Buenos días a todos
Hace poco publique mi primer libro en Bubok y me interesa
promocionarlo. Siendo este mi primer post me gustaría dejarles una muestra de
mi estilo de escritura, así que les dejó una historia corta que escribí hace
poco y se ambienta en el universo del libro.
Saludos y espero la disfruten.
PD. Entre más críticas mejor
Una
Puerta Hacia la Nada
Un par de ojos
entrometidos viajaban por la inmensidad del espacio, saltando de sistema en
sistema, buscando por todos los rincones del sector Savensis cualquier rastro que pudiera llevarlos a la flota nómada.
La persecución había sido incansable, y tras realizar el último salto al
hiperespacio, el piloto de la sonda de exploración volteó a ver a su oficial al
mando, que se encontraba parado tras de el; al joven Adiran, tribuno del
acorazado Grypus, nave insignia de la
décima flota Ileni, y le preguntó con serena marcialidad:
–¡Tribuno! La
sonda de exploración acaba de realizar el salto al hiperespacio y tardará una
hora en llegar a su destino. ¡Solicito permiso para abandonar el puente y
buscar algo de comer!
–¡Puede retirarse
Decano! Tiene quince minutos. –Respondió Adiran tranquilamente. El Decano se
levantó de su asiento y estiró el brazo hacia el frente en señal marcial, y se
retiró del puente de la nave. Adiran observó detenidamente a aquel Decano,
oficial que conocía de su tiempo en la academia estelar en el planeta Udine, y
al que consideraba sumamente competente.
Con el pensamiento de la
flota nómada se dirigió a su asiento, desde el que se veía el enorme puente de
la nave, completamente iluminado por el brillo esmeralda de las consolas
holográficas, y se sentó a meditar mientras contemplaba las oscuras
profundidades del espacio. Los reportes que habían recibido eran
estremecedores; relatos de una flota de enormes naves plateadas que causaban estragos en los puestos mineros y apartadas
colonias del sector Savensis. «¿Quiénes
son? ¿Serán hostiles? ¿O solo será confusión por el primer contacto?» Se
preguntaba Adiran constantemente. Su duda no era vana, el contacto de los Ileni
con las otras especies que formaban la Unión Galáctica había sido igual de
turbulento. Sin embargo deseaba que fuera lo contrario, ansiaba por combatir y
probar su valía en el ardiente crisol de la guerra.
La hora pasó
rápida y un fuerte pitido se escuchó en
todo el puente de la nave, seguido de la voz del decano que controlaba la sonda
de exploración, que exclamó:
–Tribuno, la
sonda de exploración salió del hiperespacio a dos millones de kilómetros de la
boya hiperespacial del sistema Syagrius. He comenzado a escanear y espero órdenes
para adentrarla en el sistema. –Adiran encendió la consola holográfica de su
asiento y le pidió a la computadora que mostrara un mapa del sistema Syagrius,
que apareció un par de segundos después. El sistema se componía de una estrella
clase G, que era orbitada por una enana
café y un par de estériles planetas.
–¿Alguna señal de
la flota alienígena? –inquirió Adiran entusiasmado, abrumado por la sensación
de la adrenalina, efecto de su nuevo cuerpo al que aún no se acostumbraba.
–Los sensores de
la sonda detectan una veintena de señales de calor en el espacio que hay entre
la estrella del sistema y la enana café que la orbita, así como rastros de
antimateria y de una aleación desconocida.
–¿Qué tipo de
señales?
–Una de ellas es
potente Tribuno, su tamaño y potencia de fuego debe ser superior a la de
cualquier acorazado de la Unión; dos de ellas encajan con lo que clasificamos
como cruceros; y las demás tienen emanaciones de calor similares a las de
nuestros destructores y fragatas.
–¡Una flota
poderosa! Pero algo no encaja, son muy pocas naves para haber desolado el
sector en tan poco tiempo –razonó Adiran poco preocupado, por lo que le ordenó
al Decano–: Dirija la sonda rumbo a la enana café y despliegue el satélite de
vigilancia cerca de uno de los campos de restos de alguna estación minera, con
suerte la radiación de la enana y los demás restos impedirán que los
alienígenas detecten el satélite. Tan pronto complete esa tarea, acerque la
sonda lo más que pueda a la flota alienígena y obtenga todos los datos que estén
a su alcance, los vamos a necesitar si queremos emprender un ataque exitoso.
–¡A la orden
Tribuno! –Tras dar aquella orden Adiran
se quedó en su asiento observando el mapa del sistema Syagrius, meditando sobre
la potencia de la flota enemiga, ansioso de entrar en combate. La noche paso lenta, entre ansias y dudas que
lo carcomían y volvían cada minuto más largo que el anterior.
La guardia
nocturna terminó con el sonido de trompetas y tambores que se escuchó
repetidamente por todo el puente de la nave, seguido del incesante traqueteo de
la tropa que se dirigía a relevar a Adiran y al resto de los tripulantes. Las
puertas del puente se abrieron y dieron paso al Legado de la nave; un tozudo
Ileni en cuerpo Sindar llamado Atilius, seguido de cerca por una docena de
tripulantes marchando todos en perfecto orden. Adiran se levantó de su asiento y
se dirigió al encuentro del Legado, al que recibió con un saludo marcial,
estirando el brazo hacia el frente. El Legado regresó el saludo y le preguntó
en voz alta:
–¿Qué noticias me
tiene de la guardia nocturna Tribuno?
–La prospección
del sistema Syagrius ha sido un éxito Legado ¡Hemos hecho contacto con la flota
alienígena! –le informó Adiran entusiasmado. La noticia alteró la apacible
mañana del Legado y lo abrumó por completo, endureció su rostro y lo dejo en
silencio. Al no obtener respuesta de su
oficial al mando, Adiran continúo hablando-: La sonda de exploración descubrió una
veintena de naves ancladas a cien millones de kilómetros de la estrella del
sistema, las imágenes de la sonda de exploración revelaron que estas se
encuentran protegiendo una gigantesca estructura en construcción de forma
esférica.
–¿Alguna idea de
lo que es?
–No estoy seguro Legado,
los sensores revelan que está compuesta de varias capas, cada una fabricada con
diferentes aleaciones ferromagnéticas y superconductoras, así como una serie de
satélites que orbitan la estrella del sistema. Me tomé la libertad de enviar
los datos al decano encargado de la cubierta de ingeniería y me comentó que los
materiales usados en esta y la cantidad de energía producida por los satélites debería
ser suficiente para crear un agujero de gusanó.
–¿Un portal? Eso
no tiene sentido… –razonó el Legado bastante preocupado–. Estabilizar un
agujero de gusano consume demasiada energía, hay formas más eficientes de
viajar por la galaxia.
–A no ser que no
planeen un viaje por la galaxia. La flota Alienígena ha utilizado nuestra red
hiperespacial para devastar el sector sin
problema alguno, si están construyendo un portal capaz de estabilizar un
agujero de gusano es porque planean viajar de algún lugar muy lejano, los
Dioses sabrán de dónde.
–Lo que sugiere
es desconcertante Tribuno pero no puedo negar su razonamiento, le comunicaré
sus hallazgos al Pretor, el decidirá el curso que tomarán las flotas. Por
cierto ¿Qué pasó con la sonda de exploración? –Adiran percibió la terrible
preocupación que sentía el Legado, pues el mismo había pensado en todas las
implicaciones que aquel posible portal representaba. Si veinte naves habían
devastado el sector Savensis, no quería pensar en lo que podría hacer lo que
fuera que aguardara tras aquel portal hacia la nada.
–Fue destruida
por una de las fragatas alienígenas tan pronto se aproximó a doscientos mil
kilómetros de la estructura –respondió Adiran tranquilamente–. La salva provino
de una batería láser, su descarga fue de una frecuencia de 450 nanómetros y su
potencia fue equivalente a 35 toneladas de alto explosivo. Una capacidad
destructiva similar a las baterías de protones de nuestros destructores.
–Entonces
avanzaremos sobre el sistema a ciegas…. ¿Cree que debemos?
–No Legado, ordené
que la sonda desplegara su satélite de vigilancia, hasta este momento la flota
alienígena no lo ha detectado. –Atilius suspiró, se veía muy turbado y Adiran notaba
claramente un rastro de miedo en los ojos del Legado, trazas que antes apenas
había percibido en aquel sujeto. Aquello preocupó al joven Tribuno, pues le
confirmó lo que siempre había temido. Adiran salió del puente, momento en el que fue
abrumado por el cansancio y se dirigió rumbo a su camarote a descansar, suponiendo con gusto que su
bautizo de fuego era inminente.
Una semana tras el
descubrimiento de la flota alienígena en el sector Savensis y tras haber
obtenido autorización de la jerarquía, la fuerza de ataque Ileni se puso en marcha a encontrarse con el
enemigo. Adiran estaba asombrado con la
eficiencia que la jerarquía había mostrado con respecto a las incursiones de
aquellos alienígenas, no habían llevado a cabo la clásica deliberación
democrática de los Ileni y habían ordenado la rápida destrucción de la flota
forastera, que tras semanas saqueando naves de comercio y pequeñas colonias,
había desolado el sector.
Adiran observaba gustoso
desde el puente las distorsiones blanquecinas del túnel hiperespacial por el
que viajaba el Grypus. Veía con satisfacción
el camino que lo llevaba a la guerra, lo hacía confiado pues en su mente la
victoria era algo fehaciente, superaban al enemigo con casi el triple naves, y
el plan de ataque que el Pretor de la
flota había ideado era sensato; un movimiento de pinza en cuatro ejes, que
aprovechando la superioridad numérica Ileni, debería envolver a la flota alienígena y destruirla antes de
que pudiera desplegarse y aprovechar al máximo el poder de sus armas.
El túnel hiperespacial
desapareció en un instante y las oscuras extensiones del sistema Syagrius se
abrieron frente a sus ojos, miles de millones de kilómetros de profunda oscuridad, resquebrajada por la
tenue luz de la estrella de aquel sistema, que brillaba hermosa como faro.
La consola holográfica de
Adiran comenzó a pitar con fuerza, el joven tribuno aparto sus ojos del vacío
y volteó inmediatamente a esta y vio que
había una llamada entrante del acorazado Fenix,
nave insignia de la fuerza de ataque Ileni.
–¡Legado! Tenemos
una llamada entrante de la nave del Pretor. –le indicó vehementemente Adiran al
comandante de su nave.
–Transfiéralo a
la consola principal tribuno –Adiran tecleó rápidamente en su consola
holográfica y transfirió el mensaje a la consola del capitán, que mostró el
escamoso rostro del cuerpo artificial del Pretor, que comenzó a hablar poco
después.
–Legado, tiene
autorización para avanzar ¡Buena suerte! –La comunicación con el Fénix se cortó, dejando al Legado
convertido en un manojo de nervios. Aquel perturbado sujeto volteó hacia
Adiran y le dijo con una voz seca, casi
entrecortada:
–Tribuno,
encárguese de informarle a las naves que componen nuestro eje de ataque que
avanzamos de inmediato.
Media hora más tarde la flota
se puso en marcha, los cuatro ejes de ataque avanzaron por el sistema Syagrius a una
velocidad moderada, conservando la mayor cantidad de combustible para la
batalla que se aproximaba. Las naves
Ileni cruzaron el espacio sobre el polo norte de la enana marrón, a quinientos
mil kilómetros de distancia de este. Conforme lo hacían aceleraron a velocidad
de combate y se enfilaron hacia el
enemigo.
Adiran observaba las imágenes
de la flota enemiga así como otra serie de datos que eran transmitidos a su
consola por los sensores del acorazado. La flota enemiga había encendido sus
motores y las emisiones de calor en estas se incrementaba minuto a minuto
conforme ponían sus armas en línea. Adiran vio con vehemencia como la distancia
entre ellos y las naves alienígenas se acortaba; dos millones de kilómetros, un millón de
kilómetros, quinientos mil kilómetros, en ese momento los ejes de ataque
comenzaron a separarse y maniobraron
para envolver a la flota alienígena.
El Grypus lideraba una formación de ocho naves; en el centro iba el
acorazado, rodeado por las fragatas Augusta,
Gemina y el destructor Fidelis; en la punta de la formación se
encontraban el crucero Gloria Immortalis
y la fragata Fretensis; Y en la
retaguardia iba el crucero Adstrum
Domitor y el destructor Indomitus.
Las naves Ileni avanzaron
audazmente hasta que se encontraron a trescientos
mil kilómetros de distancia de la flota enemiga, en ese momento todas las
alertas del puente del Grypus se dispararon, sirenas comenzaron a tintinear
ominosamente y el tribuno encargado de la sección del puente que controlaba los
escudos, exclamó en voz alta:
–¡Legado! Varias naves
enemigas acaban de abrir fuego sobre el Fenix.
–Un par de segundos después una lluvia de descargas de antiprotones y rayos
láser impactaron sobre las naves del grupo de ataque que lideraba la nave del pretor.
Adiran y el Legado observaron impactados como el potente fuego enemigo golpeaba
al Fenix, colapsando sus escudos y dañándolo seriamente, seguido de dos
fragatas que se partieron en pedazos tras ser alcanzadas por varias descargas
láser.
El Legado se quedó frio al
ver la imagen de sus naves desmoronándose, con los ojos perdidos en la pantalla
de su consola holográfica, que parpadeaba incesantemente mostrando diferentes
mensajes de alerta. De pronto la nave se zarandeó con fuerza tras ser alcanzada
por una descarga de antiprotones, aquella fuerte sacudida sacó a Adiran del
shock causado por su primera experiencia
de combate. Al ver que el Legado aún se encontraba congelado por el
impacto, se comunicó con las naves de su
eje de ataque y les ordenó abrir fuego sobre un par de cruceros que disparan
contra ellos.
Ambas flotas comenzaron un
intenso intercambio de fuego, lanzando cientos de andanadas de partículas y
láser que cruzaban la distancia que
separaba las flotas en cuestión de segundos cuales letales saetas, que
centelleaban brevemente en la oscura inmensidad del sistema Syagrius.
El Grypus se sacudía con cada impacto que recibía, hacia unos minutos
sus escudos habían colapsado, y una descarga de antiprotones había dañado
varias cubiertas causando casi doscientas bajas. Adiran observaba en su
pantalla como naves en ambos bandos se resquebrajaban ante el certero fuego, lo
hacía preocupado pues habían sufrido bajas, quince de sus naves habían sido
destruidas, entre ellas el Fidelis y
el Adstrum Domitor.
A pesar de las perdidas
el joven tribuno aún se sentía seguro de
la victoria, la superioridad numérica Ileni se iba imponiendo poco a poco, seis
de las naves enemigas habían sido destruidas, entre ellas su poderoso acorazado.
Adiran sabía que de seguir así la victoria seria segura, aunque costosa.
De entre el mudo caos de la
batalla, una ráfaga de descargas láser atravesaron el espacio a máxima velocidad
e impactaron en la fragata Fretensis, cuyos escudos colapsaron y la
nave explotó en un breve destello luminoso. El Legado colapsó en un ataque de nervios y para desmayo de Adiran ordenó la retirada.
–Tribuno, ordene
que nuestro eje de ataque se retire rumbo a la boya hiperespacial.
–¿Qué? ¡No
podemos abandonar la flota!
–¡Ya perdimos la mitad
del eje de ataque! Necesitamos reorganizarnos….
–Con todo respeto
legado, si nos retiramos ahora pondremos en peligro el resultado de la batalla.
El enemigo está perdiendo naves rápidamente y nosotros podemos soportar las
bajas. ¡Si presionamos la victoria será nuestra!
–¡Obedezca
Tribuno! –El grito del Legado resquebrajó
las esperanzas que Adiran tenía de una victoria, y completamente desmoralizado
transmitió las órdenes al resto de las naves del eje de ataque. El Grypus
llevó sus motores al máximo y escapó de la batalla mientras descargas de
energía pasaban a su alrededor, seguido de cerca por el crucero Gloria Immortalis
y la Fragata Augusta, el resto de las naves del eje de ataque se habían
rehusado a seguir las ordenes y se habían quedado en el combate.
Al acorazado y las naves que
le acompañaban les tomó un par de horas llegar a la boya hiperespacial, tiempo
en el que fueron increpados para regresar al combate por el legado que había
quedado al mando de la flota tras la muerte del pretor. Atilius hizo caso omiso a aquellas reprimendas y
mantuvo su curso hacia la boya.
Adiran se sentía frustrado,
veía impotente en su consola como la batalla continuaba con fiereza, como poco
a poco las naves Ileni se iban imponiendo sobre el enemigo. Gritaba por dentro,
estaba frustrado, aquel era su bautizo de fuego y el temeroso Legado le estaba robando la gloria. De pronto
escuchó al legado pronunciar unas palabras que lo hicieron estallar.
–Decano, establezca conexión
con la boya hiperespacial, saltamos al hiperespacio tan pronto estemos listos
–le ordenó el Legado con una voz
nerviosa al decano encargado del área de navegación. Adiran no soportó más y se
levantó de su asiento a reclamarle al Legado, estaba dispuesto a relevarlo del
mando por lo que consideraba un acto de cobardía, pero de pronto uno de los
tripulantes exclamó en voz alta, bastante confundido:
–Legado, estamos detectando
la apertura de varias ventanas
hiperespaciales… –No pasó un minuto cuando múltiples ventanas hiperespaciales
se abrieron a varios miles de kilómetros del
Grypus y de las naves que le
seguían, de estas salieron un centenar
de naves. Tan pronto lo hicieron, el tripulante siguió hablando–: Legado, las
naves son refuerzos enemigos. ¿Quiere que continuemos con el salto?
Adiran observó las imágenes
de aquellas naves en su pantalla, descorazonado regresó a su asiento, no estaba
seguro si el enemigo les había tendido una trampa o todo era una cruel
jugarreta del destino. De lo que si estaba seguro era que la batalla estaba
perdida y con aquella cantidad de naves enemigas, dudaba que las naves Ileni
que seguían luchando pudieran escapar.
«Curioso.» Se dijo a sí mismo
mientras veía al Legado con ambivalencia «De no haber sido por el cobarde,
estaría sentenciado a muerte.» Adiran se desparramó sobre su asiento y unos
instantes después sintió el jalón del salto hiperespacial, lo hizo en silencio,
sabiendo que aquella batalla era el primer trueno de una poderosa tempestad.
Pedro J. Cordero La Sombra del Culto http://www.bubok.es/libros/243956/LA-SOMBRA-DEL-CULTO