Vacío El nuevo terminal hacía parte de nuestro trabajo y muchos habíamos sido despedidos. Bajé las escaleras despacio. Una honda emoción me inundaba. Recordaba las esperanzadoras ilusiones y las ganas de vivir con las que las había subido por primera vez. Nada me llevaba de aquel trabajo. O, al menos, así lo sentía yo entonces. |
Identification voice El nuevo terminal “Identification voice” no parecía funcionar adecuadamente. Era su quinto intento. - ¡Francisco Martínez! –aulló. - Rabito Galíndez. - ¿Qué coño dice esta mierda de aparato? –preguntó rabioso. - Logroño está barato –replicó impertérrito el terminal. - ¡Jefe! –interrumpió la secretaria-. Para cinco trabajadores que tiene, esto no sirve… - Inesita, guapa, ¿es que vas a saber más que mi sobrino, que es ingeniero? Llámale. - Sí, señor. - Cuando venga no le ponga ojitos, que nos conocemos. - Cuando venga coja un botijo, que lo bebemos. - Vaya, parece que funciona mejor –dijo sorprendido.
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Cuidarlo bien El nuevo terminal me ha mirado con unos ojos que me ha hecho llorar. Mira, he visto a tantos ya, que creía que nada podría emocionarme. Es duro este trabajo, ya lo sabía, pero cada vez lo veo más. ¡Y es tan joven! No le aprietes las vendas al de la ciento tres; creo que hoy sale el de la doscientos diez; vigila si le sube la fiebre a la de la noventa. Me marcho, no tengo turno hasta el martes. Creo que ya no volveré a verlo, cuidarlo bien.
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El último regalo El nuevo terminal entró por su propio pie. Algo inaudito; ya que siempre lo hacían en la cama que, tarde o temprano, los llevaría al depósito. Las enfermeras repasaron su ficha, sorprendidas por su paso garboso y plácida sonrisa. No había duda: estaba desahuciado. –¿Por qué no le habrán dejado arriba o enviado a casa? –Pidió ser tratado, literalmente, “como los demás moribundos”. –Pues vaya palo para la familia. –Nunca tuvo visitas. El radiante terminal, lo fue sólo durante tres días. No necesitó más para injertar, en los impacientes de la planta, unos esquejes que florecen, despreocupados, ante la muerte.
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Señal de radio de origen extraterrestre [...] El nuevo terminal ocasionó un cortocircuito en la computadora y las nanomaquinas celulares que la constituían salieron del contenedor por una fisura. Desintegramos Branto, nuestro planeta, pero el universo ya estaba condenado, pues unas células flotantes, denominadas esporas, se habían propagado hasta la órbita de Sheik adheridas a cometas. En planetas con entornos similares a los que había en Branto, estas nanomaquinas salpican la superficie de extrañas ramificaciones verdosas que producen oxígeno y sufren mutaciones adaptativas al reproducirse. Asimismo, son capaces de convertirse en aberraciones multicelulares que se devoran entre sí. Tras una enormidad temporal, seguimos desintegrando planetas contaminados. "Editado a petición de su autor (02/03 - 21:30h.)" "Finalmente el autor ha decidido dejar el micro tal cual lo presentó (02/03 - 22:30h.)"
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Solución final El nuevo terminal no se había utilizado todavía. Normalmente los terminales acaban en un muro y unos topes hidráulicos. Pero éste acaba en un oscuro y profundo túnel. Y hoy ha ocurrido. Un tren de pasajeros con problemas de frenada se ha incorporado al terminal nuevo y todo el convoy ha entrado en el túnel. Tras un ruido sordo allá abajo en las profundidades, como de explosiones y golpes, el jefe me ha dicho. ─Esto es mucho más limpio. Antes cuando chocaban con los topes y el muro, dejaban la estación llena de chatarra y hierros retorcidos.
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