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raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009

RECOPILATORIO 2009. VIXA. 27/09/2010 a 03/10/2010

27 de Septiembre de 2010 a las 13:48

Vamos con los relatos de Vixa en cuanto los cuelgue en este hilo. 


Os parece, chicos?
vixa
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  • 28 de Septiembre de 2010 a las 15:39
Caperucita y el Caballo

“Sólo es un atajo”. Fue lo último que le dijo a su amiga mientras se despedía agitando su mano, con una tierna e inocente sonrisa dibujada en su rostro. “Tan sólo es un atajo”. Repitió, mientras se perdía entre los callejones, al ver que la cara de incredulidad de su amiga no desaparecía.

Y entonces, una vez hubo dejado atrás a su compañera, con su pesada mochila llena de libros de texto de asignaturas que hacía tiempo que habían dejado de interesarle a su espalda, empezó a encadenar esquinas. Las calles se volvieron más estrechas, más húmedas, más sucias. El ambiente era cada vez más denso y, poco a poco, lo que en un principio era un olor incómodo se convirtió en un hedor nauseabundo. Y es que, sin duda, la humedad y los desperdicios no ayudaban a hacer más respirable la atmósfera de una calle angosta y permanentemente en la penumbra.

Sin embargo, eso no frenó a la joven que siguió caminando con paso decidido, y es que conocía muy bien ese atajo. Siguió cruzando portales, sumergiéndose en ese mundo que parecía tan poco apropiado para una jovencita que vestía aún uniforme de colegiala, su uniforme de colegio pijo y caro, con su chaquetita azul oscuro y su falda de cuadro escocés que se mecía a cada paso que daba, insinuando unas piernas bien torneadas pese a su esbelta, joven y deseable figura.

Y de este modo siguió adentrándose hasta cruzar el portal de uno de esos edificios ruinosos. Parecía claro que en su idea de atajo ese sitio no era precisamente de paso.

Cruzó el vestíbulo, obviando las pintadas de sus paredes, subió tres pisos, por las escaleras, sin prestar atención a los estragos hechos por la humedad. Y, una vez hubo subido esos tres pisos, llamó a la puerta de uno de los apartamentos.

Unos pasos pesados, cansados, se oyeron al otro lado. La puerta crujió cuando su dueño se apoyó en ella antes de preguntar:

-¿Quién es?
-Soy Claudia, ábreme.

Al otro lado se oyó como se corría una cadena y dos llaves giraban, luego, la pesada puerta de madera se abrió mientras emitía un sonido incómodo, muy agudo. Claudia entró y la puerta se cerró a sus espaldas repitiendo el mismo chillido.

-¿Otra vez aquí?-le preguntó el fornido hombre de color que acababa de abrirle.
-Sí, otra vez aquí. -respondió con picardía.
-¿Y qué quieres? ¿Lo mismo de siempre?
-Lo mismo.-respondió la adolescente, esta vez con una insolencia natural.
-Supongo que hoy sí traes el dinero, ¿no?
-La verdad es que esta vez tampoco he podido conseguirlo.
-Sabes que aquí sólo se fía una vez...
-Eso dijiste, pero creí que quizá podrías hacer una excepción.-le respondió poniéndose coqueta.
-¿Y eso por qué debería hacerlo? ¿Por qué me miras con esos ojos tan grandes? ¿Por qué me pones morritos con esos labios tan carnosos? No creo que sean suficiente esas artimañas de niña consentida...
-No sé.-respondió la adolescente mientras sonreía y se le acercaba... mientras intentaba no parecer muy desesperada- pero de camino a este piso he pensado que, si no querías volver a fiarme, quizá podríamos llegar a algún tipo de acuerdo...

El negro sonrió, luego miró de arriba abajo a la colegiala, cuya sonrisa había desaparecido de su rostro y ahora le miraba fijamente mientras mordía con aparente lascivia su labio inferior. La sonrisa del chico creció hasta mostrar toda su dentadura.

-Así que, ¿crees que podremos llegar a un acuerdo?-le preguntó Claudia mientras le daba la espalda y se quitaba sus braguitas rojas de fino encaje, dejándolas caer hábilmente por debajo de la falda.

Un silencio tenso se apoderó de la sala, al que la chica respondió agachándose un poco más, recogiendo un poco el trapito que cubría sus piernas, mostrando algo más que sus muslos y mirando con lujuria al chico.

El joven, finalmente, no pudo más que asentir sin que su sonrisa desapareciera de su boca, se dirigió a la mesita, sacó todo lo necesario y, mientras preparaba la goma y la jeringuilla, miró a la joven y le preguntó:

-¿Qué excusa has dado esta vez a tus padres?

La colegiala, con una sonrisa pícara en la boca, respondió:

-Les he dicho que iba a visitar a la abuelita.
vixa
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  • 28 de Septiembre de 2010 a las 15:40
¿Quieres un caramelo?

Nada más pisar el vestíbulo supe que ella estaba en casa. Su chaquetita verde, colgada en el perchero, así lo atestiguaba. También supuse que había llegado antes de que empezara a lloviznar, pues el paragüero estaba vacío. Ser consciente de que ella volvía a estar en casa encendió mi ansia.

Cada vez que me la encontraba sucedía lo mismo. Su mirada ingenua, su cuerpo frágil, su sonrisa cándida, sus respuestas inocentes y el absoluto desparpajo con el que trataba todo cuanto estaba a su alrededor despertaba mi deseo, el deseo más intenso que jamás he conocido. Era como una fina muñeca de porcelana, pura y limpia, y precisamente por esto tenía que ser mía, precisamente por eso quería poseerla.

Antes de subir al piso de arriba esperé un poco, apacigüé mis impulsos, y, una vez más calmado, me dirigí al salón. Al entrar me saludó con su alegría característica, se acercó a mí y extendió su mano. Yo sonreí, puse las manos en mis bolsillos, saqué un caramelo y se lo le dí. Ésta era la costumbre, nuestra costumbre. Luego se volvió y se fue, retomó sus asuntos. Yo me aposenté en el sofá y encendí la televisión, pero seguí contemplándola por el rabillo del ojo. Fuera, la llovizna se había convertido en una intensa tormenta de primavera.

El cielo había ennegrecido, los rayos y truenos se sucedían, y el agua, poco a poco, fue anegando calles, plazas y jardines. Mientras el agua repicaba con fuerza contra los cristales de la ventana, sonó el teléfono, al tercer tono mi mujer respondió. Al cabo de tres minutos cruzó la puerta del salón, se acercó y me dijo:

-Los padres de María no pueden venir a recogerla y me han pedido si podría acercarla a su casa. Ahora ando algo atareada con la cena, ¿te importa acompañarla?

Yo asentí sin pensarlo, mi corazón empezó a latir con más intensidad, me levanté, cogí mi abrigo, las llaves, y, con toda la dulzura de la que fui capaz, llamé a la pequeña María.

-Es hora de volver a casa, que mañana tienes que levantarte temprano para ir al colegio, ¿verdad?

Ella asintió con una sonrisa, tan dulce como irresistible, recogió sus cosas, se despidió de Carla, mi hija, y se reunió conmigo en la puerta. Ni un sólo lamento, ni una sola queja... es una niña tan dócil.

De eso hace ya veinte minutos. Ahora me encuentro junto a ella, solos, yo, ella y mi deseo; dentro de un coche con el motor encendido y las luces apagadas, perdido en la oscuridad, en medio de la tormenta. Ella me mira con ojos confusos, yo le sonrío y, como tantas otras veces, vuelvo a preguntarle:

-¿Quieres un caramelo?
vixa
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  • 28 de Septiembre de 2010 a las 15:42
PICO Y PIEDRA

Su cometido era picar, picar sin descanso. Picar esa piedra calcárea, rojiza, cada vez más dura. Picaba sin descanso. Ese era su trabajo, su única misión. Nunca se había planteado hacer otra cosa.

Un día le dieron un pico, le enseñaron un pequeño recoveco dentro de una gruta laberíntica y le dijeron que lo único que tenía que hacer era golpear esa pared, hacer crecer el agujero. Nunca se había preguntado porque el agujero tenía que ser cada vez más grande. Nunca se molestó en comprender su cometido. Simplemente picó, picó sin descanso. Un día tras otro, una semana tras otra, un año tras otro.

No era consciente de ello. El tiempo, su transcurso, su paso irrefrenable e inexorable, era un concepto alieno. Nada tenía que ver con él. Desde sus inicios, sólo había existido el pico, y él, lo único que había hecho a lo largo de toda su existencia era golpear sistemáticamente la piedra que tenía enfrente. En caso de considerarlo, para él, el concepto de tiempo hubiese sido algo confuso, difuso. Nunca había visto la luz del sol. No conocía el significado de la palabra día, semana o mes. Su rutina siempre había sido la misma. En su corta, larga o eterna existencia, nunca había experimentado nada, no había realizado acción alguna o visto elemento distinto que sirviese como referencia para empezar a contabilizar los beeps cíclicos, precisos y monótonos que surgían de algún punto perdido en el interior de su grueso armazón.

Del mismo modo que, para él, el concepto de tiempo era voluble, también lo era el concepto de consecuencia, de objetivo, de meta. Él tenía una misión, pero nunca se había planteado el objetivo de su trabajo. Las consecuencias era algo que nunca había evaluado y nunca lo había hecho porque no tenían ninguna influencia en su cometido inmediato: picar, picar una vez tras otra esa rojiza y dura piedra calcárea.

Y de ese modo, beep tras beep, agotaría su existencia en un cometido vano, en las profundidades de un planeta devastado, en una misión de objetivo ya inexistente... sin ser consciente en ningún momento de todo ello. Simplemente, él se limitaría a picar sin descanso hasta que la pequeña pila nuclear que llevaba alojada en su torso agotara sus reservas.
mortfan
mortfan
Mensajes: 672
Fecha de ingreso: 24 de Febrero de 2009
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  • 28 de Septiembre de 2010 a las 16:36
Vaya Vixa, tres buenos relatos... El de Pico y Piedra me gusta aunque me es un poco agobiante. Estaba entre Caperucita y Quieres un caramelo pero me voy a quedar con este último. Me parece que expresa un asunto turbio de manera "poética" gracias a la narración, por otro lado sencilla y agradable de leer. Sí, los tres están muy bien pero me voy a quedar con ¿Quieres un caramelo?
Si necesitáis nota para los tres(que en el mío hay quién hizo lo de dejar un voto y quién dejó tres... O_o y no sé cual es la manera correcta) pues serían:
¿Quieres un caramelo? :3
Caperucita y el caballo :2
Pico y piedra :1
raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 28 de Septiembre de 2010 a las 18:35

Yo me quedo con Caperucita y el caballo. Me parece el más inteligente, socarrón y divertido. Con revisar la puntuación de los diálogos, me valdría para publicarlo. 


Enhorabuena por los tres de todas maneras. 
pelagio
Mensajes: 3.390
Fecha de ingreso: 5 de Mayo de 2009
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  • 28 de Septiembre de 2010 a las 18:42
Yo voto por Pico y piedra. Es el más directo. Frases concretas que no se pierden en laberintos y un mensaje incrustado que se percibe con claridad. Sin duda me parece el mejor de los tres, seguido de ¿Quieres un caramelo? y después por "Caperucita..."
raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 28 de Septiembre de 2010 a las 19:18

Ahora mismo cada relato lleva un voto. 


Por favor, animaros a leer y votar a vixa, que por lo que se ve será difícil escoger.
oniria
oniria
Mensajes: 2.267
Fecha de ingreso: 15 de Febrero de 2009
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  • 29 de Septiembre de 2010 a las 1:23
A mí me gustan mucho los tres,  mucho, mucho ;D. Está difícil la cosa, pero me voy a decantar por ¿Quieres un caramelo? porque, pfff, consigue incomodar realmente. Es un gran relato. Plasmas de una forma que me parece inquietantemente real el pensamiento del pervertido.

Y eso que es una pena, Pico y Pala siempre me ha encantado y la de Caperucita es una versión muy interesante ;D

Pero... sólo puede quedar uno ;DDD
raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 29 de Septiembre de 2010 a las 13:47

Gracias a los que votáis incansablemente. 


Si no he fallado al contar, 
Caramelo 2
Caperucita 1
Pico y piedra 1

Tenemos toda la semana para decidir. 
danielhr
Mensajes: 1.359
Fecha de ingreso: 19 de Mayo de 2008
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  • 30 de Septiembre de 2010 a las 3:56

Sigamos tirando de archivo...


Sobre Caperucita y el caballo, DanielHR dijo...

Caperucita y el caballo: La lascivia fue cosa de la quincena pasada, Vixa. El relato resulta ameno y se lee de un tirón (escribes con bastante soltura y agilidad, y eso es algo que me agrada como lector y envidio como escritor). Lástima que resulte un poco predecible (no sé vosotros, pero yo vi perfectamente claro que el camello y la Lolita se iban a liar desde que ésta le soltó a bocajarro que no tenía dinero para pagarse la dosis). Vale que versiona el cuento de La Caperucita, pero creo que la adaptación no se acerca mucho al original.

Sobre ¿Quieres un caramelo?...

¿Quieres un caramelo? (5 puntos): A mi entender, es el relato que mejor trata el tema de esta quincena. Esta muy bien escrito y el final queda abierto, dejando al lector con la intriga de lo que sucederá. ¿Llegará finalmente ese padre de familia a seducir a la amiga de su hija? No lo sabemos, pero todo parece apuntar que sí. Mi favorito y mi particular ganador. El argumento me recordó mucho a un capítulo de Los Simpsons (no me digáis que la serie no es un buen referente), cuando Homer, trataba de hacerse con una gominola que se había adherido a las posaderas de una joven a la que llevaba a casa (¿Os acordáis de "Nunca podré olvidar su dulce cu...?). Y aquí terminan todos los paralelismos, pues si Homer fue erróneamente acusado de acoso sexual, el lascivo protagonista de esta historia es plenamente consciente de lo que hace. Mis felicitaciones a su autor/a.

Sobre Pico y piedra...

Pico y piedra: Fue uno de los primeros que leí. Estuve tentado de darle los cinco puntos pero el psicótico jugador de rol de Bizarro apareció en el horizonte. En un primer momento no le vi mucha relación con el tema de esta quincena, pero después, dándole vueltas a la cabeza, caí en la cuenta de que a esa maquina despersonalizada y sin sentimientos la han obligado (por no decir "programado")  a cumplir una misión, la cual llevará a cabo sin importarle que las comunicaciones con La Tierra terminen por perderse. Al fin y al cabo, ¿qué necesidad tienes de tener una identidad si eres una máquina a la que pueden manipular? Al acabar de leerlo sientes una sensación de angustia y desasogiego tremendos. Grande.

Conclusión:

Bien.  Por lo visito, dos de los relatos elegidos por Vixa consiguieron meterse en mi medallero (¿Quieres un caramelo? y Pico y piedra). Normalmente, a la hora de elegir suelo quedarme con aquellos textos a los que les di más puntos, así como de los que guardo un buen recuerdo. Ambos relatos cumplen con estos dos patrones, y pese a que ¿Quieres un caramelo? copó el podio en la edición de la lascivia, no tengo más remedio que quedarme con Pico y Piedra. Creo que es un peazo de relato y que, como tal, debe aparecer en el recopi. Los motivos están más arriba, y no puedo hacer menos que reiterarme. Damas y caballeros: ¡Voten por Pico y piedra! :D
raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 30 de Septiembre de 2010 a las 8:59

Caramelo 2

Pico y piedra 2
Caperucita 1

Hay empate en cabeza.
incongruente
Mensajes: 1.269
Fecha de ingreso: 10 de Junio de 2008
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  • 1 de Octubre de 2010 a las 21:49

Leidos los tres relatos y de acuerdo a mis características lectoras y gustos personales, unívocos y monotemáticos, me iclino por darle tres puntos a Pico y piedra

Dos a Caramelo

Uno  a Caperucita

ernie
Mensajes: 1.833
Fecha de ingreso: 21 de Julio de 2008
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  • 2 de Octubre de 2010 a las 23:56
Me gustan los tres bastante, un poco menos "Pico y Piedra", lo encuentro un tanto monótono, aunque la reiteración, el empecinamiento de la máquina, es la base de la historia, el relato se hace un pelín pesado. No mucho, gracias a su brevedad.
Si tuviera que quedarme con alguno para un recopilatorio, me decantaría por "¿Quieres un caramelo?" Es un relato de una temática muy difícil para hacerla en primera persona, muy bien llevado. Es desasosegante, siniestro y a la vez posee un punto casi infantil, de inocencia, como si lo que el protagonista fuese (o desease) a hacer no fuese una atrocidad, si no un acto inevitable, inocente. Pone los pelos de punta.
"Caperucita y Caballo" es un buen relato pero quizás un tanto más tópico que el anterior y algo más predecible, aunque de gran factura y muy bien llevado.
raulcamposval
Mensajes: 4.212
Fecha de ingreso: 9 de Noviembre de 2009
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  • 7 de Octubre de 2010 a las 10:26

Recuento final:


Pico y piedra 4
Caramelo 3
Caperucita 2

Por tanto, señor Vixa, cuando quiera y pueda, cuelgue su relato Pico y piedra en el hilo de Relatos seleccionados.