Sí, unos consejos muy curiosos pero que imagino que muchos no harán caso. Yo de Homero he leído lo que me paciencia me ha permitido. Interesante pero empalagoso. El Quijote, no, porque el ejemplar que tengo es pequeño y con páginas muy finas de papel cebolla. Es frecuente encontrarse textos con letra pequeña explicando lo que el autor quiere decir. Cuando encuentre otro libro que no sea tan delicado, comenzaré a leerlo. La dvina comedia de Dante, un poquito. A ver si sigo leyéndola. Virgilio, muy poco. Al leer a Arturo me he acordado de unos consejos que dio en la tele hace muchos años (al principio de la transición) la poetisa Gloria Fuertes. "Si tu hijo te dice alguna vez que quiere ser poeta, dale una gran, gran paliza. Si al cabo de un tiempo te vuelve a decir lo mismo, dale otra gran paliza. Si a la tercera vez, te lo vuelve a decir...es que tu hijo quiere ser poeta." El consejo ya no es válido para ésta época. Si yo tuviera un hijo que quiere ser poeta, lo castigaría cinco minutos sin jugar con la Playstation. A la segunda vez, además de eso, le dejaría quince minutos desconectado a internet. Tras ese durísimo castigo, no creo que haya tercera vez. Mejor aún, seguro que mi hijo aprendería la lección y estudiaría uma buena carrera. que le permitiría encontrar un buen trabajo fijo ;) |
Leí la Iliada de joven (veintipocos años) en la terraza de un balcón durante un veraneo aburrido. Sería por aquella conjunción de circunstancias que aquella obra me resulta inolvidable. Si lo lees en el metro no creo que sea lo mismo. También me acuerdo que me tragué otro verano de un tirón "La montaña mágica". Cada mañana me sentaba en otro balcón con un paquete de patatas fritas y leyendo sin parar. Ahora no puedo volver a leer ese libro porque tantas patatas me sentarían mal al estómago, es una pena, no está uno pa ná. Sin patatas sería incapaz de releer ese tomazo.
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