Quiso cambiar el mundo
Al la derecha, un poco al norte y en la ladera del cerro, se extiende la ciudad. No toda pero sí lo más importante: la ciudad antigua, de calles estrechas, edificios en forma de palacios, pequeñas placetas, restaurante ajardinados y muchos turistas.
Y a la izquierda, un poco al sur y como a la mitad del cerro, se ven las últimas casas de la ciudad. Por donde ya solo algunos colegios, caminos y carreteras, olivos viejos y muy pocos turistas. Sin embargo, sí se ve todavía por aquí un trozo de la antigua muralla, dos o tres casas ya abandonadas, el viejo pilar aun con agua y el resto de lo que fueron antiguas tiendas.
En un rincón, entre el pilar cuadrado y el trozo de muralla, se le ve. Acurrucado en una manta sucia, con la cara tapada y con los viejos zapatos a su derecha. También un cartón de leche junto a los zapatos, una bolsa de plástico con algo dentro y un libro casi roto. En otros tiempos, fue joven y se reveló primero contra los suyos, luego contra el pueblo y la ciudad y después contra el sistema y la humanidad entera. Y se reveló tanto que todos los fueron dejando a un lado. Hoy, ya viejo y sin fuerzas, al amanecer se le ve acurrucado junto al pilar y antiguo lavadero. Algunos, al pasar, lo miran, comentan dos palabras y siguen a lo suyo.
Pero también otros, se paran y comentan:
- Soñó con ser escritor para cambiar el mundo y mira como lo vemos ahora.
- Cualquier día de estos, al amanecer, aquí mismo, nos lo encontramos muerto.