Abierto queda el hilo para presentar los micros correspondientes.
Maquíllate...
Sentado al borde de la cama, el niño miraba cómo se deslizaban las medias por las hermosas piernas de su madre y cómo después se calzaba delicadamente los zapatos. Ella se observó detenidamente en el espejo y pensó que tenía una cara horrible. Aplicó crema aquí, corrector allá. De vez en cuando hacía un gesto de dolor, luego volvió a mirarse. ¿Lo notaría alguien? —Estás muy guapa mamá, de verdad, no se te nota nada. |
Ending –Estás muy guapa –dijo su madre ayudándola a ajustarse el velo. –Mamá, por favor... –respondió ella a punto de echarse a llorar. –¿Vas a empezar de nuevo? Vas a casarte con Antonio y punto. –Pero mamá... –¡Que te calles te he dicho! No vas a ser la primera ni la última. Aguantarás los golpes del mismo modo que lo hizo tu abuela o lo hice yo. Ahora vamos a ver qué hacemos con ese morado concluyó acercándole el maquillaje–. ¡Qué guapa! ¡Pero qué guapa está mi niña!
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Carmín para dos «Estás muy guapa», me dije mientras terminaba de arreglarme frente al espejo. Después apreté los labios con fuerza y los exhibí al frente para regalarle un beso a mi reflejo; como tantas veces le viera hacer a mi madre y como tantas veces la imité siendo niño.
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En honor a la verdad - Estás muy guapa. La mujer bufa. - ¡Ya no estamos casados! Ahórrate tus gazmoñerías porque no vas a conseguir nada de mí, ¿me oyes? Así que, por una vez en tu vida, sé sincero. El hombre agacha la cabeza, cohibido. Después, vuelve a mirarla, sonriendo como el sol entre las nubes. - Cada día te pareces más a tu madre.
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Cristal negro Estás muy guapa. Lástima que no seas capaz verte en el espejo, te sentirías bien contigo misma. Lástima que no seas capaz de quitarte esa venda que te impusiste hace tiempo. Lástima que sólo seas capaz de ver tus defectos imaginados, porque eres perfecta. Estás muy guapa. Dime… ¿querrás comer un poco por mí?
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Blanquita Estas muy guapa, le había dicho por la mañana justo antes de salir hacia el gran hangar en el que, en las afueras del pueblo, se iba a celebrar el concurso. Y por lo visto los miembros del jurado, aquellos sesudos ganaderos y criadores, estuvieron de acuerdo con él. Blanquita, su querida frisona, mimada, cuidada, limpia y adecuadamente preparada les había encandilado a todos. Y se llevó el primer premio, un mérito al que muy pocas vacas llegan a hacerse acreedoras.
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Cambio de look -¡Qué guapa estás! Qué bien que te has pintado los labios, te has quitado el pañuelo negro con que te cubrías la cabeza y te has puesto unos hermosos pendientes. Sus labios, marchitos a pesar del lápiz, se distendieron en una tímida sonrisa; pero no era a mí a quien sonreía. Siguiendo la dirección de su mirada, descubrí cerca de nosotros al anciano que parecía estar esperándola y que sin lugar a dudas, había provocado aquel espectacular cambio de look de mi abuela.
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