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romi
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100 Pensamientos para meditar / 37- Sed de belleza

12 de Enero de 2012 a las 14:58

Bubok

37- La belleza es el alimento para el espíritu y el sosiego para el corazón.
Y la oración, la meditación, es el camino que lleva al corazón de la belleza, al cielo mismo. Por eso, tener sed de belleza, es algo bueno para nosotros. Porque de este modo sabemos que somos algo más que carne y hueso. La sed de belleza que el espíritu y corazón a veces sienten, siempre  es cosa del cielo y por eso lo experimentamos como abrazo que da un placer puro como nada.

Nubes blancas por el cielo
con la eternidad en los bordes
y la lluvia dentro,
qué bien que por aquí
vengáis regalando fresco
y un paisaje diferente
en mi ventana y hueco.
Desde la tarde esperando,
nubes que vais por el cielo,
os miro sin prisa
y en mi corazón os beso
porque sois los colores
de mis sueños.
Quisiera en la tarde de fiesta
irme con vosotras en vuelo
y por aquellos lugares
que a lo lejos tengo
quisiera derramarme en lluvia
y empapar de incienso
al dolor que al corazón
le está doliendo.

 

            Pequeño relato: sed de belleza

            Me pego al tronco del almendro y me acurruco frente a la Vega de Granada y la puesta de sol al fondo. Por ese lejano y para mi misterioso horizonte las nubes se abren dejando al descubierto los rayos del sol y el azul del cielo. En cualquier parte del mundo son bonitas las puestas de sol pero las de Granada dicen que son las más bellas. Y desde muchos rincones de Granada se ven bonitas puestas de sol pero creo que como la de esta ladera y bajo este almendro no hay otro. Las más bonitas puestas de sol que hasta hoy he contemplado en Granada han sido desde las laderas de este cerro, por donde el viejo almendro. La tarde es también grandiosa.
            Bajo este almendro te vi aquel día. Creo que fue en sueño pero era real y con tanta vida que el alma me dolió. Un grupo de amigos se habían sentado bajo el almendro y miraban embelesados a la vega y ciudad en ella derramada. Ni siquiera sé qué hacía entre vosotros pero allí estaba y en uno de los momentos me acerqué. Me miraste con los ojos abiertos y al notar lo que latía en el corazón te levantaste. Sin decir palabra te fuiste al lado de arriba y te sentaste lejos. No te dije nada ni con palabras ni con sentimientos ni te condené. Me sentí mal porque algo se me rompió dentro. Sin embargo, como un murmullo de oración o de fuente cristalina manando sin prisa, de mi alma salió un susurro: "Eres mi sueño y no hay más ilusión en mí. En la región de lo eterno estás grabada y yo adorando como pradera o viento. Lo que hay en mi corazón es cosa del cielo y por eso lo experimento como un abrazo que da un placer puro como nada." Creí oírte que decías:

- Me da miedo tu corazón y no es pánico. Quizá no sé lo que quiero.

Y creo que te respondí:

- Lo entiendo. 
            Después siguió la tarde cayendo y frente a ella mis ojos llorando. No era posible que estuvieras porque nunca has venido por estos rincones pero mi alma te vio. ¡Hace tanto tiempo que ni te veo ni sé de ti! Sin embargo, desde aquel día, siempre que paso cerca del viejo almendro, me paro y rezo. Ni sé para qué ni por qué pero rezo y tú eres centro de esta oración. Tanta es la belleza que tengo acumulada en mis ojos y tanto es el amor que se almacena en mí que uno de mis sufrimientos es no poder compartirlo. Es como si me diera pena que quede desaprovechada tanta ansia de vida. Porque siento que si no la comparto, todo queda sin sentido.