Agonía Podía verme de nuevo, yo no hubiese tenido inconveniente, pero nunca quiso. De manera que pasaron más de veinte años hasta que mi hijo me lo comunicó. "¿Y quiere verme?" pregunté, incrédulo. "Sí". Acudí entonces hasta su habitación en el hospital. En la sombra sólo vi su forma bajo la sábana hasta que mi hijo encendió una luz indirecta. Le dije unas palabras de consuelo. Casi no la reconocía. Habíamos envejecido tanto que apenas me quedaba el recuerdo de otra cara, de otro cuerpo. Ella me miró, desconcertada. "Tengamos piedad" me dije, "que los dos tengamos piedad".
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Medusa Podía verme de nuevo. Notaba su fría mirada clavada en mi nuca. Me giré rápidamente pero no la vi. Di un tajo atrás con mi espada pero tampoco había nada. Jugaba conmigo y eso no me gustaba. Un susurro arriba hizo que alzara la cabeza y, antes de que pudiera siquiera gritar de terror, mi cuerpo se convirtió en piedra al momento.
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En menos de un segundo "Podía verme de nuevo, la gente rodeándome vociferante como cuando me detuvieron. Arrodillada, solo veía sus piernas moviéndose impacientes. ¿Por qué chillan? ¿Qué les he hecho? El culpable fue él. Intenté robarle, sí, pero él quiso violarme y no le dejé. La cara de un niño asoma frente a mí y me mira a los ojos con curiosidad. Sí, no quise hacerlo, pero le maté. Y resultó ser el Recaudador Real. El pequeño me saca la lengua y yo le guiño un ojo..." Sonó el clic de la palanca y la guillotina segó su garganta.
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No jures en vano Podía verme de nuevo entre sus brazos, deseada y amada, después de haber jurado que no iba a repetirse ni una vez más. -Sabes que estoy casada. -Dudo que nos pille in situ María. -No es eso. -¿Entonces?, él no te da esto, ¿cierto? -preguntó introduciendo sus dedos despacito en mí. Y un gemidito de placer surgió de mi garganta para dar paso a otra tórrida sesión de sexo prohibido. "Dios, te juro, te juro que va a ser la última", le dije en una de esas que vislumbré mis hábitos por el suelo.
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Jugando Podía verme de nuevo. Volví a esconder la cabeza detrás del sofá. Él también estaba agachado. Saqué mi mano para retirarla en cuanto él estuviera a punto de tocarla. Pero la cogió y la mordisqueó como si fuera un chupete. El día que nació parecía más quieto, pero últimamente ha ido espabilando. Lo curiosea todo y tengo que tener algunos adornos guardados. Deja de morderme la mano y protesta porque tiene hambre. Lo aúpo y le llevo en brazos hasta la cocina. Le dejo junto a su cuenco y le echo friskies y se los come en un plis plas.
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El cooperante de la ONG Podía verme de nuevo llegando a casa y abrazando a mis padres. Sólo faltaba que llegase la noche. Las cuerdas de las muñecas se habían debilitado. Lo único que temía era que cambiasen el menú de la cena... allí estaba la gran cacerola, sobre un montón de leña. Por suerte llegó la obscuridad y pude desatarme y huir. En dos días de marcha por la selva llegué a un poblado civilizado y dos semanas más tarde aterrizaba en Barcelona. ¡No sé a donde será, pero la próxima vez prometo no irme de cooperante a un país infestado de caníbales!
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Lágrimas Podía verme de nuevo. No sabía quién estaba más emocionado, si él, que había recuperado la vista tras la operación o yo, que pensaba que odiaba a aquel viejo cascarrabias y había descubierto que lo único que quería en el mundo era volver a sentir su mirada puesta en mí, aunque fuese la más severa del mundo.
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