NDICE.- Comprende DIEZ GRANDES VIAJES CON OCHENTA Y NUEVE CAPÍTULOS.
ARGUMENTO: Se narra un viaje imaginario de don Felipe González a la sazón Presidente del Gobierno de España y de la Comunidad Europea-, acompañado de su buen amigo don Javier Solana Ministro de Exteriores y después Secretario General de la OTAN -, por más de VEINTICINCO PAÍSES DE LOS CINCO CONTINENTES, con las aventuras más disparatadas y graciosas, y la esperanza de gobernar el mundo, él solo, sin guerras ni fronteras, como una gran familia. "Las guerras son obsoletas, Javier, de otro tiempo: Las guerras son el fracaso del género humano". Y en otro lugar: "¿No ves el cielo: las estrellas en su sitio, sujetas a una ley universal; si una sola fuera por libre, el universo se destruiría. ¿Qué ocurre con nuestro cuerpo: hay orden porque cada parte mira por las demás. ¿Va a ser distinto nuestro planeta"
PROLOGO
-¿Cuándo me dejarás que lea tu libro, abuelo
-Cuando seas mayor.
-Tu sabes que la historia me apasiona.
-Mi abuelo, un día, me lo dio a mí para que lo guardara; yo haré lo mismo contigo en su momento.
-¿Y cuándo será ese momento, abuelo
-Más adelante; pero te contaré algo de su contenido, escucha: Hace unos cien años, a finales del siglo veinte, hubo en España un Presidente de Gobierno que soñaba con ser el Presidente del planeta. Se llamaba don Felipe González Márquez.
-¿Y qué tenía de particular, abuelito
-Entonces no era como ahora, ¿sabes: cada nación vivía encerrada en sus fronteras y gobernada sin contar con las demás naciones, las cuales se enfrentaban unas a otras por un trozo de tierra; había pueblos que pasaban hambre, mientras que otros, más poderosos, tiraban la comida. Era la Prehistoria de la Historia.
-¿Y qué hizo don Felipe González, abuelo
-Pensó en la locura de ir cada uno por su lado. En este libro se cuenta la transición de aquella forma de gobernar a la de hoy. Aunque te parezca imposible, vivieron así muchos años, y costó lo suyo para alcanzar el monogobierno terrestre que tenemos nosotros. Es un libro interesante; como un tesoro me lo entregó mi abuelo.
-¿Y quién escribió este libro
-Alguien que vivió en aquellas fechas, llamado Francisco Tomás Ortuño, y que tuvo la feliz idea de reflejar cuanto sucedía, pensando que lo que contaba podía ser luego, como lo fue, un documento de inestimable valor.
-Déjame ya el libro, abuelo: lo conservaré como oro en paño.
PRIMERA PARTE
PRIMER VIAJE: FRANCIA - LIBANO - PAKISTAN
CAPITULO 1 (1-9-95)
DON FELIPE DE LA MANCHA
En un lugar de su mente, halló don Felipe un día un mundo extraño y maravilloso que, sin saber cómo, había forjado su imaginación. Y sintiéndose bien allí, desde entonces vivió más tiempo dentro que fuera de él. Concibió pronto la peregrina idea de recorrer el mundo y conocer por sí, de primera mano, sus desigualdades, para corregirlas después cuando gobernara, él solo, las naciones todas de la Tierra. Con tales pensamientos, se llamó a sí mismo don Felipe de la Mancha, en recuerdo de don Quijote, paradigma de caballeros andantes, por quien sentía especial admiración.
Felipe González nació en Sevilla, en 1942, y trabajó muy pronto en la Hermandad Obrera de Acción Católica -HOAC-; pero tuvo que ser, mejor, tras ingresar en las Juventudes Socialistas, en 1962, cuando sintió por primera vez la llamada imperiosa de ayudar a los obreros. En 1964 fue miembro activo del PSOE, y en 1970 entró a formar parte de su Comisión Ejecutiva. En 1974 fue elegido primer Secretario General, reelegido en 1979 y Diputado por Madrid.
-¿Te acuerdas, Carmen -le decía a su señora-, de cuando éramos como el común de los mortales; ¡quién te iba a decir entonces, "chiquiya", que ibas a ser la primera dama entre las mujeres! ¿Cómo nos conocimos
-Cierto, Felipe -le respondía ella-, ¿cómo podíamos ni sospechar que llegarías tan alto Nos conocimos en una fiesta; yo descubrí en el brillo de tus ojos y en la fuerza de tus palabras, que estabas destinado a gobernar.
-¿Cómo era el brillo de mis ojos, ¿cómo eran mis palabras
-Eran fuego, Felipe; tanto el brillo de tus ojos como tus palabras eran fuego; yo sucumbí a su encanto, y ya no pude separarme de tu lado; fuiste un imán, un potente imán para mi pobre personilla.
-¡Cómo te envidiarán hoy todas las mujeres!
-Sin duda, Felipe, pero no está bien que tu lo digas.
-¿Por qué, ¿acáso no querrían ellas ocupar tu puesto, ¿ser la señora del Presidente de la Comunidad europea
-Que otros lo piensen, bueno; pero que tu lo digas no está bien -le reprochaba doña Carmen.
-Siempre fuiste modesta.
-Y tu vanidosillo, Felipe; ya siendo adolescente, porque te conocí siendo eso, un adolescente, lo advertí: "Es orgulloso y tenaz, puede llegar muy alto, como las águilas; puede alcanzar la gloria si se lo propone". Y así ha sido: Has alcanzado la gloria, Felipe.
-Sigue, Carmencita, que tus palabras son dulces como la miel, suaves como la música: nada me relaja tanto como escucharte, sigue, por favor.
-Si, Felipe, en la vida todos sueñan como tu entonces, pero pocos logran alcanzar sus sueños. Solo los elegidos.
-Dices bien, pocos hemos llegado a ser emperadores; porque yo me cuento entre los pocos emperadores que en el mundo han sido. Con los dedos de una mano, Carmen, con los dedos de una mano; y yo uno de ellos. Hoy, ¿quién más que yo: Presidente de España y de Europa por decir algo; pero, ¿qué soy en Africa, en Asia y en América: su protector, su guía; si vieras cómo me reciben, Carmen, por donde voy, con el himno nacional y las fuerzas en posición de firme.
-Baja, baja, Felipe, que esas alturas dan vértigo, y las caídas pueden ser peligrosas. La suerte te ha sonreído y eso es todo.
-La suerte, la suerte; no te digo lo que pienso, pero no hay quien me lo quite de la cabeza.
-¿Qué piensas, Felipe, tu esposa debe saberlo.
-Curiosilla.
-Dime, marido mío.
-¿Cuántos caudillos ha habido en la historia de todos los tiempos, dime, ¿cuántos, haz memoria.
-Hijo, no sé, así a botepronto me lo pones difícil, pero los hubo y los habrá -respondía ella divertida.
-Muy pocos, Carmen, muy pocos, haz memoria: Alejandro Magno en el siglo IV antes de Cristo, rey de Macedonia, que venció a los persas, conquistó Jerusalén y entró en Egipto, donde recibió el título reservado a los faraones; Julio César, siglo I, que tras vencer a los pompeyanos, fue soberano absoluto; ¿quién más
-Descansa, Felipe, que estás excitado; ¿a qué vienen ahora las vidas de esos personajes que ya nadie recuerda
-Por ellos, mujer, por ellos el mundo que tenemos es como es. ¿Tu crees que sin estos caudillos todo sería lo mismo No: han sido destinados a marcar el rumbo de la historia. ¿Y Carlomagno, ¿qué me dices de Carlomagno, emperador coronado por el Papa, ¿no fue providencial Carlomagno Pocos más, querida, pocos más. Napoleón en Francia. Y ahora yo.
-Hay muchos más, querido.
-Muy pocos, Carmencilla, y yo uno de ellos.
-¡Felipe!
-Si, te lo digo como lo siento, me veo en la lista de esos pocos héroes.
-¡Felipe!, ¿te encuentras bien
-Me estoy convirtiendo en Dios.
-¿Qué dices
-No te asustes, querida, que eso ya lo dijo Vespasiano, emperador que inició las obras del Coliseo de Roma.
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