Bueno, amigo Pelagio, aunque la pregunta se la hagas a Bizarro, me gustaría darte mi opinión porque éste es un tema que siempre he mantenido en autodebate (si se puede utilizar el término). No creo que sea necesario buscar el efecto sorpresa para que una historia sea buena. Y la literatura está colmada de ejemplos en este sentido: algunos ensayos de Saramago son pura lógica, no hay sorpresa alguna; una de las obras, para mí, cumbre de la literatura contemporánea española, como es "La ciudad de los prodigios" de Eduardo Mendoza, tampoco acude como elemento necesario a la sorpresa. Otra cosa muy distinta es que quieras utilizar el factor sorpresa como base para tu novela. Es un elemento totalmente legal y si se utiliza bien es efectivo. En mi caso, si lo que escribo es un relato corto, entonces sí intento buscar el efecto sorpresa. Sobre todo porque si no puedo escribir mucho no puedo expresar mucho, ni puedo lucir (con toda mi modestia) mis habilidades literarias. Suplo mi sapiencia de escritura con mi imaginación, y busco la sorpresa para agradar al lector. Pero si escribo novela... soy más de la escuela del profesor Texeira: es más importante cómo se dice que el qué se dice. Si me permitís os voy a recomendar tres libros: El primero es un libro sin sorpresa alguna, pero tan bien escrito que me resulta una pequeña maravilla: "En busca del unicornio" de Juan Eslava Galán. El segundo es un libro cargado de sorpresas, pero sorpresas que a todos nos resultan conocidas: "El mundo" de Juan José Millás. El tercero es el libro por excelencia, el que mezcla las sorpresas con el contenido y con las formas: "El Quijote" de Cervantes. |
Es evidente que en relatos cortos el efecto sorpresa ayuda, y mucho. El que el soldado puteado y obediente resulte al final ser un peón de ajedrez, aparte de del trasfondo metafórico que encierra el tablero (trasunto de la vida misma y el mundo), es un excelente remate. (bien por Carlos). Por lo tanto, de acuerdo, el efecto sorpresa es un recurso que contribuye a hacer buena una historia. Sin embargo, nos preguntamos a menudo si es la condición sine qua non para que un relato sea bueno. Y no estoy seguro de la respuesta. Dependerá de lo que entendamos por factor sorpresa. Pero ¿puede haber buenas historias sin factor sorpresa? Mi instinto de escritor me dice que sin un mínimo de ese factor, sin una baza escondida, por pequeña que sea, que dejemos para el final, una historia, un relato, cojeará un poco. Algunas novelas nos llevan hacia una final inesperado, y nos mantiene de ese modo en vilo. Otras veces el final lo suponemos, tenemos pistas que llevan a varias hipótesis. Pero sólo al final sabremos cual de ellas es la correcta. Y ésto, aunque no es ya una sorpresa, pues es en parte algo esperado, tiene algo de factor sorpresa. En la novela de detectives al estilo clásico, algunos autores juegan con la sorpresa y dejan para el final el descubrir al asesino. Pero otros, por cierto muy recomendables, como Simenon, muchas veces nos ofrecen de entrada ese dato. Sin embargo, muchas veces, en el estudio psicológico que lleva a cabo Maigret para tratar de buscar las motivaciones y las circunstancias que llevaron a los hechos, surge una sorpresa de mayor calado que el descubrir al asesino. Personalmente pienso, para acabar, que el factor sorpresa es, en la literatura de ficción, relato, cuento, historia... un elemento necesario. Pero aclaro que hay muchos tipos de sorpresa. Puede hallársela en la identidad de una persona, en un secreto motivo oculto, o en unas circunstancias que lo justifican, y que no se nos ofrecen hasta el final, o en el ambiente o la naturaleza de los personajes, que no sospechábamos. Mi relato de ciencia ficción, DR82sP, muestra ya desde el principio, un planeta sin vida. A lo largo del documento encontrado por los alienígenas se van aclarando los motivos, pero de entrada ya sabemos que todos murieron en nuestro planeta. Hacia el final se aclaran las razones que llevaron a decidir el holocausto total. No podía hablarse propiamente de sorpresa, pensé. Por ello, en su última parte puse un pequeño detalle sobre los alienígenas, que tal vez sea ese pequeña baza que ayuda a acabar su lectura, y en vez de decir “¡Vaya bodrio!”, digamos “No está mal...”. Un abrazo Josep PS.gabrielfrau dijo : Pero si escribo novela... soy más de la escuela del profesor Texeira: es más importante cómo se dice que el qué se dice. Pero no hay nada como decir algo bueno, y decirlo bien. |
Todo libro ("todo" con boca pequeña) nos puede llegar a sorprender por cualquier detalle insignificante. Si os referís al giro narrativo que provoque en el lector, más que sorpresa, un shock, considero que no es necesario, es más, puede llegar a ser contraproducente y dar la impresión que el relato se nos ha salido del tiesto. Lo que siempre me aconsejo a mí mismo es moderación: sorpresa sí, pero con moderación; letargo sí, pero moderado. Algunos magos de las letras hicieron de la sorpresa algo cotidiano (García Márquez, Del amor y otros demonios; Cortázar, Bestiario; Torrente Ballester, La saga/fuga…).
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Yo creo que en esas palabras que has escogido, “efecto sorpresa”, radica el meollo de la cuestión. Me explico, si realmente el hecho sorprendente que ocurre en la trama, o incluso en el desenlace, es notado por el lector como un efecto, en el sentido de algo impostado, carente de verdad o fundamento, pues claro que no es recomendable; a ver, las grandes obras están llenas de sorpresas pero no son efectistas, es decir, te dejan anonadado (puedes llegar a pensar, “pero con qué me sale ahora éste, o ésta”) y sin embargo al darle unas cuantas vueltas más en la cabeza o simplemente al sentirlo y al dejarnos llevar pues no es tanta la sorpresa, aunque sigamos estupefactos, pues vemos que el relato (o la novela, pero el caso de la novela es mucho más amplio pues las posibilidades se amplían enormemente) lo estaba pidiendo, o que de esta manera (y no como la que se presuponía) el relato adquiere toda su fuerza, se amalgama y no se queda escuálido y con las vergüenzas al aire, cosa que sí pasa cuando el efecto sorpresa tiene más de efecto que de sorpresa. |
Yo no tengo nada que enmendar ni matizar, Bizarro. No se trata deun debate entre lo que pensamos cada uno, tan sólo tenía interés en conocer vuestras opiniones. Y tú, lo que tienes que hacer es mandarme los relatos que van llegando, "so saborio", que parece de la comparsa de "los farso" Edito: Ya hase farta, hijo. Ya lo tengo. |
cita de pelagio
A ése tipo de giro era al que me refería yo, Raul. ¿Puede suplir una trama sugerente, llena de giros y efectos sorprendentes, a la calidad literaria?
Es posible, Pelagio, es posible que la esencia sorpresiva de una trama sea lo más importante de una obra, pero creo que debe ir acompañada de un mínimo de otros factores que apuntalan esa cualidad principal. Me estoy acordando del dinosaurio de Monterroso. Aquí el elemento sorpresivo es el principal. En otro orden, la frase está bien construida y tal, pero poco más.
Aquí la sorpresa es suficiente, en sus dos vertientes: la intelectual, cuando el lector comprende lo que comporta despertar y que haya dinosaurios; y la sorpresa en cuanto a la forma, paupérrima y suficiente. |
que debate más absurdo oiga... a mi me parece muy sencillo. Se trata de saber si es necesario jugar con la imaginación y la inteligencia del lector o si basta con narrar -de forma brillante, por supuesto- unos acontecimientos. Y diría más, la pregunta de Pelagio es posible -dime si me equivoco- de si un relato tiene más posibilidades de ganar un concurso si se juega con la inteligencia y la imaginación del lector. Le estáis dando muchas vueltas para escurrir el vulto. La mitad de los relatos presentados juegan con la intriga y la sopresa. ¿Como de importante es eso? ¿Cuantos puntos habría obtenido el gnomo si no hubiera resultado que el envidioso era el prota? |
cita de soloelsol
Un buen giro (¡sorpresa!) en una historia sería aquel que es, aunque sorprendente, también inevitable y lógico. Me estoy acordando de El evangelio según Jesucristo de Saramago, donde ya sabemos cómo va a acabar la historia (Crucifixión, ¿verdad?, pasillo de la derecha, una cruz por persona…), y sin embargo, don José lo plantea todo desde un punto de vista insólito, y lo plantea de tal manera que tu propia razón es la que te dice que tuvo que ocurrir así, que los motivos tradicionales son ridículos hasta el esperpento y que tuvo que ocurrir de esta forma que nos cuenta. Yo creo que en esas palabras que has escogido, “efecto sorpresa”, radica el meollo de la cuestión. Me explico, si realmente el hecho sorprendente que ocurre en la trama, o incluso en el desenlace, es notado por el lector como un efecto, en el sentido de algo impostado, carente de verdad o fundamento, pues claro que no es recomendable; a ver, las grandes obras están llenas de sorpresas pero no son efectistas, es decir, te dejan anonadado (puedes llegar a pensar, “pero con qué me sale ahora éste, o ésta”) y sin embargo al darle unas cuantas vueltas más en la cabeza o simplemente al sentirlo y al dejarnos llevar pues no es tanta la sorpresa, aunque sigamos estupefactos, pues vemos que el relato (o la novela, pero el caso de la novela es mucho más amplio pues las posibilidades se amplían enormemente) lo estaba pidiendo, o que de esta manera (y no como la que se presuponía) el relato adquiere toda su fuerza, se amalgama y no se queda escuálido y con las vergüenzas al aire, cosa que sí pasa cuando el efecto sorpresa tiene más de efecto que de sorpresa. Este instante es el momento culminante de la novela, la sorpresa definitiva, lo más brutal que he leído en años, y sin embargo acontece de manera absolutamente natural, razonable y fascinante. Ya he dicho que otro maestro de la sorpresa anodina es Cortázar, donde el elemento de shock es presentado muchas veces como algo corriente (árbol, puerta, coche, tigre paseando por la biblioteca, papel y lápiz, cigarrillos…).
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Coincido bastanbte con la opinión de Carlos Aribau: " Se trata de saber si es necesario jugar con la imaginación y la inteligencia del lector o si basta con narrar -de forma brillante, por supuesto- unos acontecimientos" La importancia del efecto sorpresa depende de la intención del autor: jugar con la imaginación y la fantasía del lector o contarle un pedazo de vida. Eso se nota en el cuidado que hay que tener con los factores sorpresa. En su búsqueda el autor puede hacer fácilmente la historia inverosímil, la vida real no ofrece ni tantas sorpresas ni tantos giros inesperados. En la vida real soñar que algo cambiará tu vida (ese brusco giro del destino) no es más que una forma de defenderse ante la frustración de no conseguir cambiar nada. |
cita de carlosaribau
que debate más absurdo oiga...
Dónde está el debate absurdo, carlos,que me apunto…
a mi me parece muy sencillo. Se trata de saber si es necesario jugar con la imaginación y la inteligencia del lector o si basta con narrar -de forma brillante, por supuesto- unos acontecimientos. Y diría más, la pregunta de Pelagio es posible -dime si me equivoco- de si un relato tiene más posibilidades de ganar un concurso si se juega con la inteligencia y la imaginación del lector. Le estáis dando muchas vueltas para escurrir el vulto. La mitad de los relatos presentados juegan con la intriga y la sopresa. ¿Como de importante es eso? ¿Cuantos puntos habría obtenido el gnomo si no hubiera resultado que el envidioso era el prota? |
era una forma de hablar... me da la sensación que no contestáis intentando resolver la duda de Pelagio. Me parece bien que se debata - por supesto- pero algunos mensajes me parecen divagaciones. Sabéis a qué se refiere Pelagio. No era por tocar la moral. El tema es interesante y nos atañe a todos, pero también está bien mojarse. ¿no? Un abrazo amigo Pato (ya verás que se te queda el mote) |
cita de carlosaribau
era una forma de hablar... me da la sensación que no contestáis intentando resolver la duda de Pelagio. Me parece bien que se debata - por supesto- pero algunos mensajes me parecen divagaciones. Sabéis a qué se refiere Pelagio. No era por tocar la moral. El tema es interesante y nos atañe a todos, pero también está bien mojarse. ¿no?
Me gustan los patos. En mi pueblo en Pascua se canta una canción de esas picarones y con doble sentido, cuya letra es la que sigue:Un abrazo amigo Pato (ya verás que se te queda el mote) Aixina s'agafa el pato, el pato s'agafa aixina, axina s'agafa el pato, el pato s'agafa aixina… Y volvemos a empezar. Esto sí es escurrir el bulto.
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Lo que dices, wiskott es interesante. En cierta ocasión me planteé una duda; ¿se puede escribir de modo comercial, si nos dejamos llevar por los sentimientos? En resumidas cuentas la duda era sobre si se puede hacer converger una trama comercial y sugerente con dejarte los propios sentimientos al escribir, olvidarte de lo que el lector busca y decir lo que realmente quieres. |
cita de raulcamposval
eso es arte amigo Raul, auténtico arte.cita de carlosaribau
era una forma de hablar... me da la sensación que no contestáis intentando resolver la duda de Pelagio. Me parece bien que se debata - por supesto- pero algunos mensajes me parecen divagaciones. Sabéis a qué se refiere Pelagio. No era por tocar la moral. El tema es interesante y nos atañe a todos, pero también está bien mojarse. ¿no?
Me gustan los patos. En mi pueblo en Pascua se canta una canción de esas picarones y con doble sentido, cuya letra es la que sigue:Un abrazo amigo Pato (ya verás que se te queda el mote) Aixina s'agafa el pato, el pato s'agafa aixina, axina s'agafa el pato, el pato s'agafa aixina… Y volvemos a empezar. Esto sí es escurrir el bulto.
Un abrazo ps: ¿sabes a qué me refiero? |
cita de wiskott
Modestamente, creo que si escribes algo bien y has puesto en ello el corazón lo demás no es tan importante. Me refiero a que si sientes lo que haces eso se transmite.
La sorpresa es por tanto una herramienta más en el banco del escritor (o del músico, o del escultor…). Ya dije que un tema sorprendente o un buen giro en la trama deben ir acompañados al menos de unos mínimos de otros materiales y herramientas que apuntalen la construcción: misterio, trama, estilo… De todas maneras a mí no me suele importar demasiado todo esto: con una buena(s) idea(s) y fidelidad a tu estilo (ese que tanto te ha costado conseguir), me parece suficiente para pasar el rato y alcanzar las cotas que cada uno alcance. |
No creo que sea necesario buscar el efecto sorpresa para que una historia sea buena. Y la literatura está colmada de ejemplos en este sentido: algunos ensayos de Saramago son pura lógica, no hay sorpresa alguna; una de las obras, para mí, cumbre de la literatura contemporánea española, como es "La ciudad de los prodigios" de Eduardo Mendoza, tampoco acude como elemento necesario a la sorpresa.
Otra cosa muy distinta es que quieras utilizar el factor sorpresa como base para tu novela. Es un elemento totalmente legal y si se utiliza bien es efectivo.
En mi caso, si lo que escribo es un relato corto, entonces sí intento buscar el efecto sorpresa. Sobre todo porque si no puedo escribir mucho no puedo expresar mucho, ni puedo lucir (con toda mi modestia) mis habilidades literarias. Suplo mi sapiencia de escritura con mi imaginación, y busco la sorpresa para agradar al lector.
Pero si escribo novela... soy más de la escuela del profesor Texeira: es más importante cómo se dice que el qué se dice.
Si me permitís os voy a recomendar tres libros:
El primero es un libro sin sorpresa alguna, pero tan bien escrito que me resulta una pequeña maravilla: "En busca del unicornio" de Juan Eslava Galán.
El segundo es un libro cargado de sorpresas, pero sorpresas que a todos nos resultan conocidas: "El mundo" de Juan José Millás.
El tercero es el libro por excelencia, el que mezcla las sorpresas con el contenido y con las formas: "El Quijote" de Cervantes.