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raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009

Recopilatorio 2009. MIGUELMIG. 12/07/2010 a 18/07/2010

8 de Julio de 2010 a las 19:46

Señor Miguel Álvarez, cuando guste este fin de semana, ya puede usted postear sus tres relatos favoritos. Estaré encantado de leerlos y dar mi opinión, como todos los demás. 


Los esperamos.
miguelmig
Mensajes: 1.276
Fecha de ingreso: 23 de Enero de 2009
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  • 9 de Julio de 2010 a las 0:29
Si os parece bien, pondré aquí mis tres relatos cuando se acabe con los de Idelosan, para no liarnos. Es decir: el lunes los pongo.
raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 9 de Julio de 2010 a las 15:14
Perfecto, miguelmig.
miguelmig
Mensajes: 1.276
Fecha de ingreso: 23 de Enero de 2009
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  • 12 de Julio de 2010 a las 11:59

Bien, tras la resaca mundialista, aquí van mis relatos para que hagáis con ellos algo. Son estos:

Sábado por la tarde

Tarde fatal

El entierro de Genarín (procesión pagana)

Más abajo los pongo

 

miguelmig
Mensajes: 1.276
Fecha de ingreso: 23 de Enero de 2009
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  • 12 de Julio de 2010 a las 12:00

Sábado por la tarde 

 

Era sábado por la tarde cuando Marisa dio el pistoletazo de salida a la vida de su pequeño comercio: una librería en una esquina de la Calle del Libro. No obstante, en esta vía de la ciudad de residencia de Marisa no abundan estos negocios, y es por esto por lo que quizá Marisa decidió ubicar el suyo en esta zona, como para convertir a ésta en un algo literario,  que es lo que probablemente pensase que  debería ser por la denominación de la susodicha calle.

 

    Dejando el subconsciente a parte, el asunto es que Marisa se hallaba allí charlando con sus amigas y familiares, quienes fueron los asistentes, entre canapés y cava burbujeante en vasos de plástico, cuando de pronto una mujer de talla media y anchura gruesa, con una gran papada, entró por la puerta. Advirtieron la entrada de esta mujer los allí congregados por el sonido de la puerta al chocar contra un paragüero mal colocado, ella con sus ojos de pestañas maquilladas con rímel azul, grandes, con las cejas arqueadas para hacer saber a todos que se sabía observada y qué no era para tanto su entrada allí, pues no era conocida ni famosa ni nada, tan sólo había dado con la puerta un golpe al paragüero.  En éste depositó su paraguas la mujer, todo mojado. Afuera la lluvia era leve pero constante; llevaba ya todo el día cayendo el líquido elemento desde las grises alturas.

 

    Ya todos vueltos de nuevo a sus charlas, a sus comidas y a sus vasos con burbujas, la mujer  gruesa comenzó a mirar las obras escritas allí expuestas, las que estaban en una mesa grande en el centro del local con un tapete de terciopelo rojo. Las tocaba de una en una a medida que iba leyendo sus títulos y sus autores, deslizando sus dedos por sus tapas, pero sin cogerlas; parecía que buscaba una en concreto.

 

    -¡Anda mira! ¡Si este es mi libro! –exclamó alterada y contenta.

 

    Marisa, que no la había quitado ojo al ser su primera clienta no conocida, se sorprendió de tal noticia: parecía que esa mujer gruesa, de papada grande, era escritora, y había encontrado allí un libro de creación suya.

 

    -¿Lo ha escrito usted? –preguntó.

    -Sí,… qué ilusión… -parecía más calmada, los párpados caídos, leyendo el texto de la contraportada.

 

    Todos volvieron a observarla, como hacía unos instantes cuando hizo acto de presencia de manera tan escandalosa. Pensó de nuevo que no era para tanto, que ella no era conocida ni famosa ni nada, para en seguida notar que esto mismo ya lo habían notado todos ellos, y por eso se sorprendían, que una persona que parecía una cualquiera fuera la autora del libro que sostenía en sus manos.

 

    -Lo he escrito yo –dijo.

miguelmig
Mensajes: 1.276
Fecha de ingreso: 23 de Enero de 2009
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  • 12 de Julio de 2010 a las 12:01

Tarde fatal

 

Era finales de diciembre, Navidad. Antonio, aprovechando que su esposa e hijos habían ido a pasar la tarde al centro comercial, dejándole solo en la casa de la montaña, invitó a su mejor amigo, Jaime, para en ella verse y charlar un rato, y así de paso descansar de las fiestas navideñas.

 

    Lo que más hacían juntos Antonio y Jaime era cazar. Así que las horas que estuvieron en aquel chalecito en las cumbres, en un salón de grandes ventanales acristalados, las pasaron charlando acerca de esta su afición.

 

    Tras recordar aventuras varias y planificar otras, ya de noche  se despidieron hasta otro día u otra tarde, para disfrutarla de igual manera o mejor. Al cerrar la puerta Antonio, despedido su amigo, que se hallaba ya junto a su coche, y con la lechuza ululando, comenzaron a caer desde el cielo, sobre el césped del jardín, unas pequeñas gotas.

 

    En el interior, inmerso ya en la soledad, Antonio se dirigió, con su afición aún en la cabeza, arriba, a su habitación, al armario, a coger la escopeta y un trapo junto a ella guardado que siempre utilizaba para limpiarla. Bajó al salón de grandes ventanales acristalados y en él, sentado en un sofá marrón, se dispuso a frotar el arma con aquel pedazo de tela. En ese momento, afuera comenzó a tronar fuertemente. La lluvia se tornó en tempestad, e intensa. De repente, Antonio escuchó un ruido proveniente de ese exterior. Se trataba de una perdiz. “¿Pero como es posible?”, se preguntaba, “¡si aquí no hay perdices!”. En efecto, las perdices no habitaban en aquella comarca por tales lares, sino que habitaban en la estepa, más llana, en donde él y su amigo Jaime cazaban a menudo en la época de la veda.

  

    Dejó el arma sobre el sofá y se acercó a los grandes cristales, a observar tras ellos. Un fuerte viento comenzó a provocar un sonoro estruendo, con las ramas de los pinos rascando las ventanas del piso de arriba. Antonio sintió miedo. Mientras, intentaba averiguar, por medio de las cavilaciones, el origen o el por qué del cuchicheo de la perdiz.

 

    En ese instante, una figura, manta blanca abarcándola, se pegó al cristal, dándole un fuerte golpe, frente a Antonio. Era un fantasma cuyo pecho desprendía una tenue luz. Antonio se echó para atrás, hasta el medio del salón. El fantasma desapareció entre la lluvia. De nuevo Antonio escuchó a la perdiz, que estaría perdida entre la oscuridad. Y otra vez el fantasma apareció al instante que un fuerte trueno retumbaba por todas las montañas, con su rayo iluminando todo el contorno.

 

    Antonio, cagado de miedo, cogió la escopeta que había dejado en el sofá, encendió los focos del jardín, y salió al exterior. Buscó al fantasma y le pegó un tiro. Tras esto, la lluvia paró, y también el miedo de Antonio, aunque no por mucho tiempo, porque el espectro no estaba muerto. Y no solo eso, sino que, para asombro de Antonio, comenzó a hablar:

 

    - ¡Me has matado, cabrón! –dijo.

 

    Antonio no daba crédito. El fantasma era Jaime, tirado en el césped. Sólo le veía los ojos, detrás de dos agujeros de la sábana que le cubría, ensangrentada y mojada, pero le reconocía la voz.

 

    - Pe… pe… pero… -Antonio no sabía qué decir.

 

    - Mira el reloj… -dijo Jaime, esforzándose por conseguir hablar, echando a un lado, tirado como estaba, la linterna, y al otro el reclamo imitador del cuchicheo de las perdices.

 

    Antonio dejó caer la escopeta, se remangó un poco el jersey, manos temblando, y dijo:

 

    - Las… las…  las siete.

 

    - No… no… la fecha –ronco, carrasposo, agonizaba Jaime, desangrándose. Cerró los ojos.

 

    Antonio, nerviosísimo, balbuceó:

 

    - Veintiocho de diciembre.

 

miguelmig
Mensajes: 1.276
Fecha de ingreso: 23 de Enero de 2009
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  • 12 de Julio de 2010 a las 12:03

El entierro de Genarín  

 

 

- ¡El pellejeeeeerooo! –gritaba Genaro por las calles de la ciudad de León, por aquel entonces casi bimilenaria, la Semana Santa de mil novencientos veintinueve.

 

    Genaro Blanco Blanco, Genarín, era un hombre de entre cuarenta y sesenta años, menudo y simpático, muy conocido, y algo querido en aquella urbe de principios del siglo pasado. Se dedicaba al comercio de pieles de animales, sobre todo de conejos. El gran margen señalado en lo que a su edad se refiere, es debido a que nadie la conocía; todo el mundo hacía conjeturas sobre ella, y llegaban a la conclusión que les hacía decir que estaba próximo a la ancianidad. Pero hay que apuntar que las grandes cantidades de orujo que bebía asiduamente –borrachín también le llamaban-, y el intenso y continuo frío de la zona que con aquél quería mitigar -pues pasaba gran parte del día y de la noche en las calles, deambulando-, reflejan en cualquiera un rostro arrugado y castigado. Es por esto que no resulta descabellado pensar que quizá su edad era más cercana a la cuarentena.

 

    Genarín había sido abandonado al nacer, de ahí sus apellidos: Blanco Blanco. Éstos eran los que se ponían a los niños abandonados en León, en las puertas de su Catedral, a los pies de la Virgen Blanca, de la que se tomaban los mencionados.

 

    Aquella Santa Semana había pecado Genarín varias veces, acudiendo, como solía, a una casa de citas. A un burdel, para que nos entendamos. Pero esto no era nada extraordinario en él: cada dos por tres, y cada cien por cien, acudía por las noches a estos locales, o en la mayoría de las ocasiones, pisos.

 

    Se encontraba Genarín la fría mañana del Viernes Santo –las doce serían- cerca de una procesión, en una zona céntrica, haciendo sus necesidades fisiológicas, a la vera de las murallas romanas, cuando de repente el camión de la basura, el primero que compró el Ayuntamiento, conducido por un inexperto chico de diecinueve años, le aplastó contra las históricas, como si quisiera alguna autoridad divina castigarle por sus muchos pecados cometidos en su azarosa  y particular existencia. Una gran masa de gente, proveniente del acto religioso, acudió rauda a indagar sobre lo sucedido cuando dieron cuenta del suceso. Entre todos movieron el camión como pudieron para auxiliar a la víctima. Pero fue inútil, pues enseguida comprobaron que Genarín –muchos le habían reconocido- estaba muerto, con su tez abollada.

 

    De los de entre la masa allí presente, los que le conocían o sabían de él, ante la tétrica escena de la cabeza medio aplastada, y ante la continuación –a decir verdad, la procesión a buen seguro no se había detenido- del acto religioso, con la música de las cornetas y los tambores a lo lejos, no pudieron por menos, y comenzaron a recordar, compungidos,  todas esas imágenes de las que habían sido testigos o habían imaginado a veces, en las que el pequeñajo Genarín había sido su personaje principal.

 

    Desde el año siguiente a este triste final de la vida de nuestro protagonista, cuatro ciudadanos que bien le habían conocido, llamados Los cuatro evangelistas –un taxista, un árbitro, un aristócrata bohemio y un poeta-, organizaron y protagonizaron durante años y años, todas las noches de jueves santo, previas al aniversario de la muerte del menudo, el que dieron en llamar El entierro de Genarín, que consistió en una procesión pagana, seguida por miles de personas, desde las callejas más viejas de León, en las que Genarín se había emborrachado, hasta la muralla junto a la que feneció. Allí, en ese punto, los organizadores, ante la atenta mirada del muy abundante gentío, leían unos versos que le dedicaban, y uno de ellos ascendía, algo subido de copas de orujo -como el resto-, la mole de piedra, para en ella colgar una ofrenda, que consistía en una botella de orujo, queso, pan y una naranja, que era lo que Genarín solía comer cada día. 

 

raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 12 de Julio de 2010 a las 14:28

Bien, señores, el autor miguel alvarez (miguelmig) ha colgado ya sus tres relatos "favoritos". Leanlos y decidan cuál es el que debe formar parte de nuestro recopi y qué mejoras se le podría hacer. Recuerden que son ustedes editores. No se dejen llevar por sus gustos personales. Piensen en la calidad y la aceptación entre el público. 


Los leo esta tarde y mañana pondré algo.
danielhr
Mensajes: 1.359
Fecha de ingreso: 19 de Mayo de 2008
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  • 12 de Julio de 2010 a las 16:20
Voto por Tarde Fatal :-)
miguelmig
Mensajes: 1.276
Fecha de ingreso: 23 de Enero de 2009
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  • 13 de Julio de 2010 a las 1:41

Por Dios, DanielHR, ¡cuánto tiempo sin leerte por aquí!

La verdad es que yo últimamente tampoco frecuento mucho esto...

Vaya cambio que has pegado: ahora tienes barba y gafas nuevas... ¡si pareces otro!

¿Para cúando otra historia de Madmuaseille Mimí? (recomiendo a todos que la lean)

Bien, anímense a elegir el relato que más les guste de los tres en este post, hilo o lo que sea...

idelosan
Mensajes: 1.314
Fecha de ingreso: 6 de Noviembre de 2008
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  • 13 de Julio de 2010 a las 2:25
Ay, ¿Dónde está tu famoso relato del gnomo, Miguel? La verdad es que me extraña no verlo por aquí, yo lo habría elegido. Entre estos tres, "Sábado por la Tarde" me parece quizás demasiado breve, poco llamativo, demasiado sencillo. "Tarde Fatal" me chirria en varios aspectos, como que el narrador afirme cosas que en realidad no son así ("el fantasma", "la perdiz") en vez de transmitir las sensaciones subjetivas que siente el protagonista, o la muerte del amigo asesinado, que no se le ocurre otra cosa que recordar la fecha mientras agoniza moribundo.

"El Entierro de Genarín" yo creo que gana claramente, por trama, ambientación y estilo. Como editor, la única pega que le vería es que puesto en el libro recopilatorio restaría un poco de variedad, al ser una historia similar a la de Wesley Key de Jcboiza que también ha sido elegida. Si los votos van en esa dirección y no lo hace alguien antes, el jueves me pondré a señalar las cosas que veo que podrían mejorar del relato.
danielturambar
Mensajes: 5.089
Fecha de ingreso: 14 de Mayo de 2008
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  • 13 de Julio de 2010 a las 9:05
Demasiado breve... en fin. Yo voto por "Sábado por la tarde", operaciones estéticas aparte, incluida una redenominación. Dura lo que necesita para presentar un hecho sencillo y luminoso: la ilusión de comenzar algo nuevo. Es más: lo propondría como relato inicial del recopilatorio.
jcboiza
Mensajes: 268
Fecha de ingreso: 29 de Octubre de 2008
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  • 13 de Julio de 2010 a las 18:05

Buenas,


Me quedo (de momento) con el Entierro de Genarín, creo que por estilo y trama es muy superior a los otros dos. Sábado por la tarde necesita bastantes retoques. Algunas frases son confusas y hay errores de puntuación. Miguel es de los autores que más han evolucionado desde el inicio del concurso, así que estoy seguro de que le puede dar un repaso y a lo mejor me hace cambiar de opinión porque la intención de la historia me parece excelente.

Tarde Fatal es el relato, desde mi punto de vista, más flojo de los tres. Resulta demasiado obvio y hasta un poco ingenuo en el desarrollo de los personajes.Habría que oscurecer la historia y dotarla de mayor tenebrismo, ocultando al lector lo que ocurre hasta la última frase.

Un saludo,
Juan Carlos
danielturambar
Mensajes: 5.089
Fecha de ingreso: 14 de Mayo de 2008
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  • 13 de Julio de 2010 a las 18:38
Sí, por supuesto que "Sábado..." requiere mucha más chapa e incluso otro nombre, como ya dije. Es más estoy seguro de que Miguel sería capaz ahora mismo de mejorarlo sin alterar lo bueno que tiene el relato: esa ilusión esperanzada y esperanzadora que le da luz.
raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 13 de Julio de 2010 a las 19:09
Siento no poder aportar nada todavía. No he tenido tiempo. Echadme un capote si veis que se me escapa algo. 
miguelmig
Mensajes: 1.276
Fecha de ingreso: 23 de Enero de 2009
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  • 14 de Julio de 2010 a las 11:51
cita de Idelosan Ay, ¿Dónde está tu famoso relato del gnomo, Miguel? La verdad es que me extraña no verlo por aquí, yo lo habría elegido. Entre estos tres, "Sábado por la Tarde" me parece quizás demasiado breve, poco llamativo, demasiado sencillo. "Tarde Fatal" me chirria en varios aspectos, como que el narrador afirme cosas que en realidad no son así ("el fantasma", "la perdiz") en vez de transmitir las sensaciones subjetivas que siente el protagonista, o la muerte del amigo asesinado, que no se le ocurre otra cosa que recordar la fecha mientras agoniza moribundo.

"El Entierro de Genarín" yo creo que gana claramente, por trama, ambientación y estilo. Como editor, la única pega que le vería es que puesto en el libro recopilatorio restaría un poco de variedad, al ser una historia similar a la de Wesley Key de Jcboiza que también ha sido elegida. Si los votos van en esa dirección y no lo hace alguien antes, el jueves me pondré a señalar las cosas que veo que podrían mejorar del relato.

Gracias Idelosan por leerte mis relatos. El del gnomo no está porque es del 2010, y aquí hay que poner los del 2009. Si no, habría puesto el de la Oca (2º puesto...)

 

miguelmig
Mensajes: 1.276
Fecha de ingreso: 23 de Enero de 2009
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  • 14 de Julio de 2010 a las 11:53
cita de DanielTurambar Sí, por supuesto que "Sábado..." requiere mucha más chapa e incluso otro nombre, como ya dije. Es más estoy seguro de que Miguel sería capaz ahora mismo de mejorarlo sin alterar lo bueno que tiene el relato: esa ilusión esperanzada y esperanzadora que le da luz.
Bueno, a "sábado por la tarde" le podríamos cambiar el título y ponerle "el libro de Marga", o yo qué sé :)
gloriapaniagua
Mensajes: 879
Fecha de ingreso: 16 de Abril de 2008
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  • 14 de Julio de 2010 a las 13:03

- 3 votos     El entierro de Genarín

- 2 votos     Tarde fatal

- 1 voto       Sábado por la tarde

raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 14 de Julio de 2010 a las 13:49

Me ha parecido que la idea de Turambar de usar sábado por la tarde como primera obra del recopilatorio es realmente excelente. 


Sin embargo, me he permitido la licencia de reescribir el relatos de Miguel. Esencialmente es lo mismo, pero he corregido lo que considero fallos gramaticales y le he dado un poco de fuerza y sentido al final. Creo que el relato gana bastante. No sé cómo se lo tomará Miguel, pero he hecho labor de editor, que es de lo que se trataba. A partir de aquí ya hablamos y decidimos. Volved a leerlo y veréis que es ideal para encabezar el recopilatorio. Refleja el orgullo que podríamos sentir todos nosotros, y al mismo tiempo comprender que escribir no es para tanto y que no nos hará perder la cabeza. 

Me ha gustado mucho la sencillez. Sólo necesitaba una reescritura, una limpieza de cutis. Qué te parece, miguel?
raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 14 de Julio de 2010 a las 13:49

LO HE ESCRITO YO


Era sábado por la tarde cuando Marisa dio el pistoletazo de salida a su pequeño comercio: una librería en una esquina de la calle del Libro. No abundaban en ella estos negocios, y tal vez fue por eso por lo que quizá Marisa decidió ubicar allí el suyo, como para darle por fin sentido al nombre de la calle.

Marisa se hallaba dentro, charlando con sus amigas y familiares asistentes a la inauguración, entre canapés y cava burbujeante en vasos de plástico, cuando de pronto una mujer de talla media y complexión gruesa, con una gran papada, entró por la puerta. Todos se giraron al escuchar el estruendo que provocó al chocar contra un paragüero mal colocado. Ella, con sus ojos de pestañas maquilladas con rímel azul, grandes, con las cejas arqueadas, hizo saber a todos que se sabía observada, que ella no había puesto allí el paragüero, que no era para tanto. En él depositó la mujer su paraguas, todo mojado. Afuera la lluvia era leve, pero constante, llevaba ya todo el día cayendo desde las grises alturas. 

Ya todos devueltos de nuevo a sus charlas, a sus comidas y a sus vasos con burbujas, la mujer gruesa comenzó a mirar las obras escritas allí expuestas, las que estaban en una mesa grande en el centro del local con un tapete de terciopelo rojo. Las tocaba de una en una a medida que iba leyendo sus títulos y sus autores, deslizando los dedos por sus tapas… parecía que buscaba una en concreto. 

-¡Anda, mira! ¡Si este es mi libro! -exclamó alterada y contenta. 

Marisa, que no le había quitado ojo de encima por ser su primera cliente no conocida, se sorprendió de tal noticia: parecía que esa mujer gruesa, de papada grande, era escritora, y que había encontrado allí uno de sus libros. 

-¿Lo ha escrito usted? -preguntó. 

-Si… ¡qué ilusión! -parecía más calmada después de su entrada en la tienda, con los párpados caídos leyendo el texto de la contraportada. 

Todos volvieron a observarla, como hacia unos instantes cuando tropezó con el paragüero de forma tan escandalosa.  De nuevo hizo saber a todos que se sentía observada, de nuevo que no era para tanto. Pero ya no tenía que ver con el paragüero. Comprendió que muchos se sorprendían de que una persona que parecía una cualquiera fuera la autora del libro que sostenía en sus manos. Una brisa de orgullo le recorrió la cara. 

-Lo he escrito yo.

raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 15 de Julio de 2010 a las 10:45
Sé que estáis todos muy acalorados y muy de vacaciones, pero alguien puede decir algo de mi propuesta para el relato de Miguelmig?
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