Tal vez sea porque siempre abrigamos la esperanza de que cambien y reconduzcan su vida. Aunque no siempre lo consiguen. Pongo por caso al Capitán Nemo, que pese a liarse a hundir barcos a diestro y siniestro, al final de la novela, cuando el profesor pasa por la puerta de su camarote y le encuentra llorando ("¡Dios inmisericorde! Basta! ¡Basta!") no duda en compadecerse de él. Y esta indulgencia pasa también al lector. ¿Qué motivos le habrían llevado a cometer aquella actitud tan criminal? Verne cubrió esta parte de la historia con un halo de misterio, como diciendo "Ya cuando lean el libro, los lectores dirán si Nemo merece o no su perdón". ¿Quién sabe? A lo mejor los seres humanos no somos "tan desalmados después de todo... |
Yo creo que es porque somos unos capullos venidos a menos y nos complace pensar que tal vez nosotros también tengamos un final digno, tan sencillo como eso. Además, ¿qué gracia tiene vestir la blanca armadura? Un poco de vidilla, por favor. Y si no que se lo digan a Lord Vader (por poner un ejemplo que la chavalería tenga a mano), que sí, que vale, que se carga a media guardería jedi pero al final salva la galaxia y con un asma atroz, una cosa por la otra, ¿no? Además tanta virtud, tanta virtud, mira tú luego Saruman que en cuanto te descuidas te llena el parque de bicharracos encabronaos. O el propio Rey Arturo, que si mucha paz y mucha justicia, y luego le pueden los celos. ¿Y hay cosa más insulsa que Supermán? Fíate de los buenecitos... (en ficción, claro, no me vengas con ejemplos reales que ahí ya es otro tema) |
XD Es verdad, es verdad... Sobre todo lo de Darth Vader, que encima va y se carga un planeta. ¡Y mira que no le cogimos cariño ni ná! Y en cuanto a Superman... ¡Hombre! No sé si recordáis una de las entregas en la que se volvía malo (con manchas en el traje y todo) y le da por ponerse a filtrear con mujeres y chafar unos Juegos Olímpicos. Muy poco creíble, eso sí.... Si al final es lo que yo digo. Donde esté el Jocker (el de Jack Nicholson o el de Heath Ledger), que se quiten todos los demás... Si es que en el fondo siempre hemos querido ser "malos"... |
Porque siempre tendemos a desear lo que no tenemos y lo que no somos. Y la maldad encierra un atractivo, un placer del que nos vemos excluidos porque, simplemente, no somos malos malísimos. Cargamos con una cosa llamada “moral” a la espalda que los demás, nosotros mismos o todos juntos en equipo, nos hemos creado. Y aunque nos sigamos quedando con nuestra (modesta) bondad, siempre queda la curiosidad de saber qué se siente siendo terriblemente malo o dejándose llevar por las más bajas pasiones hasta el mismísimo límite. Teniente Ripley P.S. ¿Más soso que Supermán? Sólo se me ocurre Chema, el panadero de Barrio Sésamo.
|
La maldad existe y puede resultar fascinante del mismo modo que un ratoncillo se queda mirando pasmado a la serpiente que se lo va a tragar. En las novelas la maldad es hasta cierto punto simpática, incluso nos identificamos en parte (todos tenemos algo de esa maldad), es raro poner un protagonista literario que sea simplemente asqueroso y repugnante. La maldad real, la gratuita, el deseo de hacer daño por hacerlo, por ver sufrir a alguien de la manera más dolorosa posible, el deseo de engañar, mentir hasta la náusea, no suelen protagonizar los relatos en primera persona. |
cita de carlos_maza
La maldad existe y puede resultar fascinante del mismo modo que un ratoncillo se queda mirando pasmado a la serpiente que se lo va a tragar. En las novelas la maldad es hasta cierto punto simpática, incluso nos identificamos en parte (todos tenemos algo de esa maldad), es raro poner un protagonista literario que sea simplemente asqueroso y repugnante. La maldad real, la gratuita, el deseo de hacer daño por hacerlo, por ver sufrir a alguien de la manera más dolorosa posible, el deseo de engañar, mentir hasta la náusea, no suelen protagonizar los relatos en primera persona.
Créeme Carlos, hay muchos relatos así. Otra cosa es que luego vean la luz.
|
cita de gloriapaniagua
Como la noche y el dia, Gloria. Pero nos necesitamos. Como la noche y el día.Siamés de espalda, yo odio a los héroes amorales y agresivos, no me interesan nada, ni en literatura ni en la vida real. Me impresionan y conmueven más las Teresa-s de Calcuta y los Gandhi-s. Qué rara soy.... Gloria Mira, a mi me interesaría Teresa de Calcuta si alguien me contara que fue una joven depravada y egoista que llegó a la santidad, o viceversa. La única historia que no me interesa es la del protagonista que termina tal y como empieza. No es un juicio de valor. Es una constatación de interés narrativo: si no pasa nada, la historia no interesa. Puede interesarme conocer a una persona buena, y quisiera que el mundo estuviera lleno de ellas. Pero eso no es una historia. Ya sabeis, en los telediarios no salen más que truculencias, y los muertos en accidentes de tráfico. Nunca las buenas acciones del día. Aquiles no es malo. Según el código de valores y las costumbres de la época, es una persona bastante cabal, honesta y cumplidora. Si quisiéramos poner al Aquiles de nuestros días, sería un hombre de éxito fulgurante en los negocios/arte/deporte/cultura/ciencia/política, entregado en cuerpo y alma a un proyecto que él sabe de corta duración, para lo que no ha dudado en prescindir y sacrificar su posible vida familiar, afectiva, etc... Un hombre que al llegar a la cumbre de su carrera, y cuando ya sabe que se le ha acabado prácticamente el plazo de su proyecto vital, se le desmoronan los valores y rompe a llorar por culpa de un viejo que viene a pedirle piedad para el cadáver de su hijo, y que le ha recordado a su padre. Y sigue adelante hasta el final porque está atrapado en su papel, en un sentido exagerado de su propia dignidad -orgullo-. La maldad es otra cosa. La maldad interesa porque, como ha dicho alguno, está potencialmente en nosotros y envidiamos o empatizamos, aunque sea detestándolo, de alguna manera. El interés de un héroe amoral o malvado no reside en su puntuación moral de -10 a +10. Reside en que nos diga algo a nosotros. Macbeth no es malo. Empieza como un héroe bueno (ha luchado lealmente por su rey contra un traidor). Se vuelve malo, mediante un proceso que, aunque haya brujas por en medio, en modo alguno nos resulta sobrenatural, sino muy humano. Y cuando lo odiamos por sus maldades y vemos cumplido nuestro deseo de que sea castigado, destruido, nos deslumbra con su arranque de ¿dignidad?. En todo caso, orgullo. La fascinación del héroe no reside en la bondad o maldad de sus acciones, sino en la demostración de orgullo. Cuando el héroe está identificado con una causa, que es como se ha acostumbrado a representar más habitualmente en los últimos siglos, a ese orgullo se le llama abnegación o sacrificio. Lo único que quiero constatar es que, frente al esquema "John Wayne se sacrifica por las barras y estrellas", tenemos el otro esquema narrativo, más interesante y más antiguo: este cabrón hijo de puta es más chulo que un ocho y morirá matando. Hay más variantes, claro. Me acuerdo, por ejemplo, de El Husar, de Pérez Reverte. Pero bueno, esa es otra historia. |
Totalmente de acuerdo con R2-D2. Claro que Aquiles no es malo, de hecho, es de lo más normal en la época. A mí no me gusta el personaje igual que no me gustaría el alter-ego moderno, lo que no quiere decir que le tenga simpatía cuando por fin se ve rebajado su orgullo... Ah, Bizarro, aún no había visto esto, pero que sepas que Boromir es uno de mis favoritos. Aunque el hermano tampoco es moco de pavo, Faramir es un buenazo, influído a ser así por su padre y también provoca simpatía, pero por razones diferentes. Pero Boromir es el hombre. El HOMBRE con mayúsculas, por naturaleza. Y lo cierto es que este tipo de personajes nos gustan porque, en el fondo, todos somos así en nuestro interior. Todos somos influenciables, volubles... somos humanos. Y la grandeza no está en simplemente ignorar el mal y ser buenísimos y ya está, pues casi nadie está al nivel de Teresa de Calcuta, sino en ver el mal, sentirse tentados y, aún cayendo en la tentación(como es el caso de Boromir) darse cuenta de que has hecho mal e intentar redimirte. Eso nos hace sentirnos más cerca del personaje. Podría ser cualquiera de nosotros. Y el que diga que no, miente. O es Teresa de Calcuta... Faramir representa el otro extremo. El hombre que intenta ser perfecto, llegar a un nivel que "no está a su alcance" para complacer a alguien. Es muy fácil sentirse identificado con alguien así porque ¿quién no tiene alguna persona que lo presiona para ser distinto, "mejor"? Y Superman es un notas. Tanta perfección y tanta historia... Bah, da hasta grima... |
Los protagonistas amorales, o de moralidad difusa o peculiar, son más interesantes porque son más humanos, más cercanos. Siempre es maś fácil comprender y sentir empatía por alguien cuya moralidad fluctua, que con alguien de convicciones firmes y rígidas. En cierto modo, cuando más rígida sea la moral de un personaje, más plano es este y más difícil es encontrarle matices que lo hagan interesante. |