado a cabo la clásica deliberación democrática de los Ileni y habían ordenado la rápida destrucción de la flota forastera, que tras semanas saqueando naves de comercio y pequeñas colonias, había desolado el sector.

Adiran observaba gustoso desde el puente las distorsiones blanquecinas del túnel hiperespacial por el que viajaba el Grypus. Veía con satisfacción el camino que lo llevaba a la guerra, lo hacía confiado pues en su mente la victoria era algo fehaciente, superaban al enemigo con casi el triple naves, y el  plan de ataque que el Pretor de la flota había ideado era sensato; un movimiento de pinza en cuatro ejes, que aprovechando la superioridad numérica Ileni, debería envolver  a la flota alienígena y destruirla antes de que pudiera desplegarse y aprovechar al máximo el poder de sus armas.

El túnel hiperespacial desapareció en un instante y las oscuras extensiones del sistema Syagrius se abrieron frente a sus ojos, miles de millones de kilómetros  de profunda oscuridad, resquebrajada por la tenue luz de la estrella de aquel sistema, que brillaba hermosa como faro.

La consola holográfica de Adiran comenzó a pitar con fuerza, el joven tribuno aparto sus ojos del vacío y  volteó inmediatamente a esta y vio que había una llamada entrante del acorazado Fenix, nave insignia de la fuerza de ataque Ileni.

–¡Legado! Tenemos una llamada entrante de la nave del Pretor. –le indicó vehementemente Adiran al comandante de su nave.

–Transfiéralo a la consola principal tribuno –Adiran tecleó rápidamente en su consola holográfica y transfirió el mensaje a la consola del capitán, que mostró el escamoso rostro del cuerpo artificial del Pretor, que comenzó a hablar poco después.

–Legado, tiene autorización para avanzar ¡Buena suerte! –La comunicación con el Fénix se cortó, dejando al Legado convertido en un manojo de nervios. Aquel perturbado sujeto volteó hacia Adiran  y le dijo con una voz seca, casi entrecortada:

–Tribuno, encárguese de informarle a las naves que componen nuestro eje de ataque que avanzamos de inmediato.

 

Media hora más tarde la flota se puso en marcha, los cuatro ejes de ataque  avanzaron por el sistema Syagrius a una velocidad moderada, conservando la mayor cantidad de combustible para la batalla que se aproximaba.  Las naves Ileni cruzaron el espacio sobre el polo norte de la enana marrón, a quinientos mil kilómetros de distancia de este. Conforme lo hacían aceleraron a velocidad de combate  y se enfilaron hacia el enemigo.

 

Adiran observaba las imágenes de la flota enemiga así como otra serie de datos que eran transmitidos a su consola por los sensores del acorazado. La flota enemiga había encendido sus motores y las emisiones de calor en estas se incrementaba minuto a minuto conforme ponían sus armas en línea.  Adiran vio con vehemencia como la distancia entre ellos y las naves alienígenas se acortaba;  dos millones de kilómetros, un millón de kilómetros, quinientos mil kilómetros, en ese momento los ejes de ataque comenzaron  a separarse y maniobraron para envolver a la flota alienígena.

El Grypus lideraba una formación de ocho naves; en el centro iba el acorazado, rodeado por las fragatas Augusta, Gemina y el destructor Fidelis; en la punta de la formación se encontraban el crucero Gloria Immortalis y la fragata Fretensis; Y en la retaguardia iba el crucero Adstrum Domitor  y el destructor Indomitus.

Las naves Ileni avanzaron audazmente hasta que se encontraron  a trescientos mil kilómetros de distancia de la flota enemiga, en ese momento todas las alertas del puente del Grypus se dispararon, sirenas comenzaron a tintinear ominosamente y el tribuno encargado de la sección del puente que controlaba los escudos, exclamó en voz alta:

–¡Legado! Varias naves enemigas acaban de abrir fuego sobre el  Fenix. –Un par de segundos después una lluvia de descargas de antiprotones y rayos láser impactaron sobre las naves del grupo de ataque que lideraba la nave del pretor. Adiran y el Legado observaron impactados como el potente fuego enemigo golpeaba al Fenix, colapsando sus escudos y dañándolo seriamente, seguido de dos fragatas que se partieron en pedazos tras ser alcanzadas por varias descargas láser.

El Legado se quedó frio al ver la imagen de sus naves desmoronándose, con los ojos perdidos en la pantalla de su consola holográfica, que parpadeaba incesantemente mostrando diferentes mensajes de alerta. De pronto la nave se zarandeó con fuerza tras ser alcanzada por una descarga de antiprotones, aquella fuerte sacudida sacó a Adiran del shock causado por su primera experiencia  de combate. Al ver que el Legado aún se encontraba congelado por el impacto,  se comunicó con las naves de su eje de ataque y les ordenó abrir fuego sobre un par de cruceros que disparan contra ellos.

Ambas flotas comenzaron un intenso intercambio de fuego, lanzando cientos de andanadas de partículas y láser  que cruzaban la distancia que separaba las flotas en cuestión de segundos cuales letales saetas, que centelleaban brevemente en la oscura inmensidad del sistema Syagrius. 

El Grypus se sacudía con cada impacto que recibía, hacia unos minutos sus escudos habían colapsado, y una descarga de antiprotones había dañado varias cubiertas causando casi doscientas bajas. Adiran observaba en su pantalla como naves en ambos bandos se resquebrajaban ante el certero fuego, lo hacía preocupado pues habían sufrido bajas, quince de sus naves habían sido destruidas, entre ellas el Fidelis y el Adstrum Domitor.

A pesar de las perdidas el  joven tribuno aún se sentía seguro de la victoria, la superioridad numérica Ileni se iba imponiendo poco a poco, seis de las naves enemigas habían sido destruidas, entre ellas su poderoso acorazado. Adiran sabía que de seguir así la victoria seria segura, aunque costosa.

De entre el mudo caos de la batalla, una ráfaga de descargas láser atravesaron el espacio a máxima velocidad e impactaron en  la fragata Fretensis, cuyos escudos colapsaron y la nave explotó en un breve destello luminoso.  El Legado colapsó en un ataque de nervios  y para desmayo de Adiran ordenó la retirada.

–Tribuno, ordene que nuestro eje de ataque se retire rumbo a la boya hiperespacial.

–¿Qué? ¡No podemos abandonar la flota!

–¡Ya perdimos la mitad del eje de ataque! Necesitamos reorganizarnos….

–Con todo respeto legado, si nos retiramos ahora pondremos en peligro el resultado de la batalla. El enemigo está perdiendo naves rápidamente y nosotros podemos soportar las bajas. ¡Si presionamos la victoria será nuestra!

–¡Obedezca Tribuno!  –El grito del Legado resquebrajó las esperanzas que Adiran tenía de una victoria, y completamente desmoralizado transmitió las órdenes al resto de las naves del eje de ataque.  El Grypus llevó sus motores al máximo y escapó de la batalla mientras descargas de energía pasaban a su alrededor, seguido de cerca por el crucero Gloria Immortalis y la Fragata Augusta, el resto de las naves del eje de ataque se habían rehusado a seguir las ordenes y se habían quedado en el combate.

 

Al acorazado y las naves que le acompañaban les tomó un par de horas llegar a la boya hiperespacial, tiempo en el que fueron increpados para regresar al combate por el legado que había quedado al mando de la flota tras la muerte del pretor. Atilius  hizo caso omiso a aquellas reprimendas y mantuvo su curso hacia la boya.

Adiran se sentía frustrado, veía impotente en su consola como la batalla continuaba con fiereza, como poco a poco las naves Ileni se iban imponiendo sobre el enemigo. Gritaba por dentro, estaba frustrado, aquel era su bautizo de fuego y el temeroso Legado  le estaba robando la gloria. De pronto escuchó al legado pronunciar unas palabras que lo hicieron estallar.

–Decano, establezca conexión con la boya hiperespacial, saltamos al hiperespacio tan pronto estemos listos –le ordenó el Legado con  una voz nerviosa al decano encargado del área de navegación. Adiran no soportó más y se levantó de su asiento a reclamarle al Legado, estaba dispuesto a relevarlo del mando por lo que consideraba un acto de cobardía, pero de pronto uno de los tripulantes exclamó en voz alta, bastante confundido:

–Legado, estamos detectando la apertura de  varias ventanas hiperespaciales… –No pasó un minuto cuando múltiples ventanas hiperespaciales se abrieron a varios miles de kilómetros del  Grypus y de las naves que le seguían, de estas salieron  un centenar de naves. Tan pronto lo hicieron, el tripulante siguió hablando–: Legado, las naves son refuerzos enemigos. ¿Quiere que continuemos con el salto?

Adiran observó las imágenes de aquellas naves en su pantalla, descorazonado regresó a su asiento, no estaba seguro si el enemigo les había tendido una trampa o todo era una cruel jugarreta del destino. De lo que si estaba seguro era que la batalla estaba perdida y con aquella cantidad de naves enemigas, dudaba que las naves Ileni que seguían luchando pudieran escapar.

«Curioso.» Se dijo a sí mismo mientras veía al Legado con ambivalencia «De no haber sido por el cobarde, estaría sentenciado a muerte.» Adiran se desparramó sobre su asiento y unos instantes después sintió el jalón del salto hiperespacial, lo hizo en silencio, sabiendo que aquella batalla era el primer trueno de una poderosa tempestad.

 

 

Pedro J. Cordero                                                                                                                                                La Sombra del Culto  http://www.bubok.es/libros/243956/LA-SOMBRA-DEL-CULTO