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davidpmunoz
Mensajes: 54
Fecha de ingreso: 29 de Noviembre de 2012

FRAGMENTO DE "El misterio era el otro"

21 de Enero de 2013 a las 2:10

Me senté en una roca a descansar, sin más ocupación que mirar placenteramente el paisaje. Un paisaje enorme, un paisaje increíble, inconcebible, el que se ve desde ese camino hacia la Pradera de Navajuelos. No se cree tanta grandeza aunque se observe largo rato, se tarda mucho en concebirla. Hay una eternidad detenida allí, un caos de formas rocosas congeladas en el tiempo antes del tiempo, en el reino de las formas antes de las formas. Carecen de geometría, de líneas regulares y de belleza simétrica pero tienen el inmenso atractivo de lo primigenio, la incalculable fuerza de lo monstruoso y lo barroco que prefigura todas las formas regulares; la naturaleza las creara después a través de la humanidad, sobre todo, cuando el reloj de la historia comienza su tic-tac. La altura arrogante que quiere descollar en esas torres torcidas del Cocodrilo parece querer ser un arrebato del caos para elevarse. Las formas de calavera, de seres mitológicos y fantásticos, de objetos y demás que se van encontrando cuando se mirando largo rato parecen querer anticipar, en su aleatoriedad, un sinfín de formas humanas y de cosas relacionadas con el hombre que habrá después. Como si todo fuera necesario, como si unas formas u otras de las cosas humanas fueran sencillamente moldes necesarios, que cuando aparecen en la vida humana se les da un significado. Allí hay unas montañas que circundan una hoya de árboles cada vez más crecidos que sugieren un bosque de la época de los dinosaurios, unas montañas que parecen las montañas de un planeta inhabitado y nuevo, en el que la vida crece lentamente, muy lentamente, perdida la prisa en el misterio del tiempo.

Pasaba el tiempo y el cielo oscurecía y las montañas se teñían de naranja y rojo. Grandes masas pétreas encendidas como leña ardiendo, victoriosas creaciones, inertes creaciones del caos resistentes a la adversidad y al tiempo, orgullosamente erguidas sobre la hoya de bosque inabarcable que desde abajo intentaba llegar hasta la altura. Fantaseaba con la posibilidad de ser yo ese caos, un pedazo de él, viviente creador de formas, moldeador de valores y puntos de vista.; sentía un entusiasmo terrible y ancestrales deseos de barbaridades y de tiernas bondades, derramarse al otro y a lo otro con vivo deseo diciendo sí plenamente a la vida para que de mi fecunda tierra labrada por el otro y lo otro surgieran los mejores frutos de una vida nueva…


Este es uno de los fragmentos descriptivos de mi novela. A mi francamente me parece muy bueno. A ver que os parece a vosotros.