Ahí va un adelanto: Quería Néstor, Mago y Vellocino de la Corte Estelar de Magos de Kübler, reunirse con su invitado Anslánus, quien esperaba en la sala azul del templo. Abrió la puerta y allí aguardaba el joven, sentado en una silla forrada de terciopelo verde y madera color azabache. En medio de la sala azul, una gran maesa cuadrada y amplia, rodeada por media docena de sillas, todas ellas, de las mismas características que la anterior. Las paredes de la sala, estaban pintadas como su nombre indica, de azul claro con adornos mosaico-relieve, en rincones y contornos. Los cuadros contaban con escenas de la naturaleza propia de la región de Pharta; escenas de caza y animales exóticos como tema principal y remanente de expresión artística. -¿Anslánus?-. Dijo Néstor asomando la cabeza por la puerta. -Si-. Afirmó éste, quedándose repentinamente expectante. -Acompáñame. Soy Néstor, mentor en las clases de magia-. Néstor tendió la mano mientras se apoyaba en su bastón. De cuya agarradera, estaba formada por la cabeza de un toro de oro, y desde donde sus altos cuernos, sujetaba un diamante transparente y en forma redondeada. Como si el sol mismo, asomase por entre los cuernos del toro. Vestía Néstor en ésta ocasión, una túnica que le cubría hasta los pies de un tono azul oscuro. Como es lo propio de los sabios por éstos lares. Porta también, una larga melena y barba de iguales características de cuyos mechones, despuntaban algunas blancas reminiscencias, aportando solidez a su penetrante mirada. Anslánus agarró la bolsa de viaje, mientras fijaba su mirada en el bastón. -Encantado de conocerte, maestro-. Le dijo extendiendo su mano derecha, mientras que con la izquierda, impulsó la bolsa sobre su espalda, asegurándose de que ésta, quedase lo suficientemente cómoda para iniciar su andadura. Se pusieron en marcha pasillo arriba. Los amplios y recargados cristales que soportaban sus ventanales hacían de éste, un lugar único e iluminado. Conocido en toda el continente de Kindenton, como el Templo de Kübler. Anslánus es joven, de pelo castaño y rizado. Vestía con la ropa típica de la región. Un pantalón de tela color marrón, botas, camisa verde oscura y chaqueta de ante marrón, más clara aún que el pantalón. De su cinturón de cuero, cuelgan unas bolsas con pequeños enseres, otra con amuletos y un machete enfundado. -¿Qué tal ha ido el viaje, joven?. -Bien, gracias. Han sido tres jornadas a caballo. Me ha costado encontrar la ciudad, pero al fin; la hallé, e incluso, antes de lo que yo esperaba. -¿Sabes que sois muchos los llamados pero pocos los elegidos, en ésto de la magia?. -Si. Lo sé. Desde que era muy joven lo sabía. Parece que tengo algún tipo de atributo, en virtud al cual, se me hace fácil su manejo. Probé con pequeñas metas, dándome buen resultado. Hace de esto dos brakers y medio. Más tarde, fue en la escuela de Télsus, donde comencé a practicar con todo esto mas en serio. Lo cierto, es que logré muy buenos resultados... -¿No crees que estás siendo un poco hostinado, Anslánus?. -¿Qué?. -No importa, ya hablaremos de eso más tarde. Aquí vas a encontrar gente con cierto poder. Los hay aprendices de todos los niveles, tanto iniciados, como los que todavía no lo son. Todos tenemos algo que aprender. De igual manera, todos aprendemos de todos. Es así como se hace la historia. Y no de otro modo. -Lo tendré en cuenta. Maestro. -Cuando no estemos en el aula, puedes llamarme por mi nombre: Néstor. -Gracias, Néstor. -Ahora, sígueme. Te llevaré a tus aposentos. Salieron del pasillo a una gran sala llena de columnas.... |