Esta web, cuyo responsable es Bubok Publishing, s.l., utiliza cookies (pequeños archivos de información que se guardan en su navegador), tanto propias como de terceros, para el funcionamiento de la web (necesarias), analíticas (análisis anónimo de su navegación en el sitio web) y de redes sociales (para que pueda interactuar con ellas). Puede consultar nuestra política de cookies. Puede aceptar las cookies, rechazarlas, configurarlas o ver más información pulsando en el botón correspondiente.
AceptarRechazarConfiguración y más información

Foro para escritores de Bubok

Para participar en los foros de Bubok es imprescindible aceptar y seguir unas normas de conducta básicas. Puedes consultar estas normas aquí
X
romi
Mensajes: 678
Fecha de ingreso: 25 de Abril de 2008

La historia más bonita para leer en estos días

25 de Diciembre de 2008 a las 10:13

Los cuadernos del Anciano del Cortijo de la Viña

Llegaron las vacaciones de Navidad y, en el Cortijo de la Viña, cambiaron un poco las cosas. Sobre todo en la vida de la niña. Al no tener colegio todos los días se levantaba algo más tardes. Y luego, muchos ratos a lo largo del día, se iba a jugar con su caballo Enebro y con el borriquillo Sinombre. No había llovido mucho todavía pero en los campos la hierba estaba naciendo y, junto al arroyo del balneario, la tranquilidad era total.

Un poco antes de fin de año, por la noche, se levantó algo de viento. Cayeron algunos chaparrones y, al amanecer, las nieblas cubrían por los barrancos, ascendían por las laderas y se iban despacio hacia las cumbres de las montañas. Sentados, la niña, la madre y yo junto al fuego en la sala del cortijo, a través de los cristales de la ventana, observábamos al caballo Enebro y al borriquillo Sinombre comiendo tranquilos en la hierba de la llanura. Indiferentes ellos al paso del tiempo. Me decía la niña, como sumida en un sueño mientras se fijaba en el borriquillo:
- También ya se está haciendo viejo. El día que menos lo esperemos podremos quedarnos sin él, como nos pasó con Bandolero, con la Princesa, el Anciano amigo nuestro y Julia, Guela y Lera.
Guardé silencio y medité sus palabras. Sabía que tenía razón. Porque ya hacía mucho tiempo que no estaba con nosotros
ni el Anciano ni la Princesa ni las tres amigas con las que tanto habíamos compartido, años atrás. Todos se habían ido
muriendo o marchándose y solo nos quedaba el caballo Enebro y el borriquillo. Dijo de nuevo ella:
- El día que se muera el borriquillo y también te mueras tú ¿qué haré yo tan sola y con tantas recuerdos?

Tampoco respondí a esta pregunta suya. Pero me siguió comentando:
- Y del Anciano, nuestro amigo más bueno ¿cómo voy a olvidarme nunca? Nos ha dejado todos los libros que escribió,
todos sus cuadernos, todo su corazón y sueños… Cuando tú te mueras ¿Qué haré yo con esto?
El Anciano se había pasado la vida entera escribiendo. Su amor a las personas, a la naturaleza, a los animales, a la libertad, a Dios, al Universo… Y ni un solo libro le había publicado nunca nadie. Todos se los habían rechazado de todos sitios. Y le decían que no eran buenos, que no tenían calidad, que no se ajustaban a sus proyectos, que no eran comerciales, que… Pero en sus humildes cuadernos él había dejado escrito lo mejor de sus sentimientos, su vida entera y las historias más hermosas que nunca nadie haya escrito. La niña tenía todos estos cuadernos amorosamente guardados en su habitación. Todo como esperando algún importante momento. Por eso me seguía comentando:
- Yo no entiendo como nunca nadie quiso publicar ni una sola página de las cosas tan bellas que ha dejado escritas este
amigo nuestro.

En sus manos me mostraba uno de estos cuadernos. En la tapa se podía leer el título de la historia que se narraba dentro. Despacio leyó la niña y a continuación me dijo:
- “Los rincones más bellos de Granada”. Nunca me cansaré de leer esta tan extraña y a la vez hermosa historia, escrita por
él. Creo que cuando la escribió aquel verano se encontraba muy desanimado y por eso sufrió mucho. ¿Por qué tampoco pudo
publicar este libro antes de morirse?
Una vez más no supe qué responder. Pero ella continuó razonando:
- Yo creo que hoy es un día muy bueno para leer y saborear despacio lo que el Anciano ha dejado recogido en este cuaderno.
¿Porque no me lo lees tú mientras nos calentamos en este fuego y dejamos que pase el día?
Cogí el cuaderno de sus manos y le dije:
- Sí, voy a leerlo porque estoy de acuerdo contigo: lo que el Anciano ha dejado escrito en este cuaderno es muy hermoso
porque está lleno de bondad y de amor por las personas y las cosas.

Fuera. El borriquillo Sinombre y el caballo Enebro seguían en su pradera comiendo hierba. Hacía frío y la niebla mostraba un auténtico día de invierno. Leí despacio el título de la portada y los cuatro renglones que había debajo: “De Granada, quiero regalarte el sol del verano, el aire de esta ciudad, el silencio y los paisajes que hay por aquí. Tengo que compartir todas estas cosas para que en mi corazón no se instale la ingratitud ni en mi alma se encalle lo negativo”.

Abrí luego el cuaderno y le dije a ella:
- Voy a leértelo y sirva ello como un sencillo homenaje a nuestro mejor amigo, el Anciano del Cortijo del Laurel. Creo, como tú, que en este libro suyo él ha dejado escrito un sencillo, bellos y hondo mensaje. Tal como era y vivió.Y comencé a leer despacio lo que sigue a continuación:

El libro el Bubok: