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fjalonso
Mensajes: 572
Fecha de ingreso: 11 de Agosto de 2010

NATURALEZA MUERTA (de mi primer libro en Bubok: Relatos Breves)

1 de Febrero de 2012 a las 23:20

NATURALEZA MUERTA

     El padre, un pequeño burgués de Leyden, años atrás llegado a Amsterdam, pasea su impaciencia aquí y allá, marcando en la madera pulida del corredor el paso desesperado de las horas.
    
    
La matrona, vieja beata, reza y se santigua, como si ya sólo del Cielo esperara algo.
    
    
Y la madre, a quien cinco niñas no han robado la belleza menuda, se va contrayendo en cada dolor.
    
    
Y el primer llanto de aquel niño, ya nunca más deseado, ahoga el último suspiro de una madre que nunca será la suya. Y nadie lo nota, pero los pequeños ojos negros del reciennacido llenos están en la medianoche de la naturaleza muerta de aquella mujer, despojo ahora no más de sangre y sábanas.

    
Han pasado los años, y aquel niño en nada diferente a los demás, no juega ya en la trasera de los canales, sino con pigmentos y óleos que aprende a mezclar en el taller de un viejo pintor, maestro de la luz, que por viejas deudas con su padre, intenta iluminarle el camino de la pintura; aunque bien sabe que aquel ayudante tiene un talento especial para crear colores que los mejores pintores nunca soñaron; capaces de mostrar, aun antes de impregnar la tela, toda la belleza del mundo.
    
    
Y sin embargo, otro es el talento que ha hecho de un simple aprendiz objeto de envidia de mediocres y genios: sus naturalezas muertas. ¿Quién, como él, es capaz de mostrar la terrible belleza encerrada en una rosa marchita; quién, la infinita inocencia de un niño a quien toda vida haya abandonado?
    
    
Mas estas tablas que hasta él traen aduladores y amigos del mérito ajeno, alejan de igual modo a cada doncella a quien la refinada educación de moralistas y monjas prepara para ser digna esposa.
    
    
Pero ella es diferente. Se engaña quien sólo vea en ella otra heredera del Herengracht, hija de burgueses y madre, si la decencia y la dote así lo disponen, de burgueses. No, ella es una criatura encantadora, maestra de encantos y encantamientos. Cuanto en su apariencia es virtud, en su alma es vicio; cuanto en ésta egoísmo, en aquella generosidad.
    
    
También ella ha contemplado sus lienzos. Y sabe que son obra de una genialidad irrepetible. Por eso hace meses que es su amante, a pesar de la palidez y la menudencia de sus miembros. Por supuesto, no hay en ella amor ni convencionalismo: piensa sólo en la oportunidad única de ser ella misma, como la Joven de la Perla o la Gioconda, la obra imperecedera de un genio.
    
    
Pero él se niega: sabe que nada vivo le ha inspirado nunca. Y sin embargo la ama. La ama como ella le exige ser amada: sin voluntad, sin negación.
    
    
Han cerrado con llave la puerta de la alcoba: nadie debe entrar. Ella yace desnuda sobre las sábanas. Su cuerpo aún brilla por el sudor, reflejando la luna.
    
    
Lleva toda la noche intentando poseerse de su belleza, pero los pinceles sólo son cuchillos que desgarran la tela fracaso tras fracaso. Y él lo sabe: su talento nunca, desde la noche misma en que nació, ha pertenecido a los vivos.
    
    
Pero la ama, y teme perderla. Dulcemente besa sus párpados, y con suavidad va deslizando el cordón del dosel alrededor de su cuello, y ella poco a poco deja de respirar.

    
Los primeros rayos de la mañana apenas penetran la oscuridad de la alcoba. Allí, en medio, el lienzo permanece en blanco. Él ha comprendido que el amor no sabe de muerte. Y él la ama. La amaba.

Francisco J. Alonso

txusa
Mensajes: 14
Fecha de ingreso: 12 de Abril de 2010
  • CITAR
  • 3 de Febrero de 2012 a las 12:35
Un buen relato. Felicidades. Txusa
fjalonso
Mensajes: 572
Fecha de ingreso: 11 de Agosto de 2010
  • CITAR
  • 3 de Febrero de 2012 a las 14:36

Gracias, txusa. Nunca pienso en los demás cuando escribo, pero siempre es agradable ver que lo escrito gusta a otra gente.

Si quieres leer más relatos míos, en mi página está disponible en descarga gratuita el libro del que está extractado este: Relatos Breves.

Un saludo.

Francisco J. Alonso