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romi
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El perfume de la Alhambra

7 de Julio de 2013 a las 12:20

Bubok

EL PERFUME DE LA ALHAMBRA

 

Nada dura para siempre en esta tierra,

lo que ayer fuera un hermoso jardín

y la más florida de las primaveras,

pasado el tiempo, es solo polvo

que nadie bajo el sol recuerda.

Solo el sueño que desde el corazón

surge y eleva hasta las estrellas

en forma de oración,

que trasciende a la materia,

solo lo que nace del amor,

eterno queda.

 

               I- El rey de la Alhambra preguntó a la princesa:

- ¿Qué regalo quieres para tu cumpleaños?

Y la joven, sin dudar un segundo, respondió:

- Un trozo de tierra ni grande ni pequeño, por encima de los jardines del Generalife.

- ¿Y puedo saber para qué quieres estas tierras?

- Con mi amiga, la hija pequeña del hortelano, quiero sembrar jardines y construir ahí un bonito palacio, mucho más hermoso y original que estos donde ahora vivimos.

- Un poco rato me parece tu sueño pero, si este es tu deseo, mañana mismo tendrás como regalo el trozo de tierra que me pides.

 

               Y el rey cumplió su palabra: aquel mismo día, dio órdenes y al día siguiente, los administradores llamaron a la princesa y le pidieron que los acompañara.

- ¿A dónde queréis que os acompañe?

- A ese sitio donde sueñas tener tu porción de tierra. Queremos que nos digas dónde es exactamente y que nos indiques la extensión que necesitas.

Y sin más, la princesa se fue con los administradores que el rey había escogido y salieron de los recintos amurallados de la Alhambra. Caminaron dirección a Sierra Nevada y después de un rato, se encajaron por donde comienzan las laderas del Cerro del Sol. Más o menos por donde hoy se encuentran los aparcamientos para los coches de las personas que visitan la Alhambra y casi exactamente por donde están los edificios de la biblioteca y archivos de estos palacios.

 

               Era por aquí por donde vivía la pequeña amiga de la princesa, la única hija de un matrimonio sencillo. Su padre era hortelano y la madre tejía alfombras y telas de seda. Al llegar al lugar, lo primero que hizo la princesa fue acercarse a la casa donde vivía su pequeña amiga. Le preguntó a la madre y ésta le dijo:

- Se fue hace un rato, me dijo que a la montaña.

- ¿Sola se ha ido?

- Sola y me dijo que iba a buscar plantas aromáticas.

- ¿Para qué las quieres?

- Las colecciona aquí, en su habitación y dice que para estar rodeada en todo momento del perfume más puro y natural de la tierra. ¿Para qué la buscas tú?

- Precisamente para que me ayude.

- ¿Ayudarte en qué?

- Por fin mi padre me va a regalar lo que tanto siempre he deseado. Y como sé que a mi amiga le gustan mucho las plantas aromáticas, quiero compartir con ella esta ilusión mía y pedirle ayuda.

- Lo entiendo. Pero si no tiene prisa, quizá no tarde mucho en volver.

- La esperaré.

 

               Y la princesa, mientras comenzaba a retirarse de la madre y se dirigía a los hombres que le acompañaba, se dijo para sí: “No sé qué tendrá la casa de esta amiga mía que siempre que vengo por aquí, me embriaga un perfume delicioso. Y no es perfume de incienso ni de rosas ni de jazmines ni de flores de almendros. La casa de esta amiga mía, huele a naturaleza pura y fresca y a libertad y luz. Como si ella por aquí tuviera un mundo mágico lleno de transparencias. En cuanto ahora llegue y la vea, tengo que preguntarle el por qué su casa huele a hierba húmeda y limpia y no como mis palacios y otros que en la Alhambra hay”.

 

               Se dirigió ella a las personas que el rey había ordenado que le acompañaran y al administrador mayor le dijo:

- Desde aquel árbol hasta esta acequia, subiendo por ese barranco, quiero que limitéis el trozo de tierra que voy a convertir en mi jardín particular y especial.

- Así se hará ahora mismo, princesa.

Y el administrador dio órdenes para que los que le acompañaban, se pusieran mano a la obra. Miraba la princesa a un lado y otro y miraba para donde las montañas. Y no había pasado media hora cuando vio a su amiga aparecer por la pequeña senda. Le salió rápida al encuentro y nada más estar junto a ella, le dijo:

- Te estoy esperando.

- ¿Para qué?

- Para algo muy importante.

Y la princesa explicó a su amiga el proyecto que tenía en mente. La niña la escuchó muy interesada y cuando la joven princesa terminó, la amiga le dijo:

- Me gusta tu sueño y por eso, desde ahora mismo estoy a tu disposición. Y si me das permiso, hablo con mi padre y ya verás como en poco tiempo, en este trozo de tierra, construimos para ti, el vergel más hermoso, verde y fresco.

- Tienes mi permiso y confío en el trabajo y sabiduría de tu padre.

 

               Allí mismo la niña regaló a su amiga princesa algunas de las plantas aromáticas que traía de las montañas. Y aquella misma noche, planeó con su padre el jardín para la princesa. Al día siguiente, el padre y ella, se pusieron a trabajar en las tierras, trazando amplios acequias, delimitando paseos y arriates y luego buscaron plantas aromáticas por la montaña cercana. Lo mismo hicieron al día siguiente y al otro y así durante varios meses. La niña, durante todo este tiempo, trabajó muy ilusionada junto con el padre y esperó que su amiga princesa apareciera por el lugar. Pero no fue así. Sí cuando la primavera estaba en su mejor momento, una mañana se presentó la princesa en la casa de la amiga y al mirar y ver el terreno que hacía tiempo había escogido para su jardín, se quedó impresionada. Preguntó a la niña:

- ¿Cómo has conseguido todo lo que por aquí estoy viendo?

- Te di mi palabra. Ven conmigo que te llevo por estos sitios y te enseño y explico todo cuanto para ti por aquí hemos hecho.

 

               Acompañando a la niña se fue la princesa, comenzando el recorrido desde la misma puerta de la pequeña casa. Bajaron despacio por una sendilla que descendía siguiendo el trazado de la acequia y la niña, comenzó a explicar a su amiga:

- Ves, aquí hemos sembrado las plantas de romero. Florecen estas plantas en los primeros meses del año y ya se muestran frescas y perfumadas durante mucho tiempo. A este lado, ese arriate es solo de matas de espliego, el perfume más fino y puro en los meses de verano. Ahí, como estás viendo, solo hay plantas de mejorana y en aquel lado, tomillos, poleo y mastranzo. Todas plantas de montañas que son las que regalan el mejor perfume y por eso gustan tanto a las abejas y mariposas. ¡Mira cuántas revolotean por aquí y por las flores de los cerezos y granados!

 

               Sin palabra, caminaba la princesa junto a su amiga, descubriendo el pequeño y bonito jardín que para ella le había configurado. Y como el airecillo era cálido y se movía con calma, llevaba y traía el aroma de las plantas como un delicado regalo. Llegaron a la parte alta, donde la acequia principal caía en forma de cascada dirección a las torres de la Alhambra y bajo la sombra de un laurel, se pararon. Dijo la niña a su amiga:

- Ponte aquí y mira dirección a las torres de la muralla y dime qué te parece.

Le hizo caso su amiga la princesa y al mirar en la dirección que corrían las aguas, descubrió el hermoso trozo de tierra en toda su extensión. Surcado de largo paseos con romeros, tomillos, mejorana, poleo y mastranzo y rematados con almendros, granados, cerezos, laureles, avellanos y nogueras. Impresionada y toda emocionada, dijo:

- El mejor jardín que en estos lugares de la Alhambra se haya construido nunca y de donde mana el aroma más fino y puro. Ahora todo esto huele a ti y al aroma fresca que siempre he percibido en tu casa.

 

               II- Llovió mucho aquel año, a lo lardo de toda la primavera. También salió el sol y, por las noches algunos días, bajaron mucho las temperaturas. Desde la pequeña casa de la amiga de la princesa, al lado de arriba del jardín de romeros y mejoranas, se veía a lo lejos, muy al fondo y altas, las cumbres de Sierra Nevada. Blancas en todo momento y por eso, como proclamando que las nieves no se derretían. Sin embargo, en el original jardín y algo de huerta de la princesa, todas las plantas que la niña y el padre habían sembrado, crecían y crecían y daban mil flores y llenaban de aromas el lugar y todo el entorno. La niña dijo un día a su madre:

- De las ramas de romero que con frecuencia podamos, quiero que cada día me hagas algunas infusiones.        

- ¿Infusiones de ramas de romero?

- Sí, y lo mismo de mejorana, espliego y poleo.

- ¿Y para qué deseas estas infusiones?

- Tú hazme caso y ya verás como es algo bueno.

Y aquel mismo día dijo al padre que le hiciera unas mesas pequeñas de madera y unas cuantas sillas de eneas. También el padre le preguntó:

- ¿Y para qué son estas mesas y sillas?

- Lo mismo te digo: tú hazme caso y ya verás como te gusta cuando lo veas.

 

               En pocos días, el padre le hizo un par de mesas pequeñas y también le tejió cinco o seis sillas, algunas de eneas y otras de esparto. Y una mañana de primavera, llena de sol, cielo azules y con el viento por completo en calma, puso las mesas en la puerta de su casa. Colocó, junto a las mesas, las sillas y sobre las mesas, algunos recipientes de barro cocido y vasos. Dentro de estos recipientes, la madre le había depositado infusiones de espliego, romero, mejorana y poleo. Por eso, toda la puerta de su casa y un buen trozo del original jardín de la princesa, comenzó a oler a montaña fresca y a mañana recién llegada.

 

               Se sentó ella en una de las sillas que el padre le había regalado y dijo a la madre:

- Vente aquí a mi lado y, mientras bordas esas telas de seda, saborea algunas de las infusiones que hemos puesto sobre estas mesas. Del tarro de miel de romero que el otro día me trajo padre de la montaña, yo te regalo unas cucharadas para que estas bebidas sepan más a cielo.

Y la madre le hizo caso al tiempo que le preguntó:

- ¿Y solo para nosotras dos son estas meses, sillas y bebidas?

- Para nosotras dos y también para todas aquellas personas que venga o pasen por aquí y les apetezca un sorbo de estas delicias.

- ¿Y qué personas serán esas?

- La otra noche lo soñé: de la Alhambra y de los que viven en la Medina y en los barrios de Granada no lejos de aquí, van a venir muchas personas a que los invitemos a una de estas infusiones nuestras.

- ¿Y cómo van a venir?

- En cuanto se enteren y los primeros prueben lo que les regalemos, ya verás como unos a otros se lo comenta y por aquí llegan en masa.

- Pero si vienen tantas personas ¿cómo podrás atenderlos a todos?

- Podré, ya lo verás.

 

               Y aquella misma mañana pasó por allí un soldado de la Alhambra. Al ver a la madre y a la niña sentadas en la puerta de la casa y oler el aroma que desprendían las infusiones, preguntó:

- ¿A cómo vendes el vaso de estas delicias tuyas?

- No las vendo, las regalo. Ven y siéntate aquí con nosotras y dime si te gusta más el romero, la mejorana, el espliego o el poleo.

- Me gusta mucho el poleo con miel silvestre de la montaña.

Y la niña le llenó un buen vaso de infusión de poleo con unas cucharadas de mil, se lo dio y le dijo:

- Ya verás qué bueno está y lo bien que te sienta.

Y el soldado preguntó:

- ¿Este es el jardín de la princesa de la Alhambra?

- Es su jardín y yo soy la encargada de cuidarlo. ¿Has visto tú alguna vez un jardín tan original como éste?

- Nunca ni en ningún lado. Ni tampoco nunca vi que una persona como tú, tu padre y madre, ofrecieran gratis infusiones de plantas de la montaña en la puerta de su casa, al aire libre y frente a la Alhambra.

- ¿Te parece interesante?

- Creo que es lo más interesante que por aquí nadie nunca hizo. En cuanto regrese a la Alhambra y me encuentre con los compañeros, le voy a contar todo esto. Pero antes ¿me permites un consejo?

- ¿Qué consejo?

- Que por estas ricas bebidas de plantas aromáticas que aquí ofreces, cobres algunas monedas a lo que vengan.

- Bueno, ya veremos.

 

               Y al día siguiente, al otro y en los que siguieron, empezaron a llegar personas a la puerta de la bonita casa de la amiga de la princesa. Todos decían:

- Nos han hablado de esto que aquí ofreces y hemos venido a verlo con nuestros propios ojos y a probar tus tesoros.

- Pues habéis hecho bien. Y como regalo, después de tomaros una infusión de plantas silvestres con miel de romero, os enseñaré el bonito huerto jardín de la princesa. Lo hemos sembrado y lo cuidamos mi padre y yo.

Y las personas, todos los que de un lado y otro llegaban, después de saborear las bebidas de plantas de la montaña, recorrían los paseos del jardín de la princesa. Y mientras caminaban guiadas por la niña y luego cuando ya se iban, comentaban:

- Este pequeño huerto y jardín de la princesa, es mucho más original y bello que los que hay en los palacios de la Alhambra. Y las infusiones de plantas silvestres de las montañas, son más sabrosas y sientan mejor que el té que beben en esos palacios.

- ¡Y que lo digas!

 

               Cuando a los pocos días la noticia llegó a oídos de la princesa, ésta salió de los palacios y a prisa subió a las tierras de su jardín. Al llegar vio a la niña sentada en la puerta de su casa, con las mesas repletas de tarros de barro cocido y todos llenos de bebidas aromáticas. Al ver la niña a su amiga la princesa, enseguida le salió al encuentro y le dijo:

- Te estaba esperando.

- Y yo vengo para que me expliques qué es lo que por aquí está pasando.

- ¿Es que ocurre algo grave?

- Todos los días, a todas horas, por todos sitios y muchas personas, hablan y hablan de este jardín mío.

- ¿Qué cosas malas dicen, princesa?

- No dicen cosas malas sino buenas y todos se asombran que en este rincón de la colina de la Alhambra, exista un jardín como el mío y con un perfume tan especial. Y de lo que más se asombran unos y otros, es de las bebidas que aquí en tu casa regalas.

- Princesa, yo lo hago para que todos se admiren de tu jardín y para que con sus propios ojos vean que con las plantas naturales que crecen en las montañas que rodean a la Alhambra, se puede crear un paraíso único en el mundo. Y que en este jardín, se puede disfrutar de olores y sabores como no hay otros en toda la tierra. Y ya verás tú cuando los cerezos, granados, almendros, nogueras y avellanos den sus frutos. Yo quiero que tu jardín sea lo más especial que nunca se haya visto y realizado en esta colina de la Alhambra.

 

               Y la princesa, agradeció a su amiga y al padre de ésta, la inteligencia y cariño que cada día ponían en las tierras de su huerto jardín. Durante mucho, mucho tiempo y mientras en la Alhambra reyes y soldados organizaban y participaban en guerras y batallas, el jardín de la princesa crecía y daba flores y era envidia de todos los que lo visitaban y conocían. Hasta que un día la princesa, ya mayor y casada pero no reina, tuvo que irse de la Alhambra. Murió el padre de la niña y también la madre y, ésta, fue echada de las tierras del jardín huerto y de su pequeña casa. Poco a poco todo por ahí fue muriendo y desaparecieron las plantas, árboles y acequias. Hoy, mucho, muchos años después, el lugar lo han convertido en aparcamientos para los coches de las personas que visitan la Alhambra y en biblioteca y archivo histórico. Pero nadie sabe ni en ningún lugar se recoge la historia de este maravilloso jardín ni de la princesa y su amiga. Así es la vida y así son y suceden las cosas en este mundo.     

 

               Epílogo

               Estas son algunas de las propiedades que tienen las plantas que la amiga de la princesa sembró y cultivó y luego regalaba en infusiones.  Romero. Reduce o previene la caída del cabello, ya que mejora la llegada de sangre al bulbo piloso. Disminuye la tensión arterial, ya que fluidifica la sangre, mejorando la circulación sanguínea. Adelgaza y aumenta la actividad celular, reduce el tejido graso y disminuye la hinchazón abdominal causada por exceso de flatulencias. Actúa sobre el sistema nervioso, brindando una acción calmante. Reduce el dolor de cabeza. Previene el malo aliento. Ayuda a mejorar estados anémicos. Disminuye los síntomas de la tos y el catarro.

 

               Tomillo. Es una hierba que, además de tener gran capacidad astringente, es muy buena para combatir bacterias  y otros problemas que puedan aparecer en la boca y garganta incluidos dolores de la misma. Tiene buenas cualidades antisépticas y esto nunca viene mal para combatir cualquier microorganismo que se haya depositado en la boca. Por esto mismo, no tienes más que preparar este remedio casero, bastante sencillo y con ingredientes que se consiguen con facilidad.

 

               Mejorana. Por sus propiedades aperitivas es muy útil para tratar casos de inapetencia o para estimular el apetito previo a las comidas. La mejorana posee propiedades sedantes, por lo cual se recomienda su consumo en casos de trastornos del sueño o insomnio. Además, es muy útil para personas que sufren de nerviosismo y ansiedad. En estos casos se recomienda beber una infusión de mejorana. La planta de la mejorana posee propiedades antiespasmódicas, ya que actúa favoreciendo la relajación del músculo liso, siendo muy útil para tratar casos de diarreas y cólicos estomacales. La mejorana se utiliza como antibacteriana de uso urológico, siendo muy recomendado su consumo para tratar infecciones urinarias.

 

               Poleo. Como expectorante, la menta poleo actúa estimulando la eliminación de secreciones acumuladas en los pulmones, siendo útil su aplicación en casos de bronquitis, además está totalmente recomendado su consumo para casos de resfriados que afecten a la garganta. Como carminativo, la menta poleo actúa favoreciendo la eliminación de gases acumulados en el tubo digestivo, resultando muy útil para tratar casos de flatulencias y meteorismo. Debido a las propiedades sedantes de la menta poleo, es muy bueno su consumo mediante infusión para tratar casos de nerviosismo, también situaciones de ansiedad y problemas para dormir. Otras propiedades medicinales de la menta poleo son: Antipirética: debido a su composición, la menta poleo es útil para tratar resfriados que presenten fiebre.  Antiséptica. Indicada para limpiar heridas, previniendo de esta manera que se infecten. Cicatrizante: en aplicación externa, la menta poleo tiene propiedades que estimulan la cicatrización, siendo muy recomendada para tratar heridas o cortes.