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simpatialaboral
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Corrección y escritura

22 de Enero de 2010 a las 8:56
Dicen los que se dedican a publicar libros que solo hay un modo de escribir bien, negando gran parte de los recursos a los que podemos acceder quienes lo hacemos, ya por  gusto, ya profesionalmente, mal.
 
Así, nos advierten de la nece(si)dad de mantener la estructura sujeto, verbo y predicado, evitar palabras en otros idiomas y ser precisos en la descripción, limpiando nuestro castellano de impurezas.
 
Con gustarme sus afirmaciones, porque me mantienen alerta al escribir, evitando que el pensamiento domine sobre la función de comunicación que se otorga a la estructura, me lleva a considerar si prefiero leer toda la obra de Luis Mateo Diez o seguir disfrutando de otras, también, sea Tengo una pistola o Al pie de la escalera, o, yendo más atrás en el tiempo, Ulyses.
Acudo a un texto sobre corrección y para confirmar sus reglas echo un vistazo a una novela de gran éxito, Todo un hombre, de Tom Wolf, en su edición castellana del año 1999, publicada por el Círculo de Lectores, a partir de la que realizó BSA editores.

Me encuentro viudas y huérfanas por doquier, uno de los pecados capitales para cualquier corrector, quien obviará perder el tiempo con tu obra si adolece de falta de control sobre líneas cortas y palabras sueltas.

Algunos ejemplos extraidos de esa novela:

-¿Más oscuro? Vaya. Es verdad. he ido al golf más que de cos-
tumbre.

En ese momento Roger miró al alcalde con su propia sonrisa
irónica.

Se enderezó en el sofá, abrió los ojos y esbozó una gran
sonrisa.

Abundando en este tema, encuentro en el diario El Pais del pasado sábado, 16 de Enero, un fragmento de la obra de Jon Ronson, Los hombres  que miraban a las cabras, publicada por ediciones B

Aquí recojo algunas frases que me sorprenden, porque: se utilizan las comillas para los diálogos, pero no los guiones -largos, muy largos en la mayoría de novelas actuales-; duplica las comas en alguna frase; abusa de los puntos suspensivos y de los paréntesis (como si se tratara de la transcripción literal de una conversación incomprensible o inaudible).
 
Y para alimentar mis propios demonios, finaliza cada intervención de un personaje con dijo, comenté, y otros latiguillos detestables, en mi opinión.


"Sí, al menos una vez", contestó Glenn(...)

"Pues...,", titubean los de las fuerzas especiales.
la única pregunta es ¿quién puede alcanzarlos?
"Ya no es cosa del pasado", dije.
"Eso es un salto considerable", comenté.


Espero con ganas ver difundidos más ejemplos de este tipo y algunas reglas que sean de utilidad para quienes, sin pretender emular a Tristán Tzara ni a James Joyce en el uso de técnicas de escritura rompedoras, piensan que su propia voz bien se merece algo de libertad a la hora de componer la frase.