PARA CHARLIE...

<<...Pasaba las noches en blanco, esperando con impaciencia a que llegase el alba, y cuando por fin amanecía, las horas se le hacían eternas hasta la llegada del medio día. Después, sobre las dos de la tarde, hacía lo imposible por sentarse cada día en aquel banco del parque justo a la hora del almuerzo. Cambiaba los turnos con los compañeros o se fingía enferma si era necesario. Cualquier cosa con tal de no faltar a aquella peculiar cita...>>

De como la soledad y  el desconsuelo pueden convertirse en esperanza de una forma inesperada y aparentemente fortuita, aunque, ya se sabe que las apariencias suelen ser engañosas casi siempre, y que cabe la posibilidad de que las casualidades no existan, en realidad... Para Pau, el último año de su vida significó la certificación de que nada es lo que parece (si acaso, un débil reflejo de la realidad y nada más), y aunque nos empeñemos en lo contrario, ni siquiera podemos estar seguros de nosotros mismos, ni de nuestros convencimientos o principios...