Veinticinco de mayo Vuelve a ser veinticinco de mayo. No, no es mi cumpleaños ni celebro ninguna efemérides. Es ese maldito sueño que me atormenta cada año en este día. —Di un número del uno al treinta. —El veinticinco. —Y otro del uno al doce. —El cinco. —Ésa es la fecha de tu muerte. Es un niño el que me lo dice y sale corriendo. Niño cabrón… y que todos los veinticinco de mayo me despierto con el recuerdo de ese sueño… |
Cada noche Vuelve. Porque te quise, pese a tus mentiras. Porque contigo me sentía viva, esperando que abrieras la puerta de mi corazón. Perdona si lo incendié todo, si tracé rasgos de olvido en la pared. No eran verdad, nunca lo fueron. Vuelve. Aunque yo misma te alejara, aún te busco en cada rostro con que me encuentro, en cada gesto cotidiano, en el temblor de mi voz cada noche. |
Atracción artificial Vuelve la cabeza con disimulo para comprobar por el rabillo del ojo si aquel pervertido sigue tras ella. El hombre se pierde en una nube de japoneses que, cámara en mano, inmortalizan a un mimo vestido de torero y gritan excitados olés a medida que pasea su capote. Reaparece tras superar, no sin dificultad, al último nipón de la comitiva. Visto lo penoso de su soltura, la mujer decide desviar la persecución hacia calles adyacentes menos transitadas, no vaya a ser que su torpe acosador la pierda de vista. |
El porqué de una huida Vuelve a caer en la desesperación. Le tiembla el pulso. Se refugia en el bar y en el anís que le pone Paco sin hablar. Y luego se pasa al whisky. Por un instante, olvida sus fracasos. Pero es sólo un instante. En realidad se repite, con una insistencia insana, que jamás superará los procesos de selección de personal competente para esta sociedad. Regresa a su casa dando tumbos. Ante la puerta se muerde la lengua hasta hacerse daño. Rompe a sudar y gira la llave mientras bufa su rabia... Demasiado silencio... Por fin no hay nadie a quien maltratar. |
¡Vuelve en ti! -¡Vuelve en ti… vuelve en ti!- le gritó tras recibir el impacto. -(Eso intento… pero no consigo abrir los ojos, y sin embargo… veo) -¡Adri, vuelve… vuelve! -(¿Por qué volver? Veo a todo el mundo: mis padres, mis hermanos… Todos me miran y me sonríen. Parecen felices, y me invitan con las manos a irme con ellos) -¡Vamos, vamos! ¡Abre los ojos, Adri! ¡Todo el mundo está aquí, a tu lado! -(No, no están allí. Están aquí, les veo… y quieren que me vaya con ellos) -¡Se nos va…se nos va! ¡Adri, Miriam está embarazada! -(¿Embarazada? ¡No puedo dejarla sola!) |
Momentos -¡Vuelve! Los gritos se alternaban con las risas cada vez que el juguete satisfacía sus deseos. -Vuelve –concluyó el padre, tras dejarse atropellar por los recuerdos infantiles que llegaron a su memoria-. Se hace así, ¿lo ves? –de nuevo deslizó el yoyo sobre la palma de su mano en dirección al suelo para recuperarlo instantes después con un rápido movimiento de muñeca. « ¡Parece magia!», pensó el niño. Aquella satisfacción, aquella nostalgia, tomó acomodo en el gesto de su padre y la sonrisa perduró en su rostro durante el resto de aquella dominical mañana de juegos: era magia. |
Hefestos -Vuelve a intentarlo, anda. -Es inútil, padre. No le gusto. -Llévale un ramo de flores de nieve del Olimpo. O una botella de néctar o ambrosía de nube... -Ni con esas. -¡Inténtalo, hijo! -Ya se lo dije, padre. ¿Cómo va a querer nada de un herrero cojo una diosa del amor como ella? -¿Querrás saber más tú que tu padre Zeus? Ahora mismo vuelves con Afrodita. Tu madre Hera ha hablado con ella y parece que estará encantada de desposarte. -No sé, padre, no sé. En fin, allá voy de nuevo. |
Breve felicidad Vuelve cada domingo eufórico de la gallera. Contemplo de tarde la gente pasar. Encontré extraño que llegara temprano ese domingo, lo que no me extrañó es que tuviera algún gesto de dulzura hacía mi. Tomó una mecedora y se sentó a mi lado sin decir palabras. No me importó, estoy acostumbrada. Sentí felicidad. Durante un buen rato contemplamos la gente pasar. El recostó su cabeza en el respaldo de la mecedora, exhaló fuerte, y dijo con voz ahogada: «maldito gallo, un golpe de bolsón hubiera sido suficiente». Contemplé durante el resto de la tarde a la gente pasar. |
Charles De Gaulle -Vuelve cuando quieras- se despidió John. -Perdona, pero ahora sólo pienso en ir a casa. He perdido tres días por una mierda de reunión. - La reunión no fue tan mal como podría haber ido –lo animó Laura cuando John ya los había dejado.- Yo también quiero volver y no voy lanzando maldiciones. -Francamente querida, me importa una mierda- contestó con desdén. -Bledo, en la película dice bledo. -Esto no es una película. Es un maldito aeropuerto envuelto en ceniza volcánica… -Que el viento no se llevó- Interrumpió Laura sin perder la sonrisa.- Aunque es cuestión de tiempo. Como todo. |