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javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009

Comentarios insulares (LXIX certamen quincenal de relatos)

8 de Mayo de 2011 a las 23:16

Pues bien, todo lo relativo a esta quincena, menos los relatos, aquí.

Por supuesto que, como tema escenario, valdrán los relatos ambientados en una isla que tengan como factor importante el hecho de que sucedan en una isla y que no pudiesen suceder igual en el continente.

Creo que se entiende, ¿verdad?

javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009
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  • 8 de Mayo de 2011 a las 23:21

Pensando en...

La novela de Huxley.

La teleserie de Lost.

La piel fría, de Sánchez Piñol.

El señor de las moscas (W. Golding).

Aislamiento humano en general.

Unas vacaciones paradisíacas.

Cuba.

Japón.

carlosaribau
Mensajes: 2.086
Fecha de ingreso: 2 de Septiembre de 2009
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  • 8 de Mayo de 2011 a las 23:29
Si pudiera comparme un trozo de planeta me compraria Formentera y si el dinero no me llegara, me quedaria solo con una de sus playas

Platja de ses illetes.



pelagio
Mensajes: 3.390
Fecha de ingreso: 5 de Mayo de 2009
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  • 9 de Mayo de 2011 a las 23:09

Felicidades, Javi. Bueno os dejo esto aquí para que vayáis abriendo boca. No participaré en esta edición tampoco, pero os dejo parte de mi. Reconozco que es uno de los relatos de los que más orgulloso me siento.


LA ISLA                                                        


 Las olas son movimientos ondulatorios del agua provocados por la fricción del viento; es éste un hecho científico constatado, más allá de la poesía, más allá del rumor y del tacto viscoso de las algas bajo mis pies. 
     Al igual que las personas, dependiendo de las circunstancias del entorno, las olas varían su conducta: pueden ser suaves como las caricias de una mujer o violentas como la pasión más vil. En éste punto he llegado a la conclusión de que las olas son mera poesía. No sé si debo tomar nota de mis percepciones de forma tan clara; alguien podría pensar que estoy rematadamente loco. 
     Los rayos del sol inciden de forma oblicua sobre el reflejo metálico del mar. Las diminutas partículas de agua que quedan en suspensión forman un entramado de colores. Un dibujo en continuo movimiento. 
     Desde mi posición, el “Albatros” se divisa como una imagen difusa e irreal. Forma parte del pasado; el agradable crujido de su tablazón y el vaivén sobre cubierta, al compás de un rítmico dos por dos, son tan sólo una impresión pretérita en mi memoria.   
     En algún sitio leí que Marco Polo los llamo “antropófagos con cara de perro”, quizás en la Enciclopedia Británica. Es evidente que Marco Polo tenía más de poeta que de científico. Tal vez jamás pusiera un pie en esta orilla, tal vez jamás divisara desde lo alto del trinquete el contorno pacífico de esta isla. 

     Llevamos dos meses en la playa. Nada más arribar el capitán Edgar Orly ordenó fondear el falucho frente a la costa; las provisiones habían empezado a escasear y algunos miembros de la tripulación estaban afectados por el escorbuto.
     Después de comprobar la derrota del rumbo y las cartas de navegación, Orly aseguró que nos encontrábamos en algún punto entre el cabo de Negrais y el extremo Norte de Sumatra.

     Los isleños nos han recibido con suspicacia; cualquiera sabe el recuerdo que guardan de los blancos en los anales de su historia. Físicamente presentan pocas diferencias con otros indígenas de las islas que salpican las aguas del Índico; son delgados, de piel oscura y pelo rizado. Además gozan del privilegio de la inocencia, ya que parecen estar exentos de pudor alguno. Tanto hombres como mujeres van desnudos y no hay, o al menos yo no los he visto, niños. ¿Están condenados a la extinción? Puede ser, a fin de cuentas hoy estamos aquí y mañana no.
      La playa es una frontera y a la vez un lugar de encuentro. Una raya en el agua. Inapreciable. 
     Orly es un hombre adusto, aunque de buen corazón. Sabe que dependemos del carácter afable de los indígenas para sobrevivir, pero no quiere que los hombres se dejen embaucar por sus costumbres. Varios marineros han sido recluidos en la bodega del falucho por congeniar con mujeres. El pecado de la carne no existe entre estas gentes; sus hembras son extrovertidas y alegres.
      El recuerdo de la frágil Emily se hace patente a cada instante; la palidez de su rostro, enmarcado por una cabellera azabache, me cohíbe y atenaza. Recuerdo levemente una tarde nubosa; el predio del reverendo Lynch, limitado por muros de piedra vista salpicadas de musgo amarillento, acogiendo a las señoras del pueblo de Berwyn. Bizcocho y té frío para sobrellevar el sofoco de la primavera galesa. Hace calor y humedad. El deseo es un instinto que galopa a lomos de la abstinencia. La presencia de la joven hija del reverendo me hostiga continuamente. 
 
     Tras muchas reticencias, y ante la necesidad de recolectar los alimentos necesarios para contener el avance del escorbuto, Orly me ha permitido cruzar la frontera. La idea de internarme en la isla me inquieta y a la vez me provoca una gran emoción. El instinto adormilado del científico se abre paso desechando las ínfulas del poeta, que sin duda prefiere permanecer en la playa desvelando las incógnitas que preñan el aire salado.
     El interior de la isla es boscoso; el perfil se vuelve airado a medida que avanzamos y los escarpes se elevan por encima de las copas de los árboles, mostrando una faz desolada no desvelada hasta el momento.   Esta claro que la vida de los indígenas se mantiene en equilibrio con el medio. No tienen armas, ni ofensivas ni defensivas. Los únicos utensilios que alcanzo a distinguir son los que emplean para cazar, pescar o recolectar frutos: cerbatanas, pértigas, nasas y unas curiosas ristras de anzuelos que sujetan a su cintura mientras recorren la orilla.

     El río Afon Dyfien  discurre pacífico entre alisos y sauces llorones. Al contrario que los ríos del Norte, en los que prolifera el salmón, es un río truchero. Pequeñas estelas, como lorigas plateadas trazando surcos en el lecho, bailotean entre las piedras del fondo. Berwyn es un pueblo de pescadores; la joven Emily disfruta de una tarde de picnic mientras me debato en franca competencia con varios vecinos. Todos ellos son más avezados que yo; el Támesis no es la mejor escuela para aprender a pescar truchas. Nos saluda agitando la mano con indolencia; el movimiento describe un enigma antiguo como el tiempo; sin saber porqué arrojo el sedal con violencia. ¡Plop!, y el anzuelo se sumerge en las aguas prístinas del río. 

     El efecto Föhn determina que cuando una corriente de aire choca con un relieve se eleva por la ladera de barlovento, para descender luego por la de sotavento. Al subir el aire se va enfriando, lo que produce precipitaciones. El aire descendente, sin humedad, es cálido y desecante. 
     Al alcanzar la cima del collado, unos seiscientos metros a ojo de buen cubero, los hombres están derrengados. Desde lo alto se puede divisar la pequeña bahía que acoge al “Albatros” y la inmensidad que nos separa del mundo. Me siento pequeño. Por alguna razón que no alcanzo a comprender, tengo miedo.
     Del otro lado el perfil se suaviza, el rostro agreste de la isla se transforma en un herbazal salpicado de chozas y empalizadas. La tierra parcelada me traslada al páramo galés. No quiero recordar, ahora no. 
     Descendemos a lo largo de un sendero de tierra rojiza, surcado por encrucijadas que parecen aventadas a los cuatro puntos cardinales de la isla. En cada una de ellas observo estelas funerarias rodeadas de flores amarillas. Imagino un origen noble en las mismas; a menudo el valor de las personas se pierde enterrado entre sus propios huesos. ¿Es tal vez un vestigio de religión? ¿Amaran a Dios estos salvajes? Y si es así, ¿son hijos de nuestro Dios? 
     Niños. No hay niños; no puedo evitar discurrir al respecto. Hay mujeres jóvenes en edad fértil y los hombres, aparentemente, son fuertes y sanos.
     El jefe de la aldea es un hombre enjuto y correoso. Me llama la atención el perfecto alineamiento de sus dientes y el brillo verdoso de sus ojos. Nos recibe en una especie de plaza circular y, si no he entendido mal sus gestos, nos invita a comer. Miro hacia atrás; la orografía oculta la bahía. Orly y los demás nos esperan, quizás les inquiete nuestra tardanza. O tal vez no. 

     La parroquia al completo se reúne frente al altar del Afon Dyfien. Es un lugar secreto que, curiosamente, todo el mundo conoce. Como cada año, el solsticio de primavera provoca a los espíritus del bosque y a los cándidos donceles y doncellas. Las piedras mágicas pronuncian discursos milenarios y la tierra se abre recibiendo el esperma primigenio de la creación. Emily se une a un vertiginoso festival de color; desnuda, libre y sin ataduras. ¿Qué saben más allá de la cordillera? ¿Acaso no es el mismo Dios el que reclama nuestra atención? ¿Acaso no somos los mismos bajo otra convención? 
     Emily se ha entregado a su destino. Mi pene ávido la ha invadido y he regado con la esencia del génesis su útero fértil.
      Un atardecer ocre, como de oro viejo, se abre paso sobre las aguas del río, sobre la piedra y las mentes abiertas.

     La noche se revela pacífica. Las sombras se diluyen sin violencia bajo la palidez de la luna y se concentran en torno a un fuego antiguo; el fulgor de los rescoldos levanta una miríada de volutas incandescentes a nuestro alrededor. Los hombres han bebido un mejunje verdoso y espeso; están ebrios. Yo apenas lo he probado, hace años que no pruebo el alcohol. 
     El jefe resurge de su interior como un ser reencarnado en deidad. Sumidos en un trance obscuro, los indígenas murmuran una endecha que se pierde en mi cerebro como un gusano infecto que devora mis neuronas. Tengo hambre. 
     Niños, no había niños. El vértigo me hace alucinar; una compaña de infantes se derrama, al son de una música ancestral, por las laderas mullidas del bosque que precede a la aldea.
     Carne viva para alimentar el alma de los impúberes. El corazón del contramaestre Gilles todavía late entre las manos del jefe cuando se lo entrega al joven de ojos verdes y mirada febril. Por un instante recuerdo de nuevo la Enciclopedia Británica. Quizás Marco Polo fuera más metódico de lo que yo pensaba. 
 
 
     
     

lopezlopez
lopezlopez
Mensajes: 44
Fecha de ingreso: 23 de Marzo de 2011
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  • 12 de Mayo de 2011 a las 12:39
Lo mismo me pongo y escribo algo. Pelagio, le quitas las ganas a uno de escribir. Menudo trabajo, lastima que no se pueda, ejem, se deba, repetir relato. Yo te hubiera dado alguno de mis votos.
javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009
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  • 12 de Mayo de 2011 a las 12:55

Me gustó aquel relato, Pelagio. Ya decía yo que me sonaba algo en cuanto a islas en este concurso. A esta ínsula tuya le damos el medallón de honor de la quincena.

Ahora, una aportación del MdC (sirva como inspiración).

La isla en peso ( fragmentos)
               

La maldita circunstancia del agua por todas partes
me obliga a sentarme en la mesa del café.
Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer
hubiera podido dormir a pierna suelta.
Mientras los muchachos se despojaban de sus ropas para nadar
doce personas morían en un cuarto por compresión.
Cuando a la madrugada la pordiosera resbala en el agua
en el preciso momento en que se lava uno de sus pezones,
me acostumbro al hedor del puerto,
me acostumbro a la misma mujer que invariablemente masturba,
noche a noche, al soldado de guardia en medio del sueño de los peces.
Una taza de café no puede alejar mi idea fija,
en otro tiempo yo vivía adánicamente.
¿Qué trajo la metamorfosis?
[…]
Hay que saltar del lecho y buscar la vena mayor del mar para desangrarlo.
Me he puesto a pescar esponjas frenéticamente,
esos seres milagrosos que pueden desalojar hasta la última gota de agua
y vivir secamente.
[…]
Llegué cuando daban un vaso de aguardiente a la virgen bárbara,
cuando regaban ron por el suelo y los pies parecían lanzas,
justamente cuando un cuerpo en el lecho podría parecer impúdico,
justamente en el momento en que nadie cree en Dios.
Los primeros acordes y la antigüedad de este mundo:
hieráticamente una negra y una blanca y el líquido al saltar.
[…]
Los cuerpos en la misteriosa llovizna tropical,
en la llovizna diurna, en la llovizna nocturna, siempre en la llovizna,
los cuerpos abriendo sus millones de ojos,
los cuerpos, dominados por la luz, se repliegan
ante el asesinato de la piel,
los cuerpos, devorando oleadas de luz, revientan como girasoles de fuego
encima de las aguas estáticas,
los cuerpos, en las aguas, como carbones apagados derivan hacia el mar.
[…]
Bajo la lluvia, bajo el olor, bajo todo lo que es una realidad,
un pueblo se hace y se deshace dejando los testimonios:
un velorio, un guateque, una mano, un crimen,
revueltos, confundidos, fundidos en la resaca perpetua,
haciendo leves saludos, enseñando los dientes, golpeando sus riñones,
un pueblo desciende resuelto en enormes postas de abono,
sintiendo cómo el agua lo rodea por todas partes,
más abajo, más abajo, y el mar picando en sus espaldas;
un pueblo permanece junto a su bestia en la hora de partir,
aullando en el mar, devorando frutas, sacrificando animales,
siempre más abajo, hasta saber el peso de su isla;
el peso de una isla en el amor de un pueblo.


Del poeta cubano VIRGILIO PIÑERA

javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009
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  • 15 de Mayo de 2011 a las 12:01

Cabrones:

Esto funciona así. Escribís relatos sobre una isla y tal, y los colgáis en el hilo de relatos.

¡ESCRIBID, NÁUFRAGOS, AISLAOS DEL MUNDO!

¿Qué llevarías a una isla desierta?

Una máquina de escribir

Folios

Tabaco

pedrocebrian
Mensajes: 203
Fecha de ingreso: 8 de Febrero de 2011
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  • 17 de Mayo de 2011 a las 9:19
Bueno, voy a poner mi ya tradicional mensaje reactivo en el subforo del concurso.
Vaya porquería de edición, estooo, que si queréis que escriba el relato ganador ya sabéis donde estoy...ah bueno! Ahora también me podéis encontrar en facebook...¡con sorpresas incluidas!...eso si no tengo las claves ya...¿qué decís? ¿las tengo o no la tengo?
pedrocebrian
Mensajes: 203
Fecha de ingreso: 8 de Febrero de 2011
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  • 17 de Mayo de 2011 a las 9:23
cita de PedroCebrian Bueno, voy a poner mi ya tradicional mensaje reactivo en el subforo del concurso.
Vaya porquería de edición, estooo, que si queréis que escriba el relato ganador ya sabéis donde estoy...ah bueno! Ahora también me podéis encontrar en facebook...¡con sorpresas incluidas!...eso si no tengo las claves ya...¿qué decís? ¿las tengo o no la tengo?
Me cito para no quedarme más solo que la una...estooo que ya podéis subir la tradicional oleada de relatos pos mensaje de IV
pedrocebrian
Mensajes: 203
Fecha de ingreso: 8 de Febrero de 2011
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  • 17 de Mayo de 2011 a las 12:46
Venga, que no se diga....que ya hay uno registrado como concurso relatos...je, je ,je, ¿quién será?

pd. Javihero, me vas a tener que conceder algún tipo de prebenda por hacer de speker...venga ¡no hay cojones de llegar a cinco relatos el jueves por la noche! panda mataos.
javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009
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  • 17 de Mayo de 2011 a las 23:20

Van tres relatos. O nos quedamos bien cortos o me váis a joder durante dos días con un tropel de relatos de última hora. RECUERDO QUE ESTE JUEVES A LAS 22.00 ACABA EL PLAZO DE PRESENTACIÓN.

 

javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009
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  • 19 de Mayo de 2011 a las 14:07

Siete relatos.

Aprovecho para avisar de que el plazo acaba a las 22.00 de hoy, aunque es posible que no entre por aquí a esa hora, sino un poco más tarde. Cualquier cosa subida más tarde de las 22.00 no entra, aunque seamos pocos. Los votos por privado a partir de la misma hora.

Gracias a los que habéis participado y a los que vais a subir vuestro relato durante la tarde. Un capón a los que habéis pasado de las islas. ¿Qué hay, elecciones o qué?

javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009
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  • 19 de Mayo de 2011 a las 19:41

Nueve relatos

Me falta una autoría

r2-d2
Mensajes: 3.171
Fecha de ingreso: 26 de Diciembre de 2008
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  • 19 de Mayo de 2011 a las 22:04
Creo que el Ministerio de Obras Públicas del PSOE, en combinación con la Consejería de ídem de la Comunidad de Madrid y la concejalía de ídem del Excmo. Ayuntamiento, se proponen aserrar el perímetro de la Puerta del Sol en su momento de máxima afluencia, y convertirlo en una isla inaccesible por tierra, mar y aire.

La boca de Metro de Sol, of course, queda fuera de servicio.

pedrocebrian
Mensajes: 203
Fecha de ingreso: 8 de Febrero de 2011
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  • 19 de Mayo de 2011 a las 22:49
Esto no se había acabado ya? ¿Dónde están los relatos que al final participan, el cierre de presentación...? Esto es un desastre...bueno, cuando queráis empezamos.
javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009
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  • 19 de Mayo de 2011 a las 23:00

Nueve relatos, nueve claves, se votan tres (entiendo), por privado, de aquí al domingo a las 22.00.

Habrá recuentos, claro.

Los relatos presentados, por orden de aparición:

Islas mayores

El zoo

Sonríe

Niebla en Cuba

Shamebook

Pleamar

Luz, agua y viento

Silenciosa mirada

Vivir o morir en Capri

javihero
Mensajes: 480
Fecha de ingreso: 11 de Septiembre de 2009
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  • 20 de Mayo de 2011 a las 10:56
En la tarde-noche, primer recuento.
r2-d2
Mensajes: 3.171
Fecha de ingreso: 26 de Diciembre de 2008
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  • 20 de Mayo de 2011 a las 19:15
¡Ostia! Hace falta una tarde para seguir los enlaces ¡No llego a Sol! ¡No llego a Sol!


r2-d2
Mensajes: 3.171
Fecha de ingreso: 26 de Diciembre de 2008
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  • 20 de Mayo de 2011 a las 19:19
Ejem.. um.. respetuosamente..la suma de votos... da 23. Es que... 23 no es divisible por 6
ernie
Mensajes: 1.833
Fecha de ingreso: 21 de Julio de 2008
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  • 20 de Mayo de 2011 a las 20:26
Recomendabilísima la novela "La piel fría" de Sánchez Piñol. Y "Pandora en el Congo", tambien suya. Y los libros de relatos que tiene... ¡Si es que este tío todo lo escribe bien! ¿Se nota que me gusta?
¡Ah! Y como isla: Menorca o Formentera, depende del rollo que lleves.
pelagio
Mensajes: 3.390
Fecha de ingreso: 5 de Mayo de 2009
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  • 20 de Mayo de 2011 a las 20:54
Yo detesto las islas...viví durante seis interminables meses en Palma de Mallorca, en un apartamento diminuto cerca de la Torre de Perarires, frente a la pequeña base naval del Dique Oeste...¡qué asco! sólo pensar que estaba rodeado de agua por los cuatro costados me provocaba taquicardia...eso y las cuatro paredes que por días parecían reducir más y más el espacio vital del que disponíamos. Una mierda muy grande, vamos. Como dicen en Algeciras..una mierda con muchas pipas de tomate.
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