Frase de inicio: No lo hago
Dura negociación - No lo hago. - Entonces morirás. - Soy un hombre con honor. - ¿Estás dispuesto a morir por tu honor? - Mil veces sí. Nadie de los presentes le miró con admiración. - Si no quiere orinar le pondremos una sonda, a ver cuánto le dura su orgullo –dijo la enfermera jefe. - ¡Jamás! –exclamó en su locura. - Quizá debían ustedes ceder –terció su hijo, consternado- ¿qué les cuesta darle una bata que no se abra por detrás?
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Planificando el futuro No lo hago, alegó Ned Stark, no me olvido de los buenos tiempos, es imposible, pero no me pidas que deje Invernalia y a los míos para ser La mano del Rey, tu mano. Aquella noche, Ned Stark contemplaba a su esposa Lady Catelyn Tully, cepillando sus hermosos cabellos negros que ya empezaban a blanquear. —Vas a ir —dijo ella sin volverse a mirarlo —Sí, no puedo hacer otra cosa. Si aguanto al Rey lo suficiente para hacer buenos negocios no importa cómo, volveré rico y pensionista y podremos viajar a las Tierras Bajas a tomar el sol.
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Título: No habrá misa No lo hago, Vicente. No pienso pagar una misa de difuntos, no vaya a ser que la Divina Providencia intervenga para salvarte. No me arriesgo a que tu alma se una a la mía en el cielo; ya te he soportado bastante. Sí, ya sé que es un pecado de soberbia creerse que una irá derechita al cielo; pero mi virgencita me perdonará que te envenenara, Vicente, porque esas cosas sucias que me hacías eran pecado mortal. Y de esa golfa que te enseñó esas marranadas también me ocuparé. Por San Dimas se reunirá contigo. Es una promesa.
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Un suegro comprensivo. -No lo hago casi nunca, pero hay veces que me saca de mis casillas y tengo que darle unas bofetadas. -Ya, pero ella es mi hija y esta vez le has dado duro; tiene un labio reventado y la cara llena de moratones. -Igual me pasé un poco; perdona. La próxima vez procuraré no darle en la cara. -Eso espero. Venga, dame esa mano. -¡¡Aaaaaaay!! ¿Pero…qué haces, desgraciado? ¡Me has roto el brazo! ¡¡Qué hijo de puta!! -Igual me pasé un poco; perdona. La próxima vez te rompo el cuello.
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Cianuro por compasión No lo hago siguiendo el típico libro de recetas de cocina. Para elaborar mi pastel de manzana, para el gozo y deleite de los viejos mendigos a los que invito a cenar, sigo una receta particular mía. Esas buganvillas da gozo verlas. Y qué hermosas las petunias. Y los geranios, hay que ver que color tienen… ¡Cómo agradece mi jardín el abono orgánico!
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Madre no hay más que una —No lo hago más, de verdad. —Siempre dices lo mismo. —Esta vez va en serio. —Eso también lo dices siempre. —Pero… —Pero nada, te las apañas. El portazo retumba en todo el edificio y casi le hace perder el equilibrio. Mira a su alrededor con desesperación buscando una salida. Imposible encontrar unos calzoncillos limpios entre la montaña de ropa e inmundicia. —¡Para una vez que quedo con una tía!
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