He descubierto una extraordinaria novela de Charles Dickens: Bleak House, título que se ha traducido como Casa desolada. Lo repito, es extraordinaria. Devuelvo al autor toda su fama. Dije de él que lo veía muy sentimental; si lo era, no importa, porque lo fue con tal arte que fácilmente se le perdona el posible defecto. ¡Qué extraordinaria imaginación! ¡Qué extraordinaria capacidad para contarnos una historia quizá banal y sin embargo hacer que nos parezca una joya, hacer que nos conmueva hasta el tuétano, hacer que admiremos el arte de escribir bien. Estoy leyendo Bleak House y no me canso de admirar la riqueza del lenguaje y del detalle, la maestría con la que casi nos hace vivir lo que cuenta. Animado por lo que leí, sentí la curiosidad de saber si también la habían llevado al cine. Así es, la llevaron. No al cine propiamente dicho, sino a la TV. El año 2007 la BBC la emitió en 15 episodios y de nuevo admiré el arte de toda esa gente, la BBC londinense, para contarnos visualmente una historia que nos arrebata y seduce, una historia que ya nunca olvidamos. Esto es escribir bien, esto es crear. Nos identificamos con lo que vemos, nos parece formar parte del mundo de los personajes, por el tiempo que dura el episodio creemos vivir en su tiempo y lugar. Sólo por eso, vale la pena atreverse a escribir.
Carlos Aribau, Emartiants, os agradezco la amabilidad. En mi entrada anterior llamaba yo la atención de los foristas hacia Christophe Nick, un realizador de la TV francesa que la critica. Hace algún tiempo ha comenzado en France 2 un programa de reflexión titulado Où va la TV. Os puse el enlace a un comentario acerca de uno de sus documentales, Le jeu de la mort, francamente bueno y que vale la pena ver y compartir. Hoy he visto otro transmitido recientemente que se ha titulado Le temps de cerveau disponible y del cual os adjunto la introducción hablada de los primeros minutos. Hela aquí: Pour qu'un message publicitaire soit aperçu, il faut que le cerveau du téléspectateur soit disponible. Nos émissions ont pour vocation de le rendre disponible, c'est à dire, de le divertir, de le détendre ou le préparer entre deux messages. Ce que nous vendons à Coca-Cola c'est le temps du cerveau humain disponible. C'est en juillet 2004 que Christophe Nick s'est demandé jusqu'où pouvait aller la télé. En effet, depuis les années '80 le divertissement sur le petit écran ne trouve plus sa force à la moralité ou l'émotion mais dans l'excitation de nos pulsions primitives. Sex, violence, cruauté, humiliation, le cokctail parfait pour une audience s'assujettir a une idéologie économique plus que culturelle. Prochaine étape sur vos écrans de -peut être- la mort, en direct. Il est vrai que les images n'ont eu jamais autant d'importance que dans ce moment. Autrefois c'était vous qui faisiez les images et maintenant ce sont les images que vous font. Ces mots ont été prononcées en 1957. Ils prouvent que la TV a été toujours consciente de son pouvoir de nuisance. Pourquoi les tabous plus profondes des sociétés humaines sont ils devenues spectacle attrayant qui captive une majorité de téléspectateurs? Les images qu'on voit a la TV, il y a 30 ans personne ne les aurait supportés. Les gens auraient dit non, c'est ne pas possible, on ne veut pas regarder ça, ils n'auraient pas voulu regarder. Aujourd'hui ont montre ça a des gamins de 15 ans, voire moins. Pourquoi? Parce que la capacité à voir des choses abominables est devenue très grande, mais ça veut dire que la sensibilité des gens est devenue de moins en moins grande. Creo muy interesante y al día el asunto, aparte de que en cierto modo lo escrito responde a lo que en este foro han dicho algunos. Saludos Terminaré diciendo: ¡Bien! por todos los Christophe Nick que nos abren los ojos a la realidad, al mundo en muchos aspectos atroz en que se nos impone vivamos. |
Et on peut dire, mon ami, que je n'ai pas beaucoup de problemes pour lire ça, mais... It's very interesting but I think que participaría más gente si fuera en castellano. Isn't it? Por cierto ¿que significa "nuisance"? Es por no ir a por el diccionario. |
Para que un mensaje publicitario sea percibido, es necesario que el cerebro del telespectador esté disponible. Los programas televisivos están diseñados para que esté disponible, es decir, para entretenerlo, para relajarlo, para prepararlo entre dos mensajes publicitarios. Lo que vendemos a Coca-Cola es el tiempo de cerebro humano disponible. En julio de 2004 Christophe Nick se preguntó hasta dónde podría ir la televisión. Desde los años 80, en la pequeña pantalla no se se entretiene al espectador con la fuerza de los conflictos morales o de la emoción, sino con la excitación de los impulsos más primitivos. Sexo, violencia, crueldad, humillación, un cóctel perfecto para una audiencia movida por una ideología económica más que cultural. El paso siguiente en la pantalla, será posiblemente la muerte en directo. Nunca como en la actualidad la imagen ha sido tan importante. Antiguamente nosotros hacíamos las imágenes; ahora ellas nos hacen a nosotros. Estas palabras, pronunciadas en 1957, demuestran que la televisión fue siempre consciente de su poder de hacer daño, de perjudicar. ¿Por qué los más profundos tabúes de la sociedad humana se han convertido en atractivo que capta a la mayoría de los espectadores? Las imágenes que hoy nos ofrece la televisión, hace 30 años nadie las hubiera sufrido. La gente habría dicho: no, no es posible, me niego a ver esto; y no lo vería. Hoy en día lo ven sin escándalo los niños de 15 años e incluso menos. ¿Por qué? Porque la capacidad de ver las cosas horribles se hizo muy grande, lo cual significa que la sensibilidad de la gente se hizo cada vez menor. Muchos son los llamados (a la "alta cultura"); pocos los elegidos. La "alta cultura" es, cada vez, más cosa de élites.Y hoy, con la ley nueva de educación, la capacidad de dominar 2 (o más) idiomas se está volviendo obligatoria. El que no esté a la altura, se quedará atrás y se lo tendrá por analfabeto o casi. Como, por otra parte, el que no sepa manejar un ordenador. ¡Eh! ¡Son los nuevos tiempos! Por cierto, si abrís google.com veréis arriba a la izquierda una serie de ofertas, fotos, imágenes, y una entrada: más. Si pincháis aquí, hallaréis otra titulada traducción. Y si por fin la abrís, tendréis la oportunidad de traducir (irregularmente bien, por desgracia) al español un texto en una gran variedad de otros idiomas, incluso los autonómicos, si se los puede llamar así, idiomas. Aprovechadlo, vale la pena.
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Televisión... ¿a nadie le extraña que algo tan caro se ofrezca de gratis? Tenía trampa, tiene trampa. Y a saber lo que nos encontraremos. ¿Muerte en directo? Eso ya lo tenemos, bueno más o menos. No se irá más allá, y a la mayoría le dará lo mismo. No se estarán escuernando para pagar la nueva pantalla 3D de 50" para luego cuestionarse que lo emana es mierda. Siempre nos quedará internet. O al menos hasta hace poco nos quedaba... Ya veremos qué pasa con el tratado ACTA. En China no están tan mal, al fin y al cabo saben a lo que se enfrentan. Espero, eso sí, equivocarme. Dulce muerte, neuronas amigas.
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Perdón por un comentario que no viene demasiado a cuento. En la niñez (vamos, en la otra niñez, la de hace años) vi una serie de pelis de los cincuenta que trataban de revivir el circo -ya tocado por entonces- que me dejaron sin ánimo de ningún tipo para disfrutar de nada de eso. |
Si yo os dijera que desde que cambié de piso, apenas veo la tele.... La antena estaba mal, y poco tiempo después, nos conectamos a internet. Antes veía Discovery channel. Ahora solo veo los Simpsons, cuando recojo a mi sobrina del cole. Ah, que estábamos hablando de libros. Bueno, yo leo poco. Más bien leo artículos históricos que si hoy lees un poquito y dentro de tres semanas otro poquito, no pasa nada. Leer un libro desde el primer capítulo hasta el final, hace ya tiempo que no lo hago. |
En El Pais de hoy he leído dos noticias que me han llamado la atención. Según la primera, alguien se ha tomado el trabajo de poner orden y hacer algo más inteligible el Finnegans Wake de Joyce. Según el articulista, en ese libro hay parrafadas enteras en otros idiomas que el inglés, por no decir palabras o expresiones, lo que, al parecer complicaría la lectura. No me cabe duda, si en un texto figurara, por ejemplo, un párrafo en lituano o swahili, es un decir. Por otro lado no acaba de convencerme eso de que alguien escriba un libro, nadie le halle sentido, y al cabo de 60 años o más otro alguien se esfuerce en explicarlo y hacerlo comprensible para los que entonces vivan. Me hace pensar que primero fue Joyce y su fama, y luego, por fuerza, todo lo que haya escrito, aunque sean incomprensibles galimatías, hayan de ser necesariamente perlas de sabiduría que nos tocará a nosotros, pobres ignaros, desentrañar y apreciar en su justo valor. En fin, no sé. Me limito a referir lo que hoy he leído y la reacción que me ha provocado. En la otra noticia se hablaba de una reunión de los representantes del mundo editorial, que se han mostrado muy preocupados por el peligro que se supone acecha a su industria, una que al parecer abarca muchos miles de millones de euros cada año. Y me ha hecho pensar que no mueve a esta gente el amor por la cultura, es decir, por el valor intrínseco de su producto supuesto cultural, sino el beneficio económico que de él puedan sacar. Lado a lado con esta noticia se decía que el famoso Millennium seguía batiendo asombrosos records de venta y estaba traducido a 40 ó 60 idiomas, como queriendo convencernos del valor cultural -vuelvo a decirlo- intrínseco del producto por el número de idiomas en que se lo puede leer, no por el contenido en sí. De nuevo, el dinero que algunos sacan de un producto como símbolo y sustituto de su calidad. Aquí convendría definir y poner en claro lo que cada uno entiende por cultura.
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Hablabais de la tele... mirar la tele es no hacer nada, pero ¿os habéis fijado que es la única forma de no hacer nada acompañado sin que quede patente que no haces nada? Cuando leo, me encierro en mi mismo. Cuando escribo es peor. Me da igual el mundo porque es un momento para mí. No suele respetarlo nadie, pero es mío. Recuerdo una frase que mi madre pudo haber repetido cien veces: -¿Porque no vas a comprar ahora que no estás haciendo nada? Joder, un tío con diecisiete años delante del ordenador seguro que está haciendo algo. O "habla" con sus amigos, o escribe una tontería o se hace una paja. Pero seguro que hace algo. Cuando miramos la tele es cuando no hacemos nada, pero lo podemos hacer acompañados, sin excluir a nadie. Esa es la gran trampa del televisor, que disimula la soledad, que nos la esconde cuando no queremos mirarla a los ojos. Es una pena que sea de los pocos capaz de añorarla. ¿Nadie más se da cuenta que la soledad de un ser humano se basta para definirlo? Igual estoy mal de la cabeza, pero si la tele no fuera escondite la encendería también en los hoteles; y ahí está, callada y gris. |
Vamos a ver. A mí no me interesa el aspecto intelectual de todo el asunto. No me interesa explicar intelectualmente lo que está pasando. Me interesa en cambio y mucho el efecto que tiene sobre mí lo que está pasando. Cuando en su pelicula-documental Le jeu de la mort -El juego de la muerte- Christophe Nick me dice cosas tales como que depuis dix anns la plupart des chaînes de la TV commercial utilisent la violence et la cruauté pour fabriquer des programmes de plus en plus extremes; son pouvoir est sans limites, la cosa me preocupa. Porque yo, como todos, a veces veo la TV, a veces bajo la guardia y me dejo hacer. Y esa debilidad momentánea, ese dejarme hacer temporal, me asusta. Me asusta ser una simple paja en la corriente del modo de vivir consumista que me arrastra a la muerte. Quiero vivir humanamente, quiero haber vivido humanamente, no quiero haber sido instrumento de un grupo que habiendo hecho del dinero su fin, me fuerzan a vivir a su modo aberrante. Me asusta verme insignificante frente a la sociedad en que vivo. Ayer veía un documental titulado La fuerza de la situación en el que se argumentaba que el comportamiento del ser humano depende de la situación en que en un momento dado se halla. Citaba a Milgram y a otros autores de su misma cuerda. Y es verdad. Por eso me asusta vivir en una sociedad para quien la cultura es provecho económico y no algo que nos hace más humanos, que nos aleja más de nuestra condición animal originaria. Por eso me asusta Millennium, por eso me asusta vivir en el engaño, vivir en la mentira. |
Es el mundo en el que vives, asúmelo. El margen de maniobra no es mucho. Es el que te dan por otro lado. No hay pastilla roja, ni siquiera pastilla azul. ¿Se puede hacer algo? Se puede. Porque no son molinos, (ojalá lo fueran, la harina es inflamable) son gigantes. Y no son gigantes descerebrados. Pero sí se puede ser estricto, no dejarse engañar por su juego y gritar, gritar mucho y muy alto. Ahora, no esperes que nadie te lo agradezca y no esperes quedar satisfecho. Estamos derrotados de partida. Lo bueno es que lo que llegue, mucho o poco, será algo. O lo mismo estoy equivocado, claro... |
De nuevo he leído en El Pais otra noticia curiosa. Al parecer se va a estudiar mediante la resonancia magnética o cosa parecida el cómo afectan al cerebro las diferentes lecturas. Ya sabéis, qué zonas del cerebro se iluminan o ponen en rojo cuando leemos El Quijote o a Shakespeare y cuáles otras cuando leemos Millennium et alia. Cuáles se iluminan o la intensidad con que lo hacen. La noticia me ha llamado la atención. Vengo diciendo de antiguo que lo que leemos nos afecta al alma, la psique, para darle un tinte menos religioso, y que debemos cuidar la salud espiritual tanto como cuidamos la corporal. Claro está que muy probablemente no mueve a los que llevarán a cabo el estudio citado este propósito alto, sino algún otro mucho mas prosaico y banal, pero de todas formas no estará de más averiguar lo que en las neuronas y sinapsis sucede cuando leemos. Si la cosa tiene el éxito que espero, veremos de modo objetivo que no es lo mismo leer Guerra y Paz que leer a Agatha Christie o a Corin Tellado. Quod erat demostrandum. Como se quería demostrar. |