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Orlando Muñoz de Cardoso

Las Colinas de los Hombres

¿Dónde ¿Dónde están las gotas...

Esas gotas rojizas que caen sin decir nada,

Escribiendo novelas personales,

Impolutas conductas que aprendemos, tal vez sin ningún sentido, cuando la realidad te supera y muta en ti algo que te gusta pero que también odias, Lazos perpetuos que crees irrompibles, para solo bastar pequeñas acciones;

Se cortan las hojas, las cuerdas que te unen caen al vacío, de donde crees que jamás verás volver nada, pues lo que en la oscuridad cae jamás vuelve, te han enseñado; ahí estamos en medio creando cadenas inmensas, donde en algún lugar alguien afortunado conserva un pilar donde se enlazan todas ellas, amarrándonos a todos;

Lástima para aquellos que con poco se sujetan, viviendo pendientes a caer, esposados a la esperanza en los últimos segundos, la esperanza de que aparezcan lazos que los amarren de nuevo a las nubes, para poder vivir mientras el cuerpo aguante.

¿Qué pasa cuando no apareces, cuando el animal inocente y asustado mira a su alrededor, la nada, sujeto solo a una cuerda, cuando la cuerda es mohosa y vetusta, dando sus últimos estirones para romperse, te asecha, lo sabes, te observa caminando junto a ti, se jacta y regocija de tener más cuerdas que tú, es la novela de los hombres y sus colinas;

Mi colina es el cielo, las nubes sin cuerda que me aten, me elevo a mí mismo por encima del suelo inseguro, progreso, a veces subo tan alto que tropiezo con todo volviendo unas décimas de segundo atrás, deteniéndome, porque a veces hay cuerdas en mi pies que frenan mi avance en la colina, como amarrar un ave que intenta batir el viento.