Esta web, cuyo responsable es Bubok Publishing, s.l., utiliza cookies (pequeños archivos de información que se guardan en su navegador), tanto propias como de terceros, para el funcionamiento de la web (necesarias), analíticas (análisis anónimo de su navegación en el sitio web) y de redes sociales (para que pueda interactuar con ellas). Puede consultar nuestra política de cookies. Puede aceptar las cookies, rechazarlas, configurarlas o ver más información pulsando en el botón correspondiente.
AceptarRechazarConfiguración y más información

Foro para escritores de Bubok

Para participar en los foros de Bubok es imprescindible aceptar y seguir unas normas de conducta básicas. Puedes consultar estas normas aquí
X
romi
Mensajes: 678
Fecha de ingreso: 25 de Abril de 2008

La fantasía de un sueño

21 de Octubre de 2011 a las 16:11

Bubok

La fantasía de un sueño

            Los que esperaban en la explanada guardando vez para entrar, preguntaban a los que salían:

- ¿Cómo son las cosas ahí dentro?

Y los que salían, todos emocionados, decían:

- Sin palabras. Hay que verla, parase a su lado, mirar su cara despacio, hablar con ella y dejar que sus palabras te hablen.

- ¿Pero qué es lo que por ahí dentro ha hecho y cómo lo ha montado todo?

- El montaje casi no es importante ni la estancia ni las cosas que por ahí ha colocado.

- ¿Entonces?

- Lo realmente emocionante y que se te cuela dentro con la dulzura más agradable, es ella. Por eso no hay palabra para describirla. Hay que verla.

         En la explanada, justo por donde hoy se abre la plaza conocida con el nombre del Paseo de los Tristes, las personas se concentraban. Muy apretadas unos contra otros, esperando el momento de su turno para entrar, emocionados por lo que comentaban los que salían y por eso, casi todos nerviosos. Era sábado, mañana de un hermoso día de otoño, sin mucho frío ni tampoco calor. El cielo sí estaba cubierto con grandes nubes blancas y negras que parecían paradas sobre la figura de la Alhambra. Iluminadas por los rayos del sol de la mañana, regalando sensaciones otoñales y también como decorando todo cuanto por el rincón se desarrollaba. Los que esperaban en la explanada, algunas personas mayores, muchos jóvenes, niños y hasta turistas, entren sí comentaban:

- ¿Y ella sola ha conseguido montar todo esto?

- Casi sola. Algunas amigas y amigos le han ayudado pero como a todos nos parecía extraño y poco lógico su sueño, muy pocos le hemos hecho caso. Solo un par de amigas y los padres.

- Pues desde luego que tiene mérito. Y más, ahora que tantos estamos comprobando el éxito.

         Y el mérito, había estado y estaba todo en ella. Era hija única de una familia de clase media, vivía con sus padres en una estrecha calle de la parte baja del Albaicín y desde muy pequeña soñaba con palacios. Fantásticos palacios llenos de colores, con mucha luz y torres con grandes ventanales. Pero según iba creciendo se aficionaba más y más a los rincones del bosque de la Alhambra. Por donde la gran ladera ya toca las aguas del río y se convierte en tierras llanas. Por aquí se venía mucho, casi siempre sola, a jugar con las aguas y a buscar tesoros. Les decía a sus padres:

- Yo sé que ahí mismo, por debajo de la Alhambra y pegado al río, hay un palacio escondido.

- ¿Un palacio?

- No desde luego tan grande como la Alhambra y puede que menos bello pero sí creo que es único.

- ¿Por qué tiene que ser único?

- Porque ni es grande ni lujoso ni tampoco tiene muchas torres pero sí encierra un misterio fabuloso.

- ¿Qué misterio?

- Yo lo he visto muchas veces en mis sueños pero no sé cómo explicarlo. Hay que verlo.

         Y los padres, como ella todavía era pequeña, la dejaban que soñara. Pensaban ellos que, como todos los niños del mundo, imaginaba fantasías que de ningún modo tenían nada que ver con la realidad del día a día. Por eso, cuando se iba sola a jugar por la orilla del río, no se preocupaban. Pero sí prestaron ellos mucha atención un día, la pequeña les dijo:

- Ya he descubierto la entrada de ese palacio fantástico que tantas veces os he dicho.

- ¿Que lo has descubierto?

- Sí y hasta he pasado dentro y he visto cómo es todo aquello.

- ¿Y cómo es?

- No puedo explicarlo con palabras. Hay que verlo.

- Mañana mismo vamos contigo y nos lo enseñas.

- Por ahora no quiero que nadie vaya y vea este lugar mío tan fantástico. Con unas amigas mías, estamos preparando algo especial y cuando lo tengamos terminado, os lo digo y también se lo decimos a los vecinos y a todos los que viven en este barrio.

         Y aquella especial mañana de otoño, ella tenía todo preparado. Con sus amigas se colocaron en puntos concretos del misterioso palacio subterráneo. Para recibir a los que fueran llegando, explicar las cosas y, sobre todo, hablar con cada uno en particular. Por eso, los que salían, al ser preguntados por los que esperaban en la explanada, respondían:

- No hay palabras para explicarlo. Hay que verlo y, sobre todo, hablar con ella. Transmite tanta emoción y con palabras tan dulces que es imposible que todo sea un simple sueño.