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romi
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El soldado y el soñador

24 de Octubre de 2013 a las 12:41

Bubok

EL SOLDADO Y EL SOÑADOR

 

Una persona, cualquier persona del mundo y en cualquier tiempo, nunca es libre por completo mientras no logre compartir con los demás los misterios de su corazón.

 

            Desde la Alhambra, aquella fresca mañana de otoño, llegó montado en su caballo. Un bellísimo animal con la cabeza en forma de cuña y refinada, frente amplia, ojos grandes, fosas nasales también amplias y hocico chico con un pequeño aumento en la frente. Mostraba caderas profundas y bien anguladas y hombros con buena caída, huesos fuertes y densos y con una preciosa cola que zarandeaba y alzaba con majestuosidad, mostrando un carácter altivo y animoso.

 

               Al llegar al centro de la pequeña llanura, el soldado tiró de las riendas del caballo, pronunció unas palabras y el animal se detuvo. Justo al lado de tres de los hombres que labraban las tierras. Al oírlo y verlo tan cerca de ellos, estos alzaron sus cabezas, limpiaron con sus manos el sudor de sus frentes y lo miraron, como si esperaran alguna orden. El soldado, bien acomodado en lo alto del caballo, los saludó y les dijo:

- Vuestro trabajo es bueno y creo que dará frutos aun mejores. Esto contento y por eso os admiro.

Y uno de los hombres le preguntó:

- ¿Y cuando por fin seremos libres?

- Voy a regresar, dentro de un rato, a los recintos de la Alhambra y, como os tengo prometido, quiero hablar con el rey para que os pague mejor y os dé otro trato más bueno.

- Ojalá usted cumpla lo que nos dice y quiera Dios que al rey se le enternezca el corazón.

 

               Espoleó el soldado a su caballo y se fue derecho al joven que bajo la encina miraba para la montaña. Al llegar a su lado, de nuevo se paró, lo saludó y al notar que lo recibía con agrado, sin más le preguntó:

- Sé que tu corazón sueña con ser libre y, como no lo eres, se te acumula dentro del dolor. ¿Qué harías y a dónde irías si fueras libre ahora mismo?

El joven miró con temor al soldado y luego volvió su cabeza para lo alto de la montaña que tenía a su derecha al tiempo que habló y dijo:

- Lo primero, subir a lo más alto de esta montaña para descubrir por fin qué es lo que hay al otro lado y para sentirme más cerca del cielo. Luego me pondría a escribir lo que siento y sueño para notarme libre por completo. Tú como yo sabes que una persona, cualquier persona del mundo y en cualquier tiempo, nunca es libre por completo mientras no logre compartir con los demás los misterios de su corazón. ¿Por qué no hablas con el rey y le pides que me conceda este sueño?

 

                 Después de unos segundos en silencio, el soldado dijo al joven:

- Pero antes de ser libre, me gustaría oír de ti todo el dolor que llevas dentro. Lo intuyo pero si me lo dices, aunque sea un trago duro para ti, yo comprendería mejor cuanto hay ahí de bello.

- Te lo contaré si a cambio de ello logro la libertad que sueño.

- Sabes que te aprecio y que haré todo lo que pueda para darte lo que necesitas. Háblame.

 

               Y el joven, lentamente, frente a la alta y robusta montaña, dio comienzo a su relato y, durante bastante tiempo, contó al soldado parte del dolor de su corazón, mezclado con sus sueños y deseos de libertad. Lo escuchó muy atento el soldado y cuando el joven terminó de hablar, le dijo:

- Eres libre desde ahora mismo. Camina, sube a esa montaña, observa y goza lo que desde esa cumbre descubras, escribe lo que sientas y veas y luego, vuelve por aquí y me cuentas. A mí también me gustaría saber qué es lo que desde esa cumbre se ve para sentirme un poco más universal y en un escalón más cerca del cielo.