RE-INVENTANDO EL TURISMO RURAL

El libro que tenemos entre las manos, editado por Arturo Crosby y con colaboraciones de Aurora Pedro, Olga Gómez, Javier Solsona y Nelson Prato constituye un buen intento de demostrar la necesidad de tal reinvención y trazar una hoja de ruta al respecto.

No es tarea fácil. El derrumbe del paradigma neo-lib/neo-con ha producido el descrédito de instituciones que entendíamos eran la base de nuestra forma contemporánea de vida. Esta forma de vida incluye el turismo como un componente sustancial de nuestra sociedad, crecientemente global en su funcionamiento.

Pero, además, el turismo ya no se percibe sólo como una actividad económica generadora de empleo, renta y riqueza a nivel local. Ya no se trata pues tan sólo de contribuir a la competitividad de las empresas, sino de utilizar el turismo instrumentalmente para mitigar el cambio climático, ser motor de desarrollo y lograr asimismo el resto de los ODM.

En este contexto, las expectativas sobre el turismo en general y el turismo rural en particular han podido sobrepasar en gran medida las posibilidades reales de la actividad, habida cuenta sobre todo de los recursos disponibles.

En efecto, mientras se confiaba en que el turismo rural podría suponer una solución a problemas de baja renta, bajo nivel de desarrollo, desigualdades de género, escasez de empleo y despoblación en regiones menos favorecidas, la realidad es que se habilitaban escasos medios para tan ambiciosos fines. Se asumía con mínimo fundamento que los mecanismos de mercado --en su caso con alguna ayuda de organismos de cooperación o de las administraciones públicas relevantes--  podrían generar o movilizar una financiación suficiente para los emprendimientos de turismo rural, incluso en zonas apartadas, escasamente conocidas por la demanda y mal comunicadas.  Se daba por supuesta, más allá aún, una formación cuasi-espontánea de los recursos humanos al nivel suficiente, y se concluía ignorando el carácter fuertemente transversal y necesariamente participativo del turismo, lo que requiere, casi siempre, un decisivo rol catalizador de la administración pública u otras fuentes de liderazgo en los procesos de gobernanza del turismo.

En este momento de nuevas realidades -- y de nueva era de la incertidumbre -- se hace cada vez más evidente que el turismo rural,  tendrá que ser reinventado. Una crisis --toda crisis-- tiene sin duda un componente de deterioro de una determinada estructura organizativa y, en las sociedades humanas, una pérdida en términos del bienestar que se suponía definitivamente alcanzado. Sin embargo, con los ineludibles cambios, surge también la oportunidad. Oportunidad de crear instituciones y formas de sociedad más coherentes con el entorno. Oportunidad de poner en juego avances científicos y culturales que no podían ser operativos bajo las viejas formas.