Carta al escritor
Querido autor, hagamos un trato. Yo no te diré sobre qué escribir ni tú me dirás qué pensar sobre lo que escribes.
No te preocupes porque tu estilo sea un poco raro, de tanto leerte me acostumbraré y siempre es preferible lo genuino. A cambio, tú cuidarás lo que me cuentas. Me ahorrarás lo obvio, porque no soy tonto, y si no puedes controlarte porque eres parlanchín, al menos, que sea interesante tanto exceso.
El trato es que tú propones el tema y yo me reservo mis opiniones. Aunque te parezca raro, no es lo que piensas lo que me interesa, es lo que cuentas. Y si lo haces bien, podré pensar y sentir aunque tú no te enteres de lo que me provoca. Por eso no importas tú ni yo, sino la historia que vive para todos.
... Ahórrame los adjetivos, son tan breves y vagos, pasan tan rápidamente en la lectura, que no me dan tiempo a sentirlos. Triste o feliz no significa nada específico, pero si me cuentas los hechos yo podré sentir plenamente el estado de tu personaje.
Disculpa mis palabras, soy lector, no escritor. Pero mientras tú escribes una historia, yo puedo leer diez. Por eso, trata de ser respetuoso de mi tiempo ya que de eso depende tu vida.
Antes de darme tu trabajo, asegúrate de responder todas las preguntas que tendré. Y si no sabes alguna respuesta, cállate que yo lo entenderé. Me gusta que me sorprendan con algún giro ingenioso pero me defraudan las trampas pueriles.
No te leo para que me cuentes el mundo que yo conozco tanto como tú, te leo para que me hagas sentir o reflexionar sobre un hecho específico. Así que, trata de centrarte en la idea y no te vayas por las ramas. Si dices mucho entenderé poco, pero si dices poco puedo entender mejor que tú.
Las palabras por sí solas no dicen nada, pero cuando se juntan con sentido nace la magia que nos invoca. Así tu nombre o el título de tu obra, no significan nada ni los recordaré. En cambio, la esencia de lo que cuentas, eso que me hizo sentir y pensar, perdurará en mí para siempre. No recordaré quién me lo dijo ni cuando, pero tampoco lo olvidaré.
Lamento desilusionarte pero esto no es por vanidad. ¿Por qué he de tenerte presente si tú no sabes quién soy? Cambias y cambio, nos vamos de aquel momento en que estuvimos juntos gracias a lo que me contaste y disfruté. Te parecerá poco, pero créeme, para mí fue muy importante y por eso te doy las gracias.
antifaz, tu lector
Subido a la red para todos nosotros por Don Federico Rodrigo.
Esclarecedor.