La simplicidad del primer millón

Rober hizo unas puntualizaciones muy interesantes con la que estoy muy de acuerdo. Desde luego, la personalidad de los héroes y villanos que salen en las historias infantiles es un valor a tener en cuenta y sí, es cierto que en la literatura para adultos esta cualidad no suele darse. Del héroe irreprochable y amable de los cuentos para niños, pasamos al antihéroe, al "bueno" con problemas y debilidades, cuyos sentimientos están muy difuminados, de la novela adulta. Yo creo, y no sé si estaréis de acuerdo conmigo, que estos rasgos son necesarios para que los niños se sientan identificados con los personajes. Lo mismo pasa con la moraleja. "Si haces cosas malas, acabarás como el personaje de tal cuento", "Si haces el bien, serás feliz"... No te preocupes Oniria. Te comprendo perfectamente. La tarde que mi prima pequeña prefirió ver un video de Sin Chan antes que Las Aventuras del Barón Münchausen fue una de las más descorazonadoras de mi vida. ;-) Eso sí, pese al paso de los años, la madrastra de Blancanieves de Disney convertida en bruja, me sigue dando un miedo terrible. Y en cuánto a lo que plantea Dani, no puedo encontrar una respuesta. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices del género menor. No sé por qué lo vemos así, pero es verdad. A mí, en ese sentido, me parece muy injusto. Por otro lado, quizá ya no se cultiva de forma tan pródiga porque es un tipo de literatura que ya no se da con tanta frecuencia (los libros también son víctimas de las modas) o, por lo menos, no cuenta con una figura tan representativa como fue la de Andersen en su momento. Aunque mira, los cuentacuentos que de vez en cuando actúan en los teatros lo hacen bastante bien, y son unos representantes extraordinarios. |
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