La ley no atañe sólo a los medios de comunicación, sino que limita el uso de las escuchas telefónicas en investigaciones judiciales y policiales. Según los propios jueces, la mayor parte de las escuchas serán, a partir de esta ley, inviables como parte de la acusación. Esta ley no es más que otra de las aportaciones del payaso Berlusconi para protegerse a sí mismo y a los suyos (entendiendo "los suyos" no sólo como su entorno político, sino también como el entorno "crimen organizado" que, por todos es sabido, lo respalda). Lo único que persigue el inefable Silvio es que los muchos escándalos que afectan a su gobierno (sexuales, políticos y económicos) no lleguen a la opinión pública. Me niego a aplaudir una ley que, en origen, es aprobada para proteger delitos de aquellos que, más que ninguno, deberían predicar con el ejemplo. Disculparlo porque, en algunos casos, evitará injusticias en prensa, es como defender el régimen franquista porque Francisco hizo pantanos y carreteras...
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