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romi
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Noche de asombro

25 de Diciembre de 2011 a las 15:07

Bubok

Noche de asombro

Al caer la tarde del día de ayer nos reunimos junto a la chimenea del cortijo. Al calor de la lumbre y al calor de los corazones. Tú y Enebro esperabais en la puerta comiendo en vuestros pesebres. Álamo se acurrucaba junto a la niña y, el pastor de las cumbres, alimentaba el fuego para que no se apagara. La madre, a cada uno, nos preparó un pequeño plato con alimentos y nos ofreció un baso de sidra. Nos felicitamos entre sí, nos comimos un trozo de turrón y luego fuimos saliendo del cortijo.  

Por entre los membrillos, ya sin hojas, comenzamos a bajar y en el rellano de la gruta del belén empezamos a recogernos. Dentro del chozo y, alrededor del fuego, se pusieron la madre y la niña, su amiga y el perro Álamo. En el rellano de la hierba y por delante del chozo, alrededor de otro fuego, se reunieron los jóvenes del coro. Entonaron sus cantos y las llamas de la lumbre, coqueteando con el viento, se reflejaban en sus caras. A la derecha de la gruta y, pegado a la Cascada Verde, en otra lumbre nos pusimos el pastor y yo. Tú y Enebro os acostasteis junto a la gruta. Las ovejas del pastor se recogían a los lados y por debajo del caqui y del manzano cargado de frutas. Las cascadas caían por los lados de la gruta del belén y en las ramas de la Encina Frondosa y los robles gigantes se reflejaban las torsiones de las llamas. Las lumbres iluminaba el rincón y el chorro de humo que nacía del chozo ungían el aire con perfume a espliego. 

Y los cánticos de los jóvenes resonaban en la oscuridad de la noche cuando un poco antes de las doce todo el barranco del Prado de la Viña y del belén y las cascadas se iluminó con una tonalidad violeta oro. Miramos y, cruzando la ladera dirección a la gruta, bajaba una multitud de personas. Todas las personas que viven en Granada con muchos niños envueltos en sus abrigos. Una muchedumbre grandiosa venía al ver el belén de la gruta. Pero ninguno se paró. Cruzaron por la loma de los olivos y entre la nube violeta oro se perdieron. Justo ahora, desde el fondo del río. Se abrió como un ancho camino tapizado con flores y escarcha y caminando por él subía la Princesa y Bandolero. Te dije:

- También vienen a ver nuestro belén.

Y tampoco se pararon. Al llegar al rellano de los olivos se fueron perdiendo entre la bruma de la nube violeta oro.

       A las doce en punto de la noche los jóvenes del coro cantaban con fuerza. La niña se recostaba en el regazo de la madre y su amiga la abrazaba. Las llamas de la lumbre iluminaban con esplendor y en estos momentos, la nube violeta oro, se abrió y una gran luz en forma de estrella comenzó a descender del cielo. Se volvió a luminar todo el Prado de Otoño como en un mágico día de sol y cuando la gran estrella se posó justo encima de la Gruta del Belén, nuestros ojos quedaron ciegos. Solo por unos instantes porque al momento la luz perdió intensidad y se abrió la gruta. Mirábamos con el aliento contenido y tú y Enebro seguíais esparciendo vuestro vaho dentro de la cueva para calentarla. La niña dijo:

- Mirad, ya están ahí.

Y allí estaban. Las tres figuras más importantes del belén, las que ponen en todos los belenes del mundo, dentro de la gruta de la Encina Frondosa estaban acurrucadas. Pequeños copos de nieve descendían desde las nubes y dos de ellos, grandes como palomas, caían abiertos y fueron a posarse uno a cada lado de la gruta. Al tocar la tierra se transmutaron, primero en mariposas y luego, en ángeles. Volvió a decir la niña:

- Son las mariposas Marta y Mario que vienen a llenar de magia el rincón de nuestro belén.    
Dentro de la gruta, las tres figuras, irradiaban luz. Ella era guapa como ninguna mujer en este mundo. Él se recogía en sí y miraba lleno de ternura. Y el niño quería venirse con nosotros a calentarse en las llamas de las lumbres.