Los invito a descargar mi novela, espero que les guste, espero sus comentarios.
Un abrazo grande desde Argentina
Hola, Marta. Bajé tu novela ayer, leí apenas unas 40 páginas, me impresionó tu lenguaje poético y tu madurez como escritora y esta mañana la metí en un usb y la trasladé a otro ordenador, más viejo, pero de pantalla generosa y mucho mejor procesador que el que cargan en los netbook -¡Qué malos son, qué baratos, también!- y le he dedicado como cuatro horas. Está llena de cosas buenas, que para ser publicables, demandan de algunas vueltas, en mi opinión. Escribes como los ángeles, argentina, ustedes parecen nacer con la voluntad de hacer grandes cosas. Le falta el ritmo de lectura, el que le dará una lectura reposada, hecha por otras personas, que no por tí. No me resisto a colgar algunos párrafos para envidia de la audiencia. Hay cosas que la dejan, no obstante, aliquebrada, como la saturación de evangelios que luego desaparece, las varias cartas del juzgado que deben ser algunas más para equilibrar el texto, los títulos de las partes -algo desafortunados o precipitados, no sé; entre las partes (la primera ocupa mucho y no parece estar cerrada; la segunda, donde aparecen la tía Dora y el futuro marido, tiene un lenguaje distinto pero se nota que está escrito desde el lado de la locura, más que desde la realidad; la tercera y posteriores muestran demasiadas mancuernas, están superpuestas, raras; las abogadas aparecen y desaparecen sin continuidad aparente; el lector tarda en saber lo que sucede...) Fluye el agua y la humanidad imagina el tiempo, Presume una historia como un mapa de pequeños estanques. En cada uno de ellos se ha dejado una ilusión de eternidad y en cada uno de ellos crece engolada la sangre de las conquistas. Ya no es libre el agua. Es tiempo nómada de inconciencia. Ya no es niño el niño, ha inventado al hombre y el hombre ha construido para él amplias, magnificas sepulturas. Lelia ve al Dr. Neri, lustroso y sonriente jugando con su dignidad de una mano a la otra como quien se entretiene con una pelotita de plástico. Así salpican las palabras de Neri sobre Lelia cuando quiere obligarla a detenerse en aquel fatídico 1995. Cuando era joven fundé el sentido de mi vida imaginando que uno puede concebir su alma a voluntad, pero esta utopía tantas veces ensayada, mi pequeña, no tuvo éxito conmigo, oscuros hilos movían el destino y acorralaban mi sueño de libertad. Yo no sabía casi nada y cuando supe tampoco pude ejercer la voluntad que soñaba. Tuvimos un pasado de sangre, yo era parte de é,l no podía lavarme en el estanque que los hombres preparan para sus pecados, no hubo bautismo niLeteo que borrara el dolor anterior, yo había nacido bajo el signo de la tormenta y mi alma tendía inevitablemente hacia ella. Ahora comprendo que aunque los designios sean en cierto modo una invención del espíritu humano que huye de su libertad, aún así raros conductos nos empujan por el río no elegido hacia rumbos no buscados. El imperio de lo real se imponía: una discusión matrimonial. Lelia aceptaba los códigos, bajaba la mirada, tomaba aire para no ahogarse, como un pájaro saca la cabeza de tanto en tanto en la imprescindible necesidad de ser tomado por un pez. Porque resultaba inadmisible carecer de branquias en el mundo de Caro. Busco afanosamente la oficina 482. Si, sí Que numero tan significativo se dijo con una ironía que los años habían logrado palidecer. Ah si cómo no recordar aquella memorable tarde de fines de diciembre cuando en su domicilio se hizo presente el encorvado y pálido Dr. K o simplemente un lobo disfrazado de caperucita bajo su traje de impecable sirviente de juzgado escondiendo la realidad de su propósito como el lobito la ferocidad de sus colmillos. Había aprendido a hacer de su odio un goce estético, miraba con piedad al enjuto doctor que parecía palidecer más a cada respuesta suya. Había irrumpido en su casa con una especie de orden de captura: “De encontrarse el demente en estado peligroso autorízase a la fuerza pública para que acompañe su internación en el nosocomio que se considere pertinente”. Es muy posible que Su Eminencia sólo haya emitido algunos sonidos ininteligibles, lo mismo da, es de suponer que una escena como esta se desarrollaría de manera semejante, al menos para el imaginario social. Y en aquel punto sucede el más vejatorio de los actos humanos: la violación de la tierra, los pueblos, los débiles. La historia que no se escribe y si de ella algo se dice deberá adivinarse entre las mayúsculas soberanas de la gran historia oficial esas minúsculas mal escritas, con el apuro del miedo y la pasión por la verdad. Queda plasmada en tres los blancos, los silencios de los escribas, las palabras que Jesús no dijo, su silencio ante el Sanedrín. El eterno interrogante de la traición de Judas. No se trataba de amar la leyenda del anciano ave fénix cuya historia conmovía más por el principio que por el final, sino de marcar aquel punto de inflexión donde toda forma, de algún modo legítima, de las búsqueda del hombre pasan a ser sus más rematadas caricaturas. Esto era lo que encarnaban los personajes de la clase de su tía y a esta ilegitimidad habría, imaginó Lelia, intentado inútilmente rebelarse su padre, adjudicándose todos los vicios posibles para exacerbarse contra su indudable apego de fondo a los principios que desde la cuna lo habían amamantado. Una lucha inútil que había terminado en el fracaso de una descomunal borrachera que lo llevara a un coma alcohólico irreversible. Y de allí en más los muros de silencio y repudio hacia su familia fueron haciéndose más y más infranqueables. PRESENTA AL MARIDO Y PADRE DE KAREN, ENTIENDO, EN LA PÁGINA 132 DEL PED, 131 DE LA NUMERACIÓN DEL DOCUMENTO. DEMASIADO LEJOS. Ayer Marcos vino para llevarse a Karen sin la asistente social, parecía disfrutarlo cuando le pedí que me diera la hora exacta en que iba a traerla. Se encogió de hombros con esa especie de sonrisa que suele tener cuando busca herirme, y me dijo con un gesto vago “Hacia la noche”; me puse delante de él y Marcos me corrió como si fuera un mueble y alzó a Karen. -Sabés muy bien lo que me molesta que la alces- Siento un nudo en el estómago como si algo se precipitara sobre mí, algo nauseabundo; no sé cuales son las palabras que debo usar para esa sensación. Me quedé sola en el patio sin ganas de nada, así estuve durante un rato con la mirada presa de esa sensación. **** No puedo entender por qué se hacen los desentendidos. La licenciada S. dijo que Karen no dijo lo que el padre le hizo cuando sí lo dijo; en vez de escucharme plantó sobre la mesa una inmensa cantidad de teorías como si me desafiara a ordenar un rompecabezas imposible. No entiendo sus códigos. Creo que nunca voy a entenderlos. Y se habían dispuesto las cosas de tal modo Lelia, que pronto comenzaste a ser mal mirada. Tu denuncia ahora había torcido el cauce en una jugada magistral de la abogada aguileña, en verdad no era más que una jugada ad oc, de lo que debe entenderse como el juego preestablecido. La trampa estaba desde el principio, pero vos, ilusa, no lo sabías, torcieron tu denuncia con innumerables pericias: El señor M.S. se presentó escudado bajo la voz maternal de la abogada expresando el dolor inmenso de haber sido sometido a semejante imputación, siendo que había amado a su mujer como a nadie en el mudo y que su hija era la luz de su existencia, y vos leías aquella palabras en Fs. 39, y sentías que te aprisionaba el pecho el frío de la culpa. ¿Cómo podías haber sido tan inmundamente cruel?. Pero según el CMF el señor M. muestra notables aspectos de simulación, violencia, enquistamiento en etapas pregenitales, compatibles con los hechos que se le imputan Pero así y todo la cuestión era que el psiquiatra de parte argumentaba que el señor M. de ninguna manera presenta alteraciones que puedan determinar conductas sexuales perversas, por el contrario, se ha verificado un alto grado de manifestaciones depresivas producto del trauma al que ha sido sometido por verse separado de su hija. Y más tarde Karen de tu mano, separada atrozmente. -Señora usted no puede ingresar con su hija- -Pero tiene cinco años- -Así lo dispone su SSKaren te dice que no quiere, vos le explicás que no es tu voluntad, que es sólo por un ratito, Me gusta, tiene gran fuerza; falta algo de trabajo para reposarla. Y no es de lectura fácil, ni ahora, ni cuando la retoques. Pero te sugiero que se la des a alguien para trabajarla desde la edición, porque es una brutalidad de novela. Escribes muy, muy bien. Un saludo
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Muchas gracias por los elogios y las críticas, con algunas coincido y con otras no, tengo tres novelas anteriores en papel pero esta es la más ambiciosa. Me gustaría que me vuelvas a escribir cuando termines de leerla. tu opinión es seria y tenes profundidad de análisis. Te mando un gran abrazo desde este triángulo al sur del mundo. |