Abrir una
novela de Álvaro Bermejo siempre comporta una sorpresa. Sigo su trayectoria
desde El reino del año mil, una
novela fantástica ambientada en la Europa medieval con las Cruzadas como telón
de fondo. De ahí en adelante, cada nuevo título de este autor parece partir de
un desafío a todos los géneros. Con El
evangelio del Tíbet se atrevió a plantearnos la posibilidad de una segunda
vida de Jesús tras la crucifixión, más allá de las montañas de Cachemira. Vino
después El Laberinto de la Atlántida,
donde recreaba el mito platónico de la civilización atlante en plena II Guerra
Mundial, con los ejércitos de Hitler buscando el Rayo de Poseidón en Creta.
Tras esta, ya en 2012, publicó El Amante
de Nefertiti, una inmersión en el Egipto faraónico con la reina sol y el
faraón hereje, Akenatón, como protagonistas. Estos cuatro relatos parten de una
base rigurosamente histórica para adentrarse en territorios inquietantes,
lindantes con el thriller esotérico, donde sus protagonistas ven bascular su
mundo racional para enfrentarse a situaciones impensables hasta entonces que
cambiarán su vida para siempre. De esta manera la novela histórica inicial, el
thriller esotérico, crece hasta convertirse en algo muy parecido a una novela
de iniciación con trazas de bildungsroman.
Se diría que
Bermejo busca trascender los límites de la literatura de género a la que se
sujetan sus tramas para llevarnos más allá. No sabemos muy bien dónde, pero
después de leer cada una de sus novelas no me cabe duda de que lo suyo es
literatura con mayúsculas.
Cuando cayó
en mis manos Eternamente tuya, volví
a sorprenderme por su atrevimiento. ¿Y ahora, una novela del género vampírico…
ambientada en Escocia? Hacia la mitad
del relato se nos revela la razón de esta presunta extravagancia: fue
precisamente en Escocia donde Bram Stoker encontró la inspiración para escribir
la historia del vampiro más temido y celebrado de todos los tiempos. Con este
desplazamiento de la Transilvania canónica a las Highlands Bermejo parece
rendirle todo un homenaje al autor de Drácula. Y a decir verdad, su novela no
desmerece la comparación.
Un Jonathan Harker contemporáneo llega al
condado de Gairloch sin otra intención que la de construir una gran central
hidroeléctrica. Dos mujeres entrarán en su vida con la fuerza de un vendaval:
la temperamental Valeria de Montrose y su hermana pequeña, la etérea Anna
Livia. La primera lo seduce de una manera posesiva y violenta, hasta la sangre.
Su hermana, con la delicadeza de una adolescente victoriana. Pero en ambos
casos comienza a verificarse en él algo muy parecido a una posesión que tiene
mucho que ver con los extraños sucesos que comienzan a producirse en la
comarca: muertes inexplicables, suicidios misteriosos, cadáveres que aparecen
desangrados. La gente del lugar lo
atribuye a un vampiro legendario, el Vampiro de los Montrose, cuyo cuerpo yace
enterrado en la capilla de san Mungo. Vela por él una misteriosa Dama Blanca,
un ser espectral cuya aparición se interpreta como anuncio seguro de una nueva
tragedia. Algo que ella rubrica con su propia mano, escribiendo los nombres de
los condenados en el Libro de Hierro que siempre la acompaña. Y el de nuestro
protagonista no tardará en aparecer, escrito en claros caracteres góticos, con
una tinta tan roja como su propia sangre.
Esta historia
de vampiros y almas en pena, tan sombría como realista, magníficamente escrita,
está lejos de los clichés que alimentan la literatura fantástica convencional. En
Eternamente tuya nada es evidente ni
fácil, las tinieblas parecen envolver cada página, y la mera evocación de
algunas de ellas –la muerte del Vampiro, por ejemplo-, todavía me hace
estremecer. Hablamos de un relato inquietante donde el lector sufre las peripecias
de sus protagonistas con un sentimiento de impotencia, a veces de angustia,
colgado de la pluma del autor, hasta su terrible y maravilloso punto
final. Pero, asimismo, también se trata
de una narración extraordinariamente poética, de un romanticismo extremo,
pasional, a veces convulso, que te hace
lamentar haberlo leído con tanta avidez, arrastrado por la fuerza de la trama.
Algo que invita a una segunda lectura para saborear capítulo a capítulo la
magnífica ambientación, esa Escocia brumosa y legendaria, las pequeñas
historias paralelas que salpican el texto, la sutileza con que se dibuja el
retrato de cada personaje y que constituye, a mi modo de ver, una de las
mayores riquezas del libro. Bermejo acredita una notable destreza para manejar los
sentimientos, ese amor de los amantes malditos que cobran vida ante nuestros
ojos, hasta hacernos sufrir con ellos, mientras su universo particular nos
envuelve como la sombra del Vampiro se proyecta sobre todo el relato. Sin
embargo, ese ser abominable tampoco está desprovisto de humanidad. Por
momentos, al paso de esta historia, se diría que los seres humanos pueden
llegar a ser bastante más terroríficos que las criaturas que pueblan nuestras
pesadillas.
No diré más
por no revelar el misterio que recorre esta novela magistral. Si buscáis una
historia de vampiros llena de pasión y desesperación, donde el amor más allá de
la muerte se erige en su verdadero protagonista, Eternamente tuya es de lo mejor que podéis encontrar entre las
novedades de este otoño.