Dura competencia (David Moisés) Se ha cumplido: mi esfuerzo no resultó baldío… -¡Enhorabuena! El puesto es suyo. Estábamos indecisos entre usted y su compañero, pero García llega tarde y ya sabe cuánto nos disgusta la impuntualidad. -Fea costumbre… No lo volverá a hacer. ¡Seguro! –le respondí estrechando su mano. -¿Qué hará ahora, Gutiérrez? -Me tomaré unas vacaciones. Serán las primeras en quince años. -¡Bien pensado! ¿Dónde irá: playa o montaña? -Montaña, señor. He alquilado una solitaria cabaña encerrada entre pinos al lado de un gran lago. -La tranquilidad es importante para reponer energías -me sonrió. Asentí: «También lo es para deshacerse de un cadáver». |
San Martín (Luisa Hurtado) Deshacerse de un cadáver no es fácil, se dijo. Quizás por eso él prefirió las palizas y las amenazas. Ahora que su marido yacía inerte en mitad de la cocina comprendía el problema al que se enfrentaba. Estuvo a punto de dejarse aplastar por los gritos de años que aún retumbaban en su mente, pero lo sangre empezó a fluir de uno de sus oídos. Tenía que actuar rápido. Recordó entonces a Marisa, su vecina del quinto interior, ella había participado en alguna que otra matanza en su pueblo, ella sabría como descuartizar a un cerdo. |
Un tajo al corazón (Carlos Maza) -Sabría cómo descuartizar a un cerdo. -Aún eres un niño –dijo mi padre-. Por ahora, recoge la sangre con los demás. - No soy un niño –insistí-, puedo hacerlo. Sabía que la hija de los propietarios, María, me miraba. Yo no era capaz de alzar la vista mientras sostenía el cubo. Mi padre utilizaba la cuchilla sin descanso. Los gritos del animal dejaban paso al silencio afanoso de todos. Cuando miré, ella me sonreía. |
Madre (Idelosan) Cuando miré, ella me sonreía… levanté la cabeza y observé su rostro a través de la cortina de lágrimas sobre mis ojos. Apenas fui capaz de decirle adiós a medida que el cianuro la mataba. Era su primera sonrisa en veinte años, casi un cuarto de siglo de dolor y sufrimiento postrada en una cama que, por fin, la vería partir. Entonces, me derrumbé. Me escondí en su regazo y lloré su pérdida en silencio. Cuando me volví a incorporar y la vi, inmóvil, con esa sonrisa de paz fijada en los labios, supe definitivamente que había hecho lo correcto. |
Lo último (Civairott) |
Excusas (Ernie) - ¡Te pedí una semana! ¡Una! - ¡Me abandonaste! - ¡Una semana... para pensar en lo nuestro! ¡¿Y te tiras a mi madre?! ¡¿Y tu excusa es que necesitas dar amor?! ¡Eres un cabrón! - ¿Sirve de algo que te diga que me recuerda mucho a ti? –pregunta, con un hilillo de voz. |
Agarrotado (Pelagio) Con un hilillo de voz intenta llamar la atención. —Argggg…hij…..argggg. — Patalea contra la tablazón del patíbulo. Del otro extremo del cuadrilátero, charlando mientras se hurga entre los dientes con un palillo. —Yo sigo prefiriendo el cuero al hierro. Se ajusta mejor al gaznate y es mucho más limpio. No rompe ni rasga. No hay sangre. Cuello roto o asfixia, según cuadre. —Afirma el verdugo. —No sé, no sé. El hierro transmite contundencia; cerrar, atornillar y apretar. Es más rápido. — ¿Y a ti quién te ha dicho que esto tiene que ser rápido? Nuevamente un hilillo de voz. —Argggg… |