Esta web, cuyo responsable es Bubok Publishing, s.l., utiliza cookies (pequeños archivos de información que se guardan en su navegador), tanto propias como de terceros, para el funcionamiento de la web (necesarias), analíticas (análisis anónimo de su navegación en el sitio web) y de redes sociales (para que pueda interactuar con ellas). Puede consultar nuestra política de cookies. Puede aceptar las cookies, rechazarlas, configurarlas o ver más información pulsando en el botón correspondiente.
AceptarRechazarConfiguración y más información

Foro para escritores de Bubok

Para participar en los foros de Bubok es imprescindible aceptar y seguir unas normas de conducta básicas. Puedes consultar estas normas aquí
X
romi
Mensajes: 678
Fecha de ingreso: 25 de Abril de 2008

La casa de la princesa

3 de Abril de 2012 a las 13:14

Bubok

La casa de la princesa

               Se le conoce en Granada con el nombre de “La Casa de la Princesa”. Y ahora, cuando llega la Semana Santa, Navidad o las vacaciones de verano, se la alquilan a los turistas, con el nombre de “Casa rural”. Les gusta mucho a los turistas este sitio por el lugar tan especial donde está construida, por los ríos que la rodean, por la bellísima fuente de agua clara y por el pequeño valle al poniente de esta casa.

          Porque a la princesa, una de las más hermosas que en la época de los reyes Nazaríes hubo en la Alhambra, disfrutó de su casa en el lugar más bello. Regalo de sus padres por el interés que ella siempre mostraba por los ríos de aguas claras, cantos de pájaros, cielos azules, flores silvestres y olores a montañas verdes. Por eso un día, sus padres, famosos reyes de la Alhambra, le preguntaron:

- ¿En qué lugar del reino de Granada quieres que te construyamos la casa de tus sueños?

Y ella enseguida dijo:

- Al norte de la Alhambra, no lejos de las cumbres blancas, cerca de un verde valle y fuentes y ríos de aguas claras.

- ¿Te gusta la almunia de los Acebuches?

- ¿Ese puntal tapizado de encinas que al poniente tiene un valle y al levante un manantial y un misterioso arroyo lleno de zarzas?

- Sí, ese sitio concreto.

- Es el lugar más bonito que nunca se haya soñado. Quiero tener ahí mi casa.

- Pues ya está todo hablado.

          Y en aquel mismo momento, los padres dieron órdenes y solo unos meses después, se alzaba la casa sobre el Puntal de los Acebuches. Entre olivos silvestres, escoltada por un precioso bosque de encinas centenarias, mirando a Sierra Nevada, por encima de valle verde y no lejos de la Fuente de los Berros y el arroyo de las zarzas. Y la estancia era pequeña, como le gustaba a la princesa. Con solo un par de habitaciones, una sala con chimenea, ventanas a un lado y otro para ver los paisajes, un jardín muy pequeño en la puerta, paredes blancas y lo demás, cielos azules, aire puro, libertad sincera, silencio profundo y ella con su figura hermosa y su pequeño sueño.

          Aquel mismo año, al llegar la primavera, estrenó su bonita casa. Dijo a sus padres y a los guardianes que la protegían:

- Durante un tiempo, quiero vivir sola en esta casa mía. Que nadie me moleste y que me dejen caminar libre por los campos que rodean a la casa de mis sueños.

- Pues lo que tú quieras, hija mía.

Dijeron los padres. Y al comienzo de aquella primavera, la princesa se fue a vivir a su casa de campo. Durmió por las noches en su habitación, gozó del silencio y del canto de los grillos, contempló, al amanecer, la luna y las estrellas y a media mañana, bajaba por la senda y se iba a la Fuente de los Berros. El pequeño manantial que brotaba y aun brota, al comienzo del arroyo de las zarzas. Aquí se sentaba y durante mucho rato, se quedaba contemplando la blancura de Sierra Nevada y los lugares que por ahí siempre se adivinan.

          Toda la primavera estuvo ella viviendo sola en su blanca casa. Solo algunas personas la molestaban durante algunas horas del día para llevarle comida y otras cosas que necesitaba y luego la dejaban en su reino de fantasía. Regresó a la Alhambra por un tiempo pero, al poco, volvió a esta casa suya. En los meses del verano, también en otoño y al llegar el invierno y otra vez al con la nueva primavera. Y así, durante varios años. Hasta que un día, estando ella sentada junto a la Fuente de los Berros, apareció un príncipe montado en su caballo, la subió en la grupa y se la llevó. Nunca más se supo de la princesa de la casa blanca. Y la buscaron por todo el reino de Granada y aun más lejos. Los padres la lloraron y durante mucho tiempo, ordenaron que La Casa de la Princesa, estuviera limpia, bien cuidada y todo el entorno protegido.

          Pero pasó el tiempo y los reyes de la Alhambra, abandonaron también estos recintos. Se olvidó por completo La Casa de la Princesa y también su historia. Muchos años después, alguien fue dueño de estas tierras. En el mismo Puntal de los Acebuches y sobre las ruinas de aquella bonita casa de ensueño, hicieron una construcción pensando en los turistas y le pusieron por nombre Casa Rural. Los paisajes ya también han cambiado mucho por este sitio pero la Fuente de los Berros, el arroyo de las zarzas, el valle de la hierba y las encinas y las cumbres de Sierra Nevada, siguen ahí. Como testimonio de aquella princesa aunque los turistas que por aquí pululan ahora, no sepan nada de esta historia.

Así son las cosas y así el tiempo las transforma. Pero como las cosas hermosas siempre pertenecen al universo de lo eterno, nunca desaparecen. El tiempo las conserva frescas y puras en lo que los humanos llamamos el reino de los sueños. Tal es el caso de La Casa de la Princesa, cerca de la Alhambra y en Granada.