Esta web, cuyo responsable es Bubok Publishing, s.l., utiliza cookies (pequeños archivos de información que se guardan en su navegador), tanto propias como de terceros, para el funcionamiento de la web (necesarias), analíticas (análisis anónimo de su navegación en el sitio web) y de redes sociales (para que pueda interactuar con ellas). Puede consultar nuestra política de cookies. Puede aceptar las cookies, rechazarlas, configurarlas o ver más información pulsando en el botón correspondiente.
AceptarRechazarConfiguración y más información
Francisco José López Villa
Francisco José López Villa
14 de Febrero de 2019, 12:34

La isla de las dos colinas (1)

Escrito en Compostela, en el año de la Era de 1190.

Mi nombre no importa, tan sólo soy uno más de los canónigos de la catedral. Junto a otros el arzobispo nos encargó buscar datos en los libros antiguos.

Datos para escribir la Historia Compostelana. La obra que narra la historia de este arzobispado desde la creación hasta hoy.

Tenemos órdenes tajantes, de entregar al arcediano, para su destrucción, todos aquellos libros; cuyo contenido no refleje la historia Su Ilustrísima quiere contar.

Con riesgo para mi vida y mi alma, he decidido escribir lo que he ido encontrando y esconderlo para que las vidas y obras que he encontrado, no se pierdan en la Larga Noche de Piedra que espera a esta tierra.

Vamos allá:

Lucus Augusti, año 18 de la Era:

- ¡ Abuelo, abuelito, cuéntamelo otra vez! Por favor ..... Gritaba Brigit,
mientras tiraba de la camisa del viejo guerrero. Éste bufó, más divertido que enfadado...

y , mientras se sentaba en una piedra dijo:

- De acuerdo, de acueeerdo, te lo contaré otra vez, y empezó a hablar a la niña.

"Hoy es el dia de Lug, el día grande de las fiestas del verano. La Bahía
de la Reunión, junto a la Isla de las dos Colinas, está abarrotada con los barcos
venidos de todas las costas del Cuan Airgh y del Cuan Tuatha Brigde.

Hay grandes navíos de entre 60 y 100 pasos de largo, unos diez o veinte de
ancho y más de la altura de dos hombres fuera del agua, con proas altas y fuertes
preparadas para atravesar el mar, de gruesas tablas de madera de roble, y con clavos de hierro.

Poseen el fondo ancho, para no embarrancar en las rías con la marea baja y gruesas quillas, por si chocan con las rocas.

Un solo mástil, con velas de piel, las más robustas y duraderas.

Entre ellas un sinfín de botes de todos los tamaños:

-Unos de madera, como pequeños niños esperando a crecer y hacerse mayores, con sus velas alargadas.

-Otros de mimbre y cuero, ligeros y fáciles de transportar, para moverse de un lado a otro dentro de la ría o como pequeños botes auxiliares.

Los comerciantes han montado sus puestos en el interior de la bahía, hacia
donde el ojo de Balar se abre cada mañana.

Con la marea baja las gentes de las tribus y de Dun Elfinn cruzan la barra de
arena y se acercan a comprar e intercambiar mercancías. Otros a curiosear y los más jóvenes, atraídos por el gentío simplemente a divertirse.

Entre la multitud destacan nuestras princesas, las mouras. Con sus altos tocados, cubiertos con mantones y adornadas con joyas de oro y plata.

Y, en torno a la torre, donde se mira el cielo, las meigas traían la buena suerte con sus danzas y ceremonias.


-"¡Cayo, Cayo..!,
Quién así habla es Maximus, el capitán de la nave que lleva a Cayo Julio César rumbo al final de su camino en el Occidente de Hispania,
-" Ven a ver esto, te gustará".

Continuará...