Sesión -Dispare ya por favor que se me va a congelar la sonrisa, le dije. Pero el seguía contemplándome con la cámara pegada al ojo y una sonrisita pícara en sus labios. -Y además me estoy quedando helada. -Estás preciosa, sonríe un poco más y levanta la cintura. -¡Perfecto!...date la vuelta…mueve el pelo con la mano… humedécete los labios… pasa la mano por tu escote… ¡uau! nuestro cliente va a estar encantado. |
OSWALD**
- ¡Dispare! -le dijeron-. ¡De momento niega, pero hay que callarle o se sabrá todo! - Pero mi club, mi hermana... - Todo seguirá, a ella no le faltará de nada. Eso se repetía bajando al sótano por la puerta del garaje, sin vigilancia alguna. Esperó entre la gente que se arremolinaba. Luego lo vio salir rodeado por dos policías. Dijeron que había hecho un gesto de reconocimiento. No era cierto, ni siquiera supo que se abalanzaba sobre él. ¡Por el presidente, por mi país! gritó mientras lo agarraban.
**Este micro se titulaba "En el sótano" y se modificó días después a petición del autor. |
Campos de Brunete
« ¡Dispara!», me dije. Tú me lo enseñaste, ¿recuerdas? …Como tantas otras cosas, porque yo era casi un niño: «Pepillo, si ves una luz en la noche, apunta rápido». Lo recuerdo bien; los dos cobijados en aquel lodazal, ateridos de frío y agazapados. Y disparé, claro. Y observé, tras un gemido ahogado, cómo se apagaba la cerilla en la trinchera de enfrente; que algún inconsciente había utilizado para encender un cigarro. Lamento aquel disparo, Juan. Tanto como no haber encontrado antes la carta que te mandó la Mari, diciendo que te dejaba, el día antes que decidieras cambiar de bando.
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Tiro certero —¡Dispara! —Aun no, espera un poco más. —¡Que dispares te digo! —Respiro hondo... apunto con cuidado... —¡Dispara, coño! ¡Bang! —Ya está. ¿Lo ves? Las cosas hay que hacerlas bien o no hacerlas... —Es que me ponías nervioso, cojones. —Mira, ahí viene el hombre... —Caramba, amigo. ¡Que puntería la suya! Pocos hay que hayan hecho tres dianas con los primeros cinco perdigones... Tenga, la botella de güisqui del premio. —Gracias. Oye, vamos a casa y nos ponemos una peli y le damos al güisqui. ¿Te parece? —Dabuten, tío. Eres un hacha con la escopeta. Vamos. |
Juego maldito
-¡Dispara! –gritó el hermano de ocho años. -No puedo –respondió el de cuatro. -¡Aprieta el gatillo! -No quiero, no me gusta jugar a esto. -Porque eres un enano cobarde. ¡Dame la pistola! El hermano mayor le arrancó al menor el arma de juguete con tal fuerza que el pequeño cayó sobre una barricada de piedras, que habían construido para jugar a la guerra. Allí mismo, quedó inmóvil, solitario, mientras el mayor corría despreocupado convocando a sus amigos para continuar la batalla, repitiendo a voz en grito: -¡He vencido a un enemigo! ¡Adelante, vamos a ganar! |
Soldado
-¡Dispara! Ante él había una familia más, una de tantas. -¿A qué estás esperando? Al jefe no le gustaban los que dudaban, solía acabar con ellos rápidamente. -¿Quieres que te meta un tiro en las costillas, enano? Le hablaba ahora en un susurro, a pocos centímetros de la cara, escupiéndole el desprecio. Sin embargo él, ahíto de sangre, seguía sin decidirse. Al cabo de unos segundos, sonó el primer disparo de otros muchos. Cuando el destacamento se alejó, dejó detrás de sí una familia y un niño que hacía mucho tiempo había dejado de serlo. |
Venganza
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Cazador de tumbas
-¡Dispara en la pierna, idiota! -ordenó con vehemencia bajándole el arma. |
No dijo dispare, dijo shoot
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Sobrevivientes -¡Dispara!, gritó desesperada.
-¡Apunta directo al corazón! Replicó.
-No puedo hacerlo. Dijo él entre sollozos.
-Sé que es duro, mi vida, piensa en
-No puedo hacerlo. Le repitió cayendo sobre sus rodillas ahogado
-¡Pásame el arma, cobarde! ¡Bang!
-No moriré de hambre en esta montaña.
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