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rafaelho
Mensajes: 12
Fecha de ingreso: 15 de Diciembre de 2008

El Obispo Juana Mari Pio Pio

5 de Enero de 2009 a las 22:46
—Hemos salido victoriosos. Arriad las velas. Viento en popa a toda marcha —dijo el capitán eufórico lleno de vitalidad en la proa del cayuco medio hundido—.
Al mirar a su espalda, con notable decepción, vio que el único marinero superviviente yacía en el suelo en muy mal estado y no obedecía con diligencia sus órdenes.
—Levántate enseguida bergante, que nos esperan mil aventuras y batallas de las que saldremos victoriosos. Ves allá a lo lejos aquel navío de gran torreta y cientos de cañones, que azuzado por el viento navega en este mar embravecido; sígueme hombre de poca fe que nadando le daremos alcance y una vez en nuestro poder, con él alcanzaremos gran renombre bombardeando desde la costa las aldeas de nuestros enemigos.
—Pero señor, estas aguas están plagadas de tiburones, que ya están dando buena cuenta de nuestros compañeros y de aquellos pobres pescadores, que no se trataban sin duda de nuestros enemigos disfrazados. ¿No cree sería preferible, estando tan cerca de la costa dirigirnos a ella y emprender camino a un monasterio, donde pedir perdón por nuestros pecados y tal vez, si nos dejan, quedarnos allí hasta el final de nuestros días?.
—No digas sandeces, que en mi vida no había sufrido yo nunca semejantes golpes como los que me han dado con un pescado; aguerridos guerreros eran, no lo pongas en duda; y no desmitifiques con vanas dudas los meritos de esta gesta.
El capitán, lanzándose al agua con suma agilidad, hizo gran alarde de arrojo y valentía, pero no tardó mucho en volver a subir.
—Dios santo, que fría que está el agua.
Yo también ya estaba un poco harto de las duchas matutinas, pues aún cuando producen un efecto estimulante y son sin duda positivas para la salud y el organismo, soy más amigo de los ambientes cálidos, sin excesivo sofoco; pero bueno, aquí manda el doctor Gabriel y no quisiera yo contravenir ninguna de sus ordenes.
En las duchas, el Obispo aprovechaba para volver a bautizar bajo el inmenso chorro de agua a algunos pacientes, ayudando también a la efectividad de la ducha, aguantándolos con un fuerte abrazo frente al chorro o sumergiéndoles la cabeza en la exigua profundidad del agua. Los enfermeros aceptaban pusilánimes estas alusiones conmemorativas de los bautismos del Canaán, habiéndose demostrado con anterioridad las notables aptitudes del Obispo en la lucha cuerpo a cuerpo, o tal vez por un posible escrúpulo a revolcarse en la ducha con un hombre desnudo de casi doscientos kilos, con unos pechos desmesurados, debidos a un fallo en un tratamiento hormonal.
...
Esto es un fragmento de la novela de Rafael Homar, "El enigma de la cacatúa" que pueden leer por entregas en http://rafaelhomar.blogspot.com/
rafaelho
Mensajes: 12
Fecha de ingreso: 15 de Diciembre de 2008
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  • 7 de Enero de 2009 a las 15:33
¿Demasiado confuso? ¿Dificil de leer? ¿Raro?